Pese a la caída de la cotización del dólar, que retrocedió 12% en octubre, y el declive en el precio del petróleo crudo, las petroleras anunciaron la semana pasada un nuevo incremento en la tarifa de los combustibles; el decimocuarto en lo que va del año.
Según el Cronista.com desde el sector argumentan que los nuevos valores solo recortarán una parte del atraso actual, que estiman es del 15% en relación con el “valor de equilibrio” que genera sustentabilidad de las inversiones. Sin embargo, entendidos en la materia no pueden explicar cuáles son las variables que están arriba de la mesa que derivan en un nuevo incremento.
Vale la pena recordar, que una de las medidas que tomó la Administración de Mauricio Macri fue eliminar las regulaciones para el precio interno de los combustibles, marcando el sendero hacia la internalización de las tarifas. Entonces con un dólar en alza y un barril de crudo estable, se puede entender porque es que el valor de los combustibles aumentó un 75% promedio -empujando el índice inflacionario por los costos logísticos- representando casi el doble que la variación del índice general de precios al consumidor que se ubicó en un año en 34,5% y más del triple de la suba media de los salarios de la economía, que fue en los últimos doce meses de 21,9%. El incremento de las naftas obedeció a una lógica de mercado, completamente déspota, claro, pero con lineamientos deductivos.
Ahora, el último incremento no pareciera explicarse bajo los mismos parámetros, ya que los precios de referencia a nivel internacional del barril del crudo (World Texas Intermediate crudo de alta calidad de EEUU o el Brent, crudo del mar del norte) atraviesan un proceso de declive. La otra variable que pone el precio a los surtidores locales es el dólar, pero en octubre retrocedió 12%. Tampoco hubo variaciones en la carga impositiva que pudieran trasladarse a los consumidores. Ante la consulta a profesionales metidos en el tema la respuesta fue: “variable argento; avivada argentina”.
Las regulaciones sobre el precio de los combustibles sufrieron distintas variaciones a lo largo del tiempo, en función del contexto internacional y de la política energética local. Durante el último tiempo de la presidencia de Néstor Kirchner, el Ministerio de Economía emitió la Resolución 394/2007 en la que se fijaban retenciones móviles, es decir que dejaban de ser un porcentaje fijo y se regulaba el precio que recibían las petroleras por cada barril. El precio de corte era de 42 dólares y el resto iba al Tesoro nacional.
El argumento para esta medida fue proteger al consumidor de los posibles perjuicios que pudieran acontecer y atenuar el impacto sobre el nivel de actividad, empleo y precios internos debido a los fuertes incrementos que habían sufrido los valores internacionales del petróleo y sus derivados.
Al año, ya con Cristina Fernández de Kirchner en la presidencia se lanzó el programa Petróleo Plus, por el cual las empresas que lograran éxitos en su producción y exploración en busca de reserva podrían acceder a certificaciones de crédito fiscal para mejorar sus ingresos.
En 2012 y tras la renacionalización de YPF se fijaron nuevos objetivos para la industria que dejaban en evidencia la necesidad de lograr el autoabastecimiento energético, por lo que el valor de corte se estableció en 70 dólares por barril exportado y el valor de referencia internacional se consideró en 80 dólares. La referencia en ese momento era el West Texas Intermediate (WTI).
Finalmente la Administración Macri, liberó el precio de las naftas, después de 16 años de regulación; los liberales más ortodoxos esperaban que en los surtidores volvieran a regir las reglas de mercado, reglas que hoy no parecen tan claras.
Luz Scarpati