Por definición, el concepto de ingreso familiar designa a todos aquellos ingresos económicos con los que cuenta una familia, esto obviamente incluye al sueldo, salario, de todos aquellos miembros de la misma que trabajan y que por ello perciben una retribución y todos esos otros ingresos que puede considerarse extras, tal es el caso de, por ejemplo, una “changa”, el ingreso que se obtiene por un emprendimiento independiente que alguno de los integrantes de la familia lleva a cabo, o aquella suma de dinero que se percibe mensualmente en concepto de renta de alguna propiedad que se posee.
Todo ese ingreso familiar será con el que el grupo en cuestión contará para poder cubrir sus necesidades básicas y el resto de los gastos que normalmente tiene una familia.
Cabe destacarse que el ingreso familiar resulta ser un indicador económico muy importante y relevante y desde el que los especialistas elaboran estadísticas sobre los niveles de vida en los diferentes países, ya que permite conocer los estándares de vida que existen en tal o cual región.
Cuando en esta ecuación aparecen el desempleo o el subempleo, se modifican las formas en que los ingresos llegan a los grupos familiares y empieza a aparecer la informalidad. Crece el empleo en negro y crecen también los ingresos que aparecen de la venta ambulante o vía nuevas tecnologías.
Respecto al tema, Ricardo Bonilla, coordinador del Observatorio de Coyuntura socioeconómica del Centro de Investigación para el Desarrollo (Colombia) explica que “la informalidad está presente, principalmente, en los países en desarrollo, y más específicamente en las ciudades de medio o menor tamaño. Al ser ciudades que no cuentan con una industria muy desarrollada, no hay empresas de gran envergadura que atraigan la mano de obra y activen el mercado laboral”.
En el caso de Tierra del Fuego podemos hablar de una ciudad de medio tamaño e industrializada, pero pasando por un momento en el que las grandes empresas, lejos de incorporar mano de obra, la expulsa.
“Pero es necesario hacer una aclaración”, dice Bonilla, “ya que al hablar de informalidad no sólo se hace referencia a vendedores ambulantes; teniendo en cuenta lo anterior, algunas de las principales causas de la informalidad que desencadenan en el rebusque son: la falta de alternativas laborales, los altos niveles de desempleo y las barreras para el acceso a créditos”.
Cuando en nuestra ciudad se empezaron a multiplicar los grupos de ventas en las redes sociales, los primeros en alzar la mano y pedir ayuda para frenar la oleada fueron los comerciantes: “es algo que no es fácil, estamos todavía en proceso de reuniones y buscando ideas, todavía no está plasmado el cómo se va a hacer el control, para eso habría que juntarse no sólo con comercio sino también con bromatología y con un montón de lugares, porque abarca a muchos sectores”, decía hace algunos días Francisco Maravilla, comerciante del rubro gastronómico.
Susana vende comida por Facebook, Susana es la otra cara de la moneda: “yo entiendo a los comerciantes, nosotros no queremos sacarle gente que compra, lo único que pretendo es tener un ingreso. Trabajo no hay, yo tuve 8 contratos en la fábrica en la que estaba, pero me sacaron igual porque nunca quedé efectiva”.
Cuando le preguntamos a Susana qué opinaba sobre la posibilidad de formalizar su emprendimiento, respondió que “yo no tengo problema con que venga bromatología una vez por semana, todos los días si quieren, pero no puedo ir a la AFIP porque si tengo que pagar 800 o 1000 pesos por mes ya no me rinde lo que vendo y si tengo que subir los precios para pagar en rentas la gente ya no me va a comprar”.
Alberto, por su parte, vende ropa: “no puedo poner un negocio y mi idea no es vivir de esto, pero mientras espero y rezo para que me vuelvan a llamar de la planta yo de algo tengo que vivir. No creo estar haciendo nada ilegal. Se tiran contra nosotros y acá hay un montón de comercios grandes y muy reconocidos que venden ropa trucha. No competimos contra ellos, nosotros nos rebuscamos hasta conseguir otro trabajo fijo de nuevo”.
Félix Piacentini, economista de la Fundación Mediterránea detalla: “muchas causas confluyen cuando se intenta explicar la informalidad laboral. No hay una regla exacta o una sola causa que explique la problemática. Se sostiene que a mayor industrialización menor empleo no registrado. Y si bien es cierto que la industria tiene menor informalidad, esa relación no es una regla matemática. En muchos casos ocurre que al estar la industria más organizada y expuesta al control suele tener las cosas en orden. Las multinacionales son las que más se cuidan porque son precisamente las más controladas.
Hoy, hay muchos profesionales que trabajan de manera no registrada en el mercado laboral. No obstante, las probabilidades de ser empleado informalmente es menor cuando se cuenta con mayor calificación y educación. Quienes realizan tareas de menor calificación en la mayoría de los casos son empleados sin registro dentro del sistema. “El Estado es el que tiene que controlar que no exista el trabajo con estas características, y no lo hace como se debe”, afirma Piacentini.
Todo se trastoca cuando el pilar fundamental de la economía familiar desaparece, “el ingreso tiene el perfil del multiplicador económico”, destaca el economista Ariel Setton
“Menos trabajo en la empresa X o Y (o generalizado) hace que menos personas tengan dinero en la calle. Eso hace que esas personas no puedan comprar en los negocios A, B y C, lo que hace que menos gente venda, y por lo tanto le cueste más llegar a fin de mes”.
“En lo que es perfil consumidor, se cortan las compras de bienes durables (auto, casa) o semi durables (heladera, línea blanca); y en el consumo, que no podes evitar, se consume menos y se eligen más segundas marcas más baratas.
La realidad es una sola y afecta a todos, claro que no a todos de la misma manera. El ingreso es la base para el desarrollo del principal núcleo de la sociedad, sin él el efecto dominó es destructivo e imparable.
María Fernada Rossi