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“in lakech, a laken”
“yo soy tú, tú eres yo”
Así, se saludaban los antiguos mayas

Era el tiempo en que el sol brillaba fuerte en el mar y en la espuma del mar, en las nubes y en la nieve de la montaña; es el tiempo.

Así el mar brillando era un poco el sol y el sol azulándose en el mar y blanqueándose en la nieve era un poco el mar y la nieve.

El cóndor lo sabía, lo supo siempre, como vos y como yo; por eso su cuello se puso blanco como la nieve ya que él también era la nieve y sus grandes alas se hicieron negras como la piedra pizarra de algunas montañas, ya que él también era montaña, es montaña.

El petrel negro gigante también parece fundirse con la montaña y el albatros de ceja negra con la nieve, las nubes y la espuma del mar.

A veces parece que la montaña volara, que su nieve fuera espuma y su piedra las alas negras del petrel o del cormorán. 

El cormorán se hunde en el mar buscando su alimento y luego emerge hacia el sol para secar sus plumas que llevan un poco de mar con ellas; cuando vuelve a sumergirse trae un pedacito de sol desde lo alto que se enciende antes de apagarse en el mar.

El zorro que sale de noche lleva las estrellas en sus ojos y así el cielo baja y anda entre los árboles hecho zorro en lo oscuro, mirando por sus ojos.

Un niño lleva la noche en sus ojos tan negros y de pronto sonríe y se le ilumina un sol.

Y en ti, niño, también en ti hay un sol chiquito creciéndote dentro y se te asoma a los ojos que son dos estrellas alumbrando la noche de otros que se miran en vos.

Te ves, así también te ves en otro cuando está alegre y te  alegrás vos, y si triste o frío, y si hambre en ese otro niño, entonces frío y triste, entonces hambre en vos.

Mar y río y tierra, nube, pájaro que vos sos. Blanca nieve cayendo, montaña muy alta, bajas hecho cóndor o lluvia, o luz llegando del sol.

Así Juan o Pedro, Ramón o Pablo que llamen, están hablando de vos. Y vos sos todos los Juanes y Pedros y niños y todos ellos son vos, también zorro que sale de noche con estrellas en los ojos, luego montaña volando, piedra, espuma que vos sos.

Era el tiempo en que el niño se miró y tenía soles y estrellas, alas tenía, y brillando fuerte en el sol, era todos los niños del mundo, todos los niños son vos. Es el tiempo. El cóndor lo sabía, lo supo siempre, que yo soy tú y tú eres yo.

Fin

Como se saludaban los antiguos Mayas, que al encontrar se decían en su antigua lengua y como todo saludos: “in lakech, a laken” que significa “yo soy tú, tú eres yo”.

Como en el ¨Pagano¨, aquel cuento de Jack London en que ambos personajes deciden realizar la ceremonia de cambiar sus nombres, ceremonia que en los Mares del Sur uno a dos hombres muchas más estrechamente que la hermandad de la sangre: 

¨-Hemos cambiado nuestros nombres. Para ti, yo soy ahora Otoo; para mí tú eres Charley. Y entre tú y yo, para siempre jamás, tú serás Charley y yo seré Otoo. Es una ley de los mares del Sur. Y cuando muramos, si seguimos viviendo más allá de las estrellas y del cielo, tú seguirás siendo Charley para mí y yo seguiré siendo Otoo para ti.

¨-Yo siempre diré Otoo con el pensamiento. Cada vez que piense en mí, pensaré en ti. Cada vez que me llamen por mi nombre, pensaré en ti. Y más allá del cielo y las estrellas, para siempre jamás, tú serás para mí Otoo.¨

Como en ese poema de Nicolás Guillén:

Tú eres pobre, lo soy yo;
soy de abajo, lo eres tú;
¿de dónde has sacado tú,
soldado, que te odio yo?

Me duele que a veces tú
te olvides de quién soy yo;
caramba, si yo soy tú,
lo mismo que tú eres yo.

Así, de igual manera cuando en la selva Lacandona, Galeano le pregunta en una entrevista a los aborígenes, antiguos, originarios, compañeros de Chiapas:

¨¿Qué hay detrás de ese pasamontañas?¨, responden con eso que ya hoy es un código revolucionario: ¨Detrás del pasamontañas estamos ustedes¨.

¨Detrás del pasamontañas estamos ustedes¨, esto, que rompe con el capitalismo y lo deja sin hoy, sin ayer, y sin mañana. Esto, que termina con la visión etnocéntrica del europeo que hace más de 500 años inaugura el genocidio, con su visión del mundo como un mundo dominado, con su desarraigo de la tierra, del universo y de sí mismo. Esto que nos hace más dignos, más humanos; que nos deja conciencia de un Todo del que somos parte. Esto, que nos hace libres.

Nicolás Romano -nacido en 1951 y radicado en la provincia en 1983- es un escritor de Ushuaia que publicó el volumen de cuentos A Palo Seco a través de la Editora Cultural Tierra del Fuego en Julio de 2010. El 18 de Octubre de 2011 Romano recibió el primer premio del 1° Concurso Literario Banco de Tierra del Fuego por su cuento “El Encuentro”. En 2010 el Plan Nacional de Lectura publicó sus cuentos “Pisotón”, “Fuera de Borda”, “El Colorado” y “Un Pequeño Sol” en un ejemplar de distribución gratuita. En Diciembre de 2013 el Concejo Deliberante de Ushuaia le otorgó el Reconocimiento al Mérito por su labor literaria. En 2015 ganó el concurso Vidas urbanas con su cuento “El viejo de los perros”.

Fede Rodríguez

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