La localidad es un paso obligado de turistas que se dirigen a otros destinos, y un lugar para el encuentro de paisanos y lugareños dispuestos a transmitir sus conocimientos y el amor por su lugar.
La región del Parque Patagonia fue poblada con una lógica campesina. Sus pueblos nacieron tardíamente en torno a establecimientos rurales, en cruces de caminos que conducían a ellos, o incluso en puntos donde era posible y necesario hacer una escala en los largos viajes a caballo o carro.
Ubicado a 128 km de Perito Moreno y a 330 km de Gobernador Gregores. Bajo Caracoles es un lugar estratégico para recargar combustible, ya que no hay otro surtidor hasta Gregores. Además, cuenta con dependencia policial, escuela rural y en temporada, con hotel y camping.
Su nombre se debe a que en la región existen fósiles de Crioceras, un amonite o “caracol” extinto hace más de 100 millones de años en el período Cretácico Inferior de la era Mesozoica. Se los encuentra en el área sobre el lago San Martín, y en el río al que dieron su nombre en Santa Cruz.
Francisco José Folch junto con los comerciantes Caseros y Alessanco establecieron el emblemático boliche de Bajo Caracoles para aprovisionar a los viajeros y estancias vecinas a comienzos del 1920. Hoy es la posta obligada en el cruce de la RN 40 con la RP 39 que lleva a Lago Posadas para recargar combustible, descansar, o comer. “La puerta hacia el pasado”, dice el cartel que recibe a los viajeros en este rinconcito patagónico donde se levanta el Hotel Bajo Caracoles, desde hace más de 45 años cobijo y lugar donde informarse sobre el Parque Patagonia y las alternativas turísticas que ofrece la región.
Desde hace casi 5 décadas, la familia que administró el único hotel de este pequeño poblado, es testigo de la llegada de miles de turistas de todo el mundo fascinados con la travesía por el noroeste santacruceño.
El edificio del hotel fue construido a principios de la década del 40 por inmigrantes yugoslavos que lo gestionaron hasta 1976. Ese año, Lionelo Paulasa se lo compra a la familia Folch para que lo administre su hijo Héctor.
Fernando Paulasa, hijo de Héctor, explica que el hotel le genera “recuerdos de los más lindos” de su infancia y del fuerte arraigo familiar en la zona. “Teníamos campo cerca, así que veníamos siempre. En estos años es mucho más llevadero, pero en los años 80 y 90 había que estar ahí haciendo Patria -en el medio de la nada- para tener combustible para los turistas y todo lo que respecta a víveres”, resalta.
Paulasa afirma que el perfil de los visitantes ha ido evolucionando hacia otros paradigmas turísticos. “Hace muchos años los turistas pasaban por la ruta 40 tradicional que era de ripio. Después de un viaje de varios kilómetros, sí o sí tenían que parar, quedarse un día, para disfrutar más en la zona y visitar Cueva de las Manos. Hoy hay un turismo mucho más dinámico, motos y familias que recorren la ruta 40”.
Si bien “ahora tenemos internet, que nos acerca al mundo, todavía se puede sentir la paz del lugar, de vivir, cada instante. El esfuerzo de las personas que han pasado por aquí y de vivir rodeados de un paisaje único que invita a explorarlo”, describe Paulasa.
Con su ubicación estratégica y preparado para brindar información útil a miles de turistas cada año, Bajo Caracoles invita a conocer, querer y cuidar un Parque que posee el mayor reconocimiento mundial de sus atractivos. El que elija recorrer este tramo de la ruta 40 va a redescubrirse como habitante y como parte de un entorno único.
Daniella Mancilla Provoste
Fotografías de Florian von der Fecht