EL ROMPEHIELOS presenta el ciclo Mitologías fueguinas.

Los días domingos y los miércoles publicaremos las apasionantes leyendas del pueblo selk’nam y del pueblo yámana.

Cultura yámana: Akainix

Tanto los niños como los adultos yámana, gozaban mucho viendo los colores y la luminosidad de Akainix, el arco iris.

Akainix era un hombre hermoso, un poderoso hechicero que sabía pintarse mejor que nadie. Hermano de Lem, el sol, y esposo de Janusha, la luna. Tenía varias hermanas y ellas eran tan inteligentes y astutas como él.

Akainix era el más anciano de sus hermanos y tenía permiso para ingresar en la choza del kina, el lugar donde se hacía la ceremonia secreta de las mujeres.

Un día encontró a su esposa y a sus hermanas intentando, sin éxito, hacerse pasar por muertas para divertirse y aterrorizar a todos. Akainix decidió mostrarles cómo se hacía: se acostó en el suelo, se estiró cuan largo era y se quedó inmóvil sin respirar. Su mujer y sus hermanas se pintaron de luto y dijeron a los demás que Akainix había muerto.

Todos, muy conmovidos, se juntaron para celebrar los funerales y lloraron y cantaron durante varios días. Dado que la mujer y las hermanas de Akainix eran muy hermosas, no faltaron hombres enamoradizos que las acariciaron y durmieron con ellas, para luego reclamarlas como esposas.

Akainix escuchaba todo con atención, enojado por lo que estaba pasando. Una mañana en que esos hombres se alejaron hacia un acantilado para cazar cormoranes, Akainix se levantó, corrió por otro camino y llegó antes a la cima para espantar a los pájaros. Los hombres no entendían qué estaba pasando. Cuando vieron a Akainix quedaron paralizados de terror. Este les indicó que entren al agua para atrapar unos patos. Los hombres, que habían perdido el juicio, le hicieron caso. Akainix tomó su honda y los mató a todos, para vengar la ofensa que la habían hecho a él, a su mujer y a sus hermanas.

Los parientes de los muertos se enfurecieron y se desarrolló una fuerte lucha. Intentaron romperle el cuello, pero Akainix era un poderoso hechicero. Le doblaron el espinazo de forma que nunca más pudo levantarse o enderezarse, pero no pudieron matarlo.

Akainix huyó al cielo, transformándose en el arco iris. A partir de ese momento los yámana olvidaron su odio, y cuando Akainix se presenta en el cielo, anunciando buen tiempo, se reúnen para admirar su belleza, en pacto de amistad.


Los primeros fueguinos, como hizo siempre toda la humanidad, han narrado el origen de su mundo, han elaborado ideas sobre la vida y la muerte, sobre la moral y las costumbres, han creado historias para contar los poderes de sus dioses y las hazañas de sus héroes, han desarrollado una rica mitología para explicarse a ellos mismos de dónde venían y quiénes eran.

Estas son historias que desde tiempos antiguos han servido para dar apoyo y enriquecer a los hombres y a las mujeres que se enfrentan a la experiencia de estar vivos.

Las leyendas que entretejían los ancianos frente al fuego, hoy llegan recreadas por la sobria pluma de Fede Rodríguez y los mágicos pinceles de Omar Hirsig.

Dejá que las Mitologías fueguinas te atrapen.

Fede Rodríguez
Ilustración: Omar Hirsig

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