Se cumplen 92 años del hundimiento de lo que se conoció como el Titanic de Sudamérica. El buque mixto de bandera Alemana, con una cantidad de pasajeros que doblaba la cantidad de la Ushuaia de entonces y que terminó hundido a los pies del faro Les Eclaireurs.

Había poco más de 800 habitantes en Ushuaia ese 22 de enero de 1930 cuando el buque de bandera alemana Monte Cervantes, dejaba el puerto de la ciudad rumbo al Canal Beagle. Había llegado el día anterior con una escala programada de 15hs. 

Sin tener un dato concreto sobre por qué, en lugar de llegar hasta el faro Les Eclaireurs, el capitán Teodoro Dreyer o el piloto Rodolfo Hepe, tomaron la decisión de utilizar el paso del mismo nombre, chocando contra un bajo fondo dejando hundido al mismo apenas 24hs después y contando con una sola víctima: su capitán. 

El Monte Cervantes era un buque mixto de carga y pasajeros, que poseía 160 de largo y 20 de ancho, que había sido botado (es decir que había llegado al agua tras su construcción) apenas 3 años antes en 1927 del astillero Blohm & Voss, en Hamburgo, Alemania. 

Llevaba 350 tripulantes y 1200 pasajeros a bordo que habían terminado de comer, según cuentan algunas crónicas, cuando un golpe acompañado de un ruido fuerte daba la señal de inicio del camino hacia el naufragio en las heladas aguas del Canal. 

El Cervantes había chocado con unas rocas sumergidas no cartografiadas en el paso Les Eclereurs, el peñasco donde está el faro. Había un práctico a bordo, pero el capitán era la primera vez que navegaba las aguas del canal Beagle. El daño del casco estaba en la proa y era importante; la decisión del abandono del barco fue inminente. 

Antes de quedare sin motores el capitán decidió llevar el buque hasta los islotes Les Eclaireurs donde lo encalló. El Cervantes permaneció a flote por veinticuatro horas más, tiempo suficiente para que la totalidad de los pasajeros y casi todos los tripulantes pudieran abandonar el barco. 

Todos los náufragos pudieron ser rescatados en el mismo día pero el buque Monte Sarmiento tardó una semana en venir a recogerlos a una Ushuaia que recordemos que contaba con menos de la mitad de habitantes que los pasajeros del Cervantes. 

En el pueblo no había más que una pensión con cuatro camas y los náufragos debieron repartirse en diferentes casas de familia, el patio del presidio (que llegó a techarse), depósitos, etc., y según se sabe, los presos que ocupaban el presidio en ese entonces, donaron mediante un comunicado la mitad de su ración de comida para los náufragos. 

Durante la bajamar el Cervantes dio una vuelta campana, produciendo la única víctima del accidente: su capitán. El crucero permaneció parcialmente sumergido, y fijo a algunas rocas por su popa.

Segundo hundimiento

Luego de 14 años, en 1944 y después de mucho papeleo, una empresa argentina llamada Salvamar obtuvo el permiso e inició las tareas de reflotar el Monte Cervantes. La vuelta de campana que había dado al momento de hundirse había dejado parte de la embarcación fuera del agua.

El trabajo de los buzos contratados para la tarea consistía en sellar el casco del buque para luego inyectarlo con aire comprimido y así reflotarlo. La empresa había establecido un campamento enfrente del faro Les Eclaireurs donde aún pueden verse los retos.

Durante diez años, la firma intentó reflotar el Monte Cervantes y finamente el 3 de octubre de 1954, el barco fue reflotado. La idea original era remolcarlo hacia la ciudad de Ushuaia donde le harían el desguace.

Los remolcadores Chiriguano y Guaraní de la Armada, y el Saint Christopher que aún descansa semihundido en las costas de la bahía de Ushuaia, por entonces perteneciente a la empresa Salvamar; se habían encargado de las tareas de remolque.

Remolcador Saint Christopher

A las 15.12 del 7 de octubre de 1954, apenas 20 minutos después que el Monte Cervantes fuese reflotado, las lingas de acero de los remolcadores se cortaron, el casco del Monte Cervantes se volvió a partir y se hundió nuevamente, en un lugar más profundo (entre 75 y 100 metros), esta vez de forma definitiva.

Fotos de Histamar

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