Durante el primer trimestre de 2020 se registró un incremento de alrededor del 60% de la deforestación ilegal en el amazonas brasilero con respecto al mismo periodo del año anterior. La destrucción de bosques preocupa especialmente en el contexto actual de cambio climático y perdida de biodiversidad.

En plena epidemia de COVID 19 en la cual se hacen cada vez más evidente las consecuencias de la destrucción del ambiente y la necesidad de repensar nuestra relación con el mismo, la situación de América Latina con respecto a la deforestación continua agravándose. Recientemente Greenpeace denunció públicamente la deforestación de bosques nativos en el norte argentino durante la cuarentena y ahora un informe del Instituto Brasileño de Pesquisas Espaciales (INPE) revela que en lo que va del año la selva brasilera perdió 1200 km² debido a la deforestación ilegal que prolifera en el país. Esto representa un incremento de alrededor del 60% con respecto al mismo periodo del año pasado y es la medición más alta registrada desde el año 2016.

La deforestación es provocada en gran parte por la actividad de madereros ilegales, la minería y la agricultura en áreas protegidas. Las informaciones de imágenes satelitales indicaron que durante el mes de abril fueron emitidas señales de alerta en 405,6 kilómetros cuadrados de los seis estados de la región norte de la Amazonía, más Tocantins (centro), Mato Grosso (occidente) y Maranhao (nordeste). El aumento de la deforestación en la Amazonía coincide con las medidas de aislamiento social, cuarentena y en algunos casos de confinamiento total, como en Belem y Sao Luiz, capitales de los estados de Pará y Maranhao, respectivamente, para contener el avance del coronavirus.

La selva del amazonas es la más extensa del mundo y el 60% de la misma se encuentra en territorio brasilero. La Amazonia es reservorio de una gran biodiversidad y es hogar de especies en grave peligro de extinción como el yaguareté. Además cumple un importante rol en la regulación hídrica y climática de toda la región, por lo que el deterioro de la selva tiene un grave efecto sobre todo el territorio, ya que la deforestación modifica los regímenes de lluvia, altera la capacidad de absorción de los suelos, pudiendo provocar sequías e inundaciones.

El Amazonas aporta agua a la cuenca del Plata y una parte de esta alimenta a la llanura pampeana, en la cual se desarrolla una parte importante de la actividad agropecuaria de nuestro país. Además, genera las precipitaciones de la llanura chaqueña, la cual ya se encuentra gravemente afectada por la deforestación y el cambio del uso del suelo.

Desde la asunción del presidente Jair Bolsonaro al gobierno de Brasil, las políticas ambientales implementadas por su gestión han sido duramente criticadas por diversos movimiento sociales, ambientalistas y por la comunidad científica. Según las críticas la política aplicada por la administración Bolsonaro, de marcado corte extractivista, es la responsable de catástrofes como los incendios de 2019 y el incremento de la deforestación, ya que existe un gran fomento por parte del gobierno nacional para el desarrollo de la agricultura a gran escala que avanza sobre la selva y los ambientes naturales del país.

Según sus detractores, los grupos económicos relacionados al agro contarían con el visto bueno del presidente, quien con sus medidas y decisiones debilita las regulaciones que sobre ellos existen. A fines de 2019, mientras los incendios aún amenazaban a la selva, el presidente Bolsonaro derogó un decreto que prohibía la siembra de caña de azúcar en las áreas que todavía preservan su vegetación nativa, como la Amazonia y el Pantanal, lo que le valió duras criticas de parte de organizaciones ambientalistas como la World Wildlife Fund (WWF) desde la que se aseguró que dicha decisión es una clara muestra de que las políticas del presidente ponen en serio peligro la conservación del ambiente natural del país.

La selva amazónica, que ya se encuentra duramente golpeada, enfrenta a partir de este mes el ingreso a una nueva temporada de incendios debidos a la estación seca, por lo que se teme que el año 2020 podría registrar nuevos records históricos de deforestación.

Abel Sberna

Deja tu comentario