Este lunes, 25 de marzo, se conmemora una vez más el Día del Trabajador de Prensa de la República Argentina, para recordar que en esta misma fecha de hace 80 años, en 1944, a través de un decreto se puso en vigencia el Estatuto del Periodista Profesional de la Argentina, inspirado por Juan Domingo Perón desde la Secretaría de Trabajo y Previsión.
Aquella norma, que en diciembre de 1946 se convirtió en la ley 12.908 con plena vigencia en la actualidad, significó la conquista de derechos laborales tales como francos semanales, jornada de trabajo de ocho horas, vacaciones pagas y salario discutido en paritaria con la patronal. Por eso podemos afirmar que para la vida de miles de redactores, cronistas, correctores, fotógrafos y personal administrativo de los diarios (principal medio de información de esa época) hubo una bisagra en aquella jornada del 25 de marzo de 1944.
Hace tres décadas, tras recuperarse la democracia, la Federación Argentina de Trabajadores de Prensa (Fatpren) instituyó esta fecha como un día de celebración y reflexión. También se asocia esta efeméride con el secuestro y asesinato del destacado periodista, escritor y militante político Rodolfo Walsh, ocurrido el 25 de marzo de 1977, cuando distribuía copias de su valiente Carta Abierta de un escritor a la Junta Militar, en coincidencia con el primer aniversario del arranque de la dictadura cívico-militar. Se combinan así la conmemoración gremial y el homenaje a una figura insigne del periodismo comprometido con la verdad.
Ahora, en el año 2024, no hay nada para festejar en este Día del Trabajador de Prensa de la República Argentina, porque la totalidad de los compañeros trabajadores de la Agencia Nacional de Noticias Télam con sus corresponsalías, la Televisión Pública, y Radio Nacional con su emisora central y 49 filiales en todo el país, viven horas de angustia e incertidumbre ante el anuncio de inminentes despidos y el cierre de sus fuentes de trabajo, que está a punto de poner en práctica el Gobierno Nacional.
Tampoco es posible realizar un festejo cuando miles de trabajadores de prensa, de empresas privadas, de medios gráficos, electrónicos, radiales y televisivos pagan salarios que no alcanzan a cubrir el costo de la canasta alimentaria básica familiar, obligan a sus empleados al régimen de multitarea, niegan los dos francos semanales, no abonan horas extras, y precarizan las condiciones de trabajo de distintas maneras. Y además, también en esas empresas se producen despidos.
Nadie puede pensar en un festejo cuando la Fatpren no puede lograr que las cámaras empresarias de prensa se sienten a la mesa paritaria para discutir salarios, y la autoridad nacional de aplicación de la ley de Contratos de Trabajo no cumple con su deber regulador.
Los trabajadores de prensa tampoco podemos festejar nuestro día cuando observamos la crisis presupuestaria de las universidades públicas y los propósitos gubernamentales para disolver los institutos del teatro y del cine, entre otros muchos organismos en los cuales el periodismo siempre ha desarrollado trabajos paralelos.
Por otra parte, el ambiente social y político de todo el país se encuentra afligido y oprimido por el descontrol inflacionario de precios y tarifas, el aumento de la pobreza y el desempleo, la parálisis de la actividad fabril y comercial, y la escalada de violencia institucional –en palabras y hechos- hacia quienes piensan distinto al Gobierno, todo lo cual genera un clima de desaliento generalizado que interpela y cuestiona el rol de los trabajadores de prensa. ¿Cómo sería posible festejar en este contexto?
Este cronista, que fue como trabajador de prensa durante la dictadura cívico militar –la que tan descarnadamente denunció hace 47 años nuestro admirado Rodolfo Walsh- quiere citar un párrafo de un documento elaborado, en junio de 1981, por aquella Asociación de Prensa del Valle Inferior que encabezaba el siempre recordado compañero Héctor Coco Colás.
En esa oportunidad, y con relación al Día del Periodista, el escrito decía que “seríamos cómplices de la visión irreal de un país idealizado por la óptica interesada de los medios de comunicación social, permeables a los dictados del poder y promotores de la frivolidad y el consumismo, si festejáramos esta fecha”.
Las circunstancias de este 25 de marzo de 2024 son, dolorosa y aterradoramente, muy parecidas a las de los peores momentos de la dictadura cívico militar. Por eso no hay nada para festejar en este Día del Trabajador de Prensa.
Las únicas expectativas están puestas en la respuesta solidaria y mancomunada a través de las organizaciones sociales, populares y gremiales. Un dato relevante es la reciente conformación del Sindicato Único de Trabajadores de Prensa de Río Negro (con filiales en Viedma, Bariloche y Alto Valle), que se integró de inmediato a la Fatpren.
Para cerrar este comentario es necesario y oportuno transcribir algunas líneas de Rodolfo Walsh en su carta del 25 de marzo de 1977.
Decía el autor de “Operación Masacre” y maravillosos relatos de ficción.
“En la política económica de ese gobierno (de la dictadura cívico militar) debe buscarse no sólo la explicación de sus crímenes sino una atrocidad mayor que castiga a millones de seres humanos con la miseria planificada. En un año han reducido ustedes el salario real de los trabajadores al 40 %, disminuido su participación en el ingreso nacional al 30 %, elevado de 6 a 18 horas la jornada de labor que necesita un obrero para pagar la canasta familiar, resucitando así formas de trabajo forzado que no persisten ni en los últimos reductos coloniales. Congelando salarios a culatazos mientras los precios suben en las puntas de las bayonetas, aboliendo toda forma de reclamación colectiva, prohibiendo asambleas y comisiones internas, alargando horarios, elevando la desocupación al récord del 9 % y prometiendo aumentarla con 300.000 nuevos despidos, han retrotraído las relaciones de producción a los comienzos de la era industrial, y cuando los trabajadores han querido protestar los han calificado de subversivos, secuestrando cuerpos enteros de delegados que en algunos casos aparecieron muertos, y en otros no aparecieron”.
¡Por aquello y por lo de hoy: no hay nada para festejar en este Día del Trabajador de Prensa!
Fuente: APP