La historia de Simuladores Hornero, una pequeña firma argentina integrada por un grupo de amigos que logró desarrollar un producto cuya certificación se encuentra entre las tres mejores del planeta. Para qué sirve el AT-802 que fabricaron y cuáles son sus ventajas respecto a otros similares de procedencia extranjera. 

Una pequeña empresa nacional, conformada hace más de 20 años por un grupo de amigos interesados en la tecnología de punta, logró fabricar un simulador de vuelo cuya certificación está entre las tres mejores a nivel mundial en su tipo, detrás de un desarrollo de Estados Unidos y otro de España.

El nombre técnico de este desarrollo es AT-802, una herramienta de entrenamiento para pilotos de la aeronave Air Tractor 802, especializada en el combate contra incendios forestales, anfibio, que ya cuenta con la aprobación de la Administración Nacional de Aviación Civil.

Construido en un garaje de la localidad bonaerense de La Matanza, este simulador también está ideado para trabajar fallas y situaciones climatológicas complejas durante los vuelos. Además, tiene la capacidad de registrar los parámetros de vuelo y una serie de estadísticas para que tanto el instructor como el alumno puedan analizarlas.

El principal beneficio es que aquel que quiere capacitarse lo puede hacer en el país, con un costo mucho menor al que tendría si tuviera que irse al exterior como sucede hoy en buena parte de los casos”, explica Adrián Zaccagnino, uno de los fundadores,  gerente de la pyme y proyectistas mecánico.

“Esto se construyó todo a pulmón, es lo más avanzado que hemos logrado y tiene una certificación muy alta a nivel internacional”, detalla Zaccagnino sobre el último simulador, una herramienta que permite experimentar situaciones de vuelo real sin correr los riesgos que implican estar realmente en el aire.

Para la aviación, los simuladores son claves ya que permiten todo tipo de aprendizaje, entrenamiento, situaciones y pruebas de fallas. “Es exactamente lo mismo que volar en el avión, con los mismos tiempos y efectos, pero sin la posibilidad de que ocurra algún accidente”, cuenta el gerente. “En todo caso, lo peor que les puede pasar es que reprueben la capacitación”, agrega para ejemplificar la importancia.

Simuladores Horneros es una pequeña empresa constituida hace más de 20 años creada por Zaccagnino junto al piloto Sergio García y al ingeniero aeronáutico Franco Marinelli. Nacida en la fotografía publicitaria, la firma fue mutando para “conformar un amplio equipamiento Aeronáutico, tanto en lo óptico como en lo electrónico”, explican en la web, hasta llegar a la decisión de producir simuladores “con ideas propias y la más alta tecnología aplicada”.

El desarrollo para la aeronave Air Tractor 802 es la gran novedad de la compañía, que a lo largo de sus más de 20 años de existencia también fabricó un simulador de helicópteros, el avión Cessna C- 172 y una aeronave genérica de tipo monomotor a pistón, entre otras. El Pampa 2000 fue la primera creación, con características pensadas para un piloto que decida entrenarse en las habilidades primarias de vuelo.

En su recorrido, Simuladores Horneros también realizó algunos proyectos junto a algunas universidades nacionales, como la de La Matanza, mientras que también trabajaron con INVAP, una empresa argentina de alta tecnología dedicada al diseño y la construcción de sistemas complejos.

A la par de la difusión del último proyecto, Zaccagnino cuenta que también están trabajando en la elaboración de un simulador de autos de carrera “al estilo que usa Dallara”, la compañía italiana fundada por Gian Paolo Dallara cuyos monoplazas hoy predominan en las competiciones de Fórmula 3.

“Nos falta implementarlo para entrenar pilotos e ingenieros de pista”, señala el proyectista mecánico sobre la iniciativa en la que esperan avanzar en los próximos meses. En este caso, decidieron llevarla adelante con un convenio de cooperación con una empresa de Brasil dedicada al automovilismo.

Desde su creación, la firma nacional es una de las pocas compañías en el mercado aeronáutico con las homologaciones y los requisitos dispuestos por ANAC. “Hacemos proyectos, a veces vendemos algún simulador o viene alguna empresa a encargarnos un trabajo específico. Es lo que nos permite financiar otras cuestiones, las que más nos interesan”, dice Zaccagnino.

“Somos un grupo de amigos a los que nos gusta la tecnología y no hay otra empresa en Argentina como la nuestra”, concluye sobre el diferencial de este proyecto que ya tiene más de dos décadas.

Fuente: Agencia Télam

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