La población humana aumenta cada día. Como resultado, la demanda de alimentos se incrementa, lo que se traduce en más tierras dedicadas al cultivo. Esto, a su vez, significa más desmonte, erosión de los suelos, consumo de combustibles, contaminación, etc. La implementación de prácticas como la agricultura urbana y el autoabastecimiento de alimentos pueden colaborar a disminuir el impacto de nuestro crecimiento demográfico.
En la actualidad más de la mitad de la población mundial habita en grandes centros urbanos. Estos crecen día a día, junto con su demanda de recursos y el consiguiente desgaste del ambiente natural. Hace ya mucho tiempo que nos hemos alejado del contacto con la tierra y la naturaleza. Los tiempos en que nos alimentábamos de nuestras cosechas han sido reemplazados por los de los hipermercados, donde todo está procesado y prolijamente envasado. El consumo se ha multiplicado junto con el despilfarro. La producción y distribución de los alimentos a escala global es desigual. Mientras que en las grandes urbes el alimento sobra y suele desperdiciarse, en otras regiones del mundo la gente pasa hambre. Sin embargo, existen modelos de producción sostenibles que han sido dejados de lado a causa de la industrialización de los tiempos modernos.
Pero en temas de escala tan grande como es la producción y distribución de alimentos, ¿qué podemos hacer desde lo cotidiano y de manera accesible? Pues bien, un buen comienzo es practicar la agricultura urbana, que es el camino a la sostenibilidad y la soberanía alimentaria.
Pensar en soberanía alimentaria es pensar en un modelo de producción de alimentos de pequeña y mediana escala, respetando el derecho de cada persona a decidir sobre sus propias políticas de producción, distribución y consumo. La soberanía alimentaria es un camino viable para garantizar el acceso a la alimentación para toda la población.
La agricultura urbana es un modelo de producción de alimentos que posibilita alcanzar esta soberanía. Este tipo de agricultura aplica a ámbitos urbanos las técnicas propias de la agroecología, que supone una práctica sostenible de la agricultura mediante la acción social colectiva que integra saberes tradicionales, con el conocimiento técnico moderno, para obtener métodos de producción que respeten el medio ambiente y la sociedad.
La agricultura urbana es la adaptación de este modelo sostenible y amigable con el ambiente, en el entorno de las grandes ciudades. Es una forma alternativa de producción y distribución de alimentos, que aprovecha los recursos locales disponibles (basura, agua, espacios, etc) para generar productos destinados al autoconsumo. La producción de alimentos mediante esta modalidad se lleva adelante en huertas urbanas. Estas huertas pueden montarse en cualquier espacio disponible: patios, terrazas, balcones, pulmones de manzana, etc.
Además del mencionado impacto positivo de la agricultura urbana sobre el ambiente, debido a la disminución de la producción industrial, este modelo productivo tiene otras importantes ventajas para la vida en las ciudades y para las personas que la practican. En primer lugar, la calidad alimenticia de estos productos es muy superior, ya que el cultivo orgánico no involucra herbicidas o insecticidas que dañen la salud de los consumidores. Pero este no es el único beneficio sobre la salud. Trabajar en una huerta urbana brinda la posibilidad de entrar en contacto con la naturaleza, con todo lo que ello implica para una persona que habita en una gran ciudad. El contacto con las plantas, con la tierra y con el ritmo de este trabajo, permite “desconectar” del vértigo cotidiano de las grandes urbes, lo que significa una mejora sustancial en la calidad de vida.
Al mismo tiempo, es notable la disminución de contaminación que representa esta técnica en cuanto al uso de agroquímicos, a la vez que se reduce drásticamente el consumo de combustible y la emisión de gases asociada al transporte de los alimentos desde los campos hasta la ciudad.
Los beneficios son enormes, tanto a escala local como global. La aplicación es sencilla y sus resultados son siempre positivos. Son muchas las ciudades alrededor del mundo que han comenzado a aplicar estas técnicas con mucho éxito. En nuestro país, donde la agricultura industrial tiene un gran protagonismo, podemos comenzar a pensar en un cambio de paradigma que nos permita acercarnos un poco a técnicas más amigables con el ambiente y así mitigar algo del daño que le ocasionamos diariamente a nuestro único planeta Tierra.
Abel Sberna