Según Greenpeace, desde que comenzó la cuarentena en Argentina se han desmontado mas de 6500 hectáreas. La ONG realiza un monitoreo mediante imágenes satelitales para determinar el estado de los bosques.
El mundo atraviesa una pandemia que pone en evidencia la necesidad de cambiar de forma inmediata a nivel global la forma en que nos relacionamos con el ambiente. Hasta el momento, las actividades del ser humano han provocado cambios drásticos en el entorno natural, destruyendo hábitats, sobreexlotando recursos y generando un cambio climático tan grande que amenaza a la vida en la tierra como la conocemos.

Según diversas investigaciones científicas, el surgimiento y proliferación de nuevas enfermedades, como el COVID 19, guardan una intima relación con la destrucción de hábitats naturales y el tráfico de especies silvestres para su consumo. La deforestación es una de las principales causas de pérdida de biodiversidad y, a pesar de todo lo que estamos atestiguando, en Argentina la destrucción de los bosques no tiene freno.
Según una reciente publicación de la asociación ambientalista Greenpeace, la cual lleva adelante un monitoreo en base a fotografías satelitales, en el norte argentino se desmontaron alrededor de 6500 hectáreas entre los días 15 de marzo y 15 de abril, lo que equivale a 211 hectáreas por día. Estos datos corresponden a las provincias de Santiago del Estero (3.222 hectáreas desmontadas), Salta (1.194 hectáreas desmontadas), Formosa (1.132 hectáreas desmontadas) y Chaco (1.017 hectáreas desmontadas), las cuales concentran el 80% de la deforestación del país.
“A pesar de la cuarentena, los desmontes no se detienen. Mientras la mayoría de los ciudadanos nos quedamos en casa para frenar al coronavirus, la ambición de algunos empresarios agropecuarios no tiene freno y las topadoras siguen arrasando impunemente nuestros últimos bosques nativos”, advirtió Hernán Giardini, coordinador de la campaña de Bosques de Greenpeace.

“En las últimas tres décadas perdimos cerca de 8 millones de hectáreas y somos uno de los 10 países que más destruyen sus bosques. Es hora de que, de una vez por todas, paren las topadoras”, dijo Giardini.
Según la ONG, uno de los casos más graves fueron las cerca de 130 hectáreas que, en plena cuarentena, se desmontaron en la finca San Francisco, ubicada en el departamento San Martín de la provincia de Salta, en el límite con Bolivia. Su dueño es el dirigente agropecuario Ignacio García del Río, presidente de la Sociedad Rural de Salta y miembro de la Asociación de Productores de Granos del Norte. La organización ya ha denunciado en otras oportunidades los desmontes irregulares en dicha propiedad.
La destrucción de los bosques en nuestro país tienen graves consecuencias. Más allá del impacto que tiene el deterioro del hábitat natural para las especies animales y vegetales, en especial aquellas que se encuentran amenazadas, la deforestación modifica la capacidad que tiene el suelo para absorber agua, lo que termina provocando graves inundaciones que afectan grandes exenciones de territorio, destruyendo infraestructura y hogares.
“Es irresponsable y hasta suicida que, frente a la crisis sanitaria, climática y de biodiversidad que estamos sufriendo, se siga deforestando. Más desmonte significa más inundaciones, más desalojos de comunidades campesinas e indígenas, más desaparición de especies en peligro de extinción y más enfermedades.”, afirmó Giardini.
Abel Sberna
Fuente: greenpeace.org
