Alicia Lazzaroni Nació en la Plata, Bs.As., aunque vive en Ushuaia desde la infancia.
Es Licenciada en Turismo en la UNPSJB y escribe textos de divulgación histórica y turismo sobre la Patagonia, crónicas y cuentos. Publicó los libros “Monte Susana. Historia del tren de los presos de Ushuaia”, “Gente de Montaña” (en el cincuentenario del Club Andino local, y relativo al desarrollo de los deportes invernales en Tierra del Fuego) y “Celdas. Textos de presos y confinados en Ushuaia (1896-1947)”, que fue reeditado este fin de año. Participó en investigaciones académicas sobre el imaginario austral. Actualmente trabaja en la escritura de una obra de recopilación de leyendas urbanas fueguinas, cuya investigación realizó en 2014 mediante una Beca del Fondo Nacional de las Artes, y realiza estudios de posgrado sobre gestión del Patrimonio Cultural Inmaterial.
Extracto del prólogo de Celdas
Los presos de buena conducta gozaban de ciertos privilegios que con un poco de buena voluntad podían equipararse en forma fugaz con la libertad: hacer tallas y otros recuerdos en madera de lenga para vender a los escasos viajeros que se animaban al fin del mundo, leer un libro cada dos semanas, anotar sus impresiones. Escribían en papeles de diario conseguidos a escondidas, pues estaban prohibidos, o en los de estraza hallados en la basura, en las páginas de los libros de la biblioteca, en blocks de cartas que no usaban porque no tenían a quién dirigirlas, y a falta de todo esto, se las ingeniaban grabando palabras y frases en las heladas paredes de las celdas.
Un texto de “Celdas”
Extracto de las memorias de Mario Guido, confinado político en 1934, a raíz del intento de revolución radical producido el año anterior en Santa Fe y Corrientes, contra la dictadura de Uriburu.
“La bahía tersa, clara, sin una arruga, parece más distendida cual si las aguas quisieran descansar mejor. Las gaviotas y algunas goletas parecen posadas sobre un espejo. En la calle ni en el alma ni un ruido, ni el ladrido de un perro. Las cosas que alcanzo a ver desde mi ventana, envueltas en soledad, asemejan buques naufragados y abandonados. Y hasta nosotros, aquí en la casa, tomamos postura de reposo; nos concentramos, nos aislamos. Sensación de eternidad. De abstención. De vacío. De nada”.
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Fotografía blanco y negro: Federico Molinolo
Fotografía color: Fernanda Rivera Luque

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