El reclamo por la aparición con vida de Santiago Maldonado se cuela en las aulas cargado de polémica. Prohibir a los chicos escuchar los planteos de Desaparición Forzada dentro de las escuelas y remitir la educación política a un entorno familiar abre la puerta al debate de mayor profundidad.
“Prohíbo terminantemente que mi hijo presencie ninguna clase sobre Santiago Maldonado y exijo que se me avise previamente el día que se haga militancia política para retirarlo / a del establecimiento, o que ese día no asista, sin que corra falta alguna, mencionando el hecho que según nuestra constitución la enseñanza debe ser laica y apolítica”.
La cita se lee en el cuaderno de comunicados de un padre en la patagónica ciudad de Trelew, pero es parte de una suerte de contra ataque a la propuesta de Central de Trabajadores de la Educación de la República Argentina de llevar el caso de Santiago Maldonado a las escuelas y hablar de Desaparición Forzada.
El comunicado en el cuaderno del alumno chubutense estaba pegado. Lo había impreso y completado con los datos de su hijo para notificar al colegio de su postura. Los manuales proponen actividades donde mencionan que lo que le sucedió a Maldonado fue una desaparición forzada a manos de Gendarmería. Además de mencionar al joven desaparecido al tomar lista y poner la bandera a media asta.
El revuelo inundó las redes sociales donde el hashtag #ConMisHijosNo fue la consigna utilizada por un sector de la sociedad que se opone al tratamiento del caso Maldonado en las aulas considerándolo un “adoctrinamiento político partiadario” para los menores.
¿Se puede adoctrinar en las escuelas? ¿Está mal hablar de la desaparición de Santiago Maldonado en las escuelas? Lucrecia Falón es Licenciada en Ciencias de la Educación y docente de la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco y opina que “no podríamos decir que es un adoctrinamiento”, sino que se trata de sugerencias para el aula y que “los lineamientos que toman los docentes son los de diseños curriculares”.
“La educación trata de responder a fines sociales como por ejemplo la formación de la ciudadanía”, agrega además Falón, “en el marco de una educación que forma para el respeto y defensa de Derechos Humanos los ciudadanos, los jóvenes como sujetos de derecho, deben conocer esto”.
En la escuela, desde el Derecho, la Historia, las Ciencias Políticas pueden brindar aportes al debate con una mirada superadora del sentido común: “Esos debates estériles sin fundamento que se dan cotidianamente” sostiene la docente con una mirada más amplia y más crítica, lejos de las concepciones de adoctrinamiento de las que se habla.
¿Y si la politización es evidente? ¿Si es marcado el interés partidario hacia un lado u otro? Falón recuerda que “cuando tratamos desde la educación de formar a los estudiantes como ciudadanos activos, partícipes, no es política partidaria pero si política. La Educación no puede ser neutral, responde al modelo de sociedad que se pretende instaurar. Tenemos que dar el conocimiento a los ciudadanos de las leyes, los hechos; para poder participar con conocimiento”.
Memoria selectiva
“En 1984, una compañerita de sala de 4 me dijo que se votaba por el si o el no porque no se podía votar por Perón porque se había muerto” cita una experta en comunicación desatando un hilo en Twitter. La primera respuesta recuerda que “En 1973, un compañerito de 2º grado se subió al tobogán del colegio y cantó: “¡Y no hay segunda vuelta, compañeros, Cámpora- Solano Lima!”, otro tuitt agrega “1985: una amiguita me dijo ‘en dictadura no hay que pagar impuestos porque usan esa plata para meterte preso si estas en contra de ellos’ REAL”.
Hilos similares relatan situaciones parecidas: dictadura, democracia, Malvinas, AMIA. Todos los temas eran abordados en la escuela para quienes crecimos en democracia. “En el regreso de la democracia comenzaron a incluirse todos estos temas en la escuela -recuerda Falón-, con dificultades. Porque también quedaron huellas de la dictadura, temor a hablar de estos temas, que de a poquito se van superando”.
Para la profesional de la Educación, “ahora hay un retroceso en este sentido, hay temas de los que en la escuela no se puede hablar porque ya es hacer militancia y no es así” sentencia. “Los docentes pueden tener una posición político partidaria, pero el abordaje que tienen que hacer en el aula se sustenta en saberes y conocimientos de la materia que se enseña”, asegura, destacando el nivel de formación de los docentes en Argentina.
La utilización política descarnada en el marco de la desaparición de Santiago Maldonado, comienza a ajar la grieta en profundidades históricas. Desde ambos lados, cada acción resulta una posibilidad de señalar la forma en la que el oficialismo y la oposición kricherista alcen banderas unos contra otros.
La capacidad de los profesionales se mide en relación a su compromiso partidario. Los temas de debate “pertenecen” a un sector u otro por lo cual puede resultar más o menos trascendente o necesario llevar el mismo adelante. Las consecuencias de la polarización política son graves, y calan cada vez más profundos a niveles insospechados.
Pablo Riffo