Nicolás Romano (Buenos Aires, 1951): Escritor y estibador retirado del puerto de Ushuaia. Ha recibido reconocimientos provinciales y nacionales, ganado varios concursos literarios y sus cuentos han aparecido en distintas antologías. En 2010 publicó A palo seco a través de la Editora Cultural de Tierra del Fuego, y en 2012 fue reeditado por la misma editorial.
Primera parte: “En los cuentos hasta los huesos”
-Para mí la escritura es una militancia. Uno trata de decir algunas cosas con cierta belleza y trata de que se le mueva alguna fibra a alguno. Es ese sentido, quizás mi escritura transite el rótulo de realismo social.
-¿Te considerás cuentista y poeta? Yo conozco muchos de tus cuentos, pero sé que también escribís poesías.
-Poca poesía… Pero me dicen que hago prosa poética. Cuando escribí el primer cuento vi que no podía escribir si no sentía una música, un ritmo en la escritura. Pienso que debe tener que ver con la familia. Desde muy chico, mi vieja, que hoy tiene 90 años, recitaba kilométricos poemas de memoria. Yo también leía y memorizaba. Hasta el día de hoy los recuerdo.
Leí siempre, toda la vida estuve leyendo poesía. Empecé a escribir muchos años después. Recuerdo que a principios de los 70´s, la época de más efervescencia política, nos decían los compañeros que uno tiene que mirar todo con ojos de militante. Más allá de eso, me doy cuenta hoy, que yo miraba todo con ojos de escritor. De todo lo que veía iba haciendo imágenes en la cabeza, que es como escribo, como escribí siempre. Escribo en base a un montón de imágenes que me van a pareciendo y después construyo como en un rompecabezas. En general, siempre tengo el principio del cuento y el final. Y después relleno. Es una asociación tremenda de imágenes. Me pasa que muchas de esas imágenes las sueño también. Y las sueño escritas, sueño un párrafo directamente. Me pasa que cuentos que escribí hace 20 años, hoy los leo y no entiendo cómo los escribí. (Risas)
-¿Tus cuentos parten de anécdotas?
-Todo lo que escribo está basado en historias reales. Estoy metido en los cuentos hasta los huesos. Eso tiene que ver con el tipo de vida que me tocó, con las cosas que uno no pone en su curriculum de escritor. En mi caso fue toda la militancia de los 70´s, que nos llevó puestos durante años, y que acá está presente. Uno escribe y el tema es dónde está plantado uno en el mundo. A mí me marcó estar mirando el mundo desde una resistencia, desde una lucha permanente. El arte no lo veo como una torre de cristal, porque está haciendo pie en un suelo como este, de un país donde está pendiente una liberación nacional y social. El tema de la libertad como esencia del hombre y como algo a realizar como colectivo, como pueblo, como Latinoamérica, está permanentemente presente en todo lo que escribo. No escapo a eso. Y nosotros escribimos desde una geografía también y desde una historia. Este tema de que no se puede saltar más allá de la propia sombra… Yo pienso que sí se puede saltar (RISAS)… o por lo menos estamos todos intentando. Y no es fácil.
-A mí me pasa que me planteo temas sobre los que no quiero volver a hablar y no puedo.
-Es cierto. Alguna vez leí de escritores que dicen que siempre están escribiendo sobre lo mismo. Y de pronto sentí un poco eso. Desde distintos enfoques, desde distintos cuentos, me doy cuenta que me estoy repitiendo.
Yo escribo desde el pie y no desde un ámbito académico. También es un aprendizaje permanente. No sobreviviría si no pudiera escribir y sacar todo lo que tengo dentro. La escritura es mi válvula de escape.
Fede Rodríguez