Gran parte de las problemáticas actuales que enfrenta la sociedad tienen una base ambiental y se encuentran ligadas al modelo de producción y consumo que rige la economía mundial. La economía circular propone una revisión de nuestro estilo de vida y formas de producir y consumir que podría significar el camino hacia la solución de muchos de nuestros problemas.
Crisis climática, agotamiento de los recursos naturales, deterioro de los hábitats naturales, crisis alimentaria, basura, contaminación del aire y el agua, proliferación de nuevas enfermedades y un largo etcétera son los problemas que tienen a la humanidad al borde de la catástrofe en los últimos años. Todas estas problemáticas socio ambientales encuentran su origen en un modelo de producción y consumo que está demostrando ser insostenible y atentar directamente contra la vida como la conocemos. El ejemplo más reciente es la pandemia del nuevo coronavirus que ya se ha cobrado miles de vidas alrededor del mundo y mantiene a la población mundial sumida en una de las crisis más graves de la historia. El motivo: tráfico de animales, destrucción de hábitats naturales y globalización.

Ante esta realidad urge encontrar nuevas formas de producir y consumir que permitan preservar el ambiente natural que sostiene nuestra vida y la de todos los seres que habitan el planeta. Hasta el momento ha predominado un sistema que se basa en la sobreexplotación de los recursos naturales, priorizando el beneficio económico por sobre todas las otras cuestiones, en desmedro de la calidad ambiental y de la sostenibilidad de los sistemas naturales que permiten la vida en nuestro planeta. Una de las propuestas más resonantes es la llamada economía circular, un modelo basado en la reutilización de los recursos, la producción sustentable y el consumo consciente.
Pero, ¿qué es exactamente la economía circular y cuales son sus principios?
Este modelo se contrapone al actual (lineal) planteando no reemplazar los productos que fabricamos y consumimos, sino reutilizarlos. Para ello propone la aplicación del ecodiseño a la producción (es decir, el diseño de los productos y su packaging teniendo en cuenta sus posibilidad de reutilización y reciclaje), la ecología industrial y territorial (es decir la gestión de forma optimizada de los stocks, flujos de materiales, energía y servicios), la economía de funcionalidad (priorizar el uso frente a la posesión), la reutilización, reparación y el reciclaje.
Este tipo de modelo debe ir acompañado de cambios de base en otros aspectos fundamentales que permitan su implementación. La gestión de residuos es una de los principales pilares de la economía circular. Conocer la cantidad de basura que se genera, identificar la capacidad de reciclaje y las posibilidades de reutilización resulta fundamental, por lo que las políticas de residuos sólidos de cada estado resultan de suma importancia. Por otro lado resulta indispensable realizar cambios de base en los procesos de producción. Aunque existen productos diseñados de forma inteligente y novedosa el uso ineficiente de esos recursos en los procesos de producción puede dar lugar a una significativa generación de residuos. Es importante aplicar la innovación en todos los procesos y no solamente en el apartado tecnológico. Grandes ejemplos son la economía colaborativa, el autoconsumo o las comunidades energéticas y locales, que comparten gastos y energía de forma eficiente.

Por último, pero fundamental, los hábitos de consumo deben ser profundamente modificados. Como consumidores debemos asumir nuestra cuota de responsabilidad y revisar cual es el impacto que nuestras decisiones tienen sobre el ambiente y la economía. Pero para que esto pueda suceder es necesario que contemos con información acerca de los productos que consumimos. Es importante tener en cuenta que la toma de decisiones está determinada por la información que tenemos los consumidores a la hora de comprar. La variedad de productos, los precios, el etiquetado, envasado y composición. Por ello una completa información por parte de los consumidores es crucial para que su decisión de compra sea la más adecuada y sostenible posible.
En definitiva, la economía circular propone una revisión integral de la forma en que producimos, consumimos y desechamos los productos. Se trata de una propuesta que podría significar la respuesta para muchas de las problemáticas que nos afectan, pero como todo cambio requiere de una fuerte determinación por parte de la sociedad y la voluntad política de parte de los tomadores de decisión. Estamos atravesando uno de los momentos más difíciles de nuestra era y los tiempos que vienen nos plantean un gran desafió. Esta es la oportunidad de contemplar los efectos de nuestras decisiones pasadas y reflexionar profundamente sobre las que tendremos que tomar.
Abel Sberna
