Según Naciones Unidas, la humanidad cuenta solamente con una década para salvar el océano y sus especies. Una expedición inédita a Península Mitre en Tierra del Fuego reveló que en nuestro país contamos con la oportunidad de salvar uno de los últimos refugios de kelp del planeta.
El martes 8 de junio se celebra el Día Mundial del Océano, con el objetivo de recordar a la sociedad el rol que juega este enorme ecosistema en nuestra vida cotidiana. Hasta hoy, el único planeta que conocemos capaz de albergar vida es este. De toda esta compleja red se cree que, todavía nos falta conocer el 90% de las especies que lo habitan, la mayoría de las cuales se encuentran en el océano. Ocupa ¾ partes de la superficie del planeta, pero hay más gente que ha pisado la luna que la parte más profunda del mar. Aún en la actualidad, más del 80% del océano no está cartografiado ni explorado y solamente el 2,2% está completamente protegido.
El mar Argentino no es la excepción. Contamos con una de las plataformas marinas más extensas y uno de los mares más productivos y biodiversos del planeta; sin embargo solamente el 10% del mar y el 2,7% de sus costas está protegido. Este año, un nuevo acuerdo mundial por la Biodiversidad busca que los países firmantes se comprometan a proteger el 30% de la tierra y el 30% del mar para el 2030. Si bien Argentina es parte del Convenio sobre Diversidad Biológica (CBD), para poder cumplir con esta meta, será necesario que todas las provincias asuman este compromiso.
En este sentido y con el objetivo de conocer más sobre el mar austral y sus bosques de macroalgas, en el 2021 Sin Azul No Hay Verde, el programa marino de la Fundación Rewilding Argentina realizó la primera expedición científica con un grupo de investigadores y buzos argentinos a uno de los lugares menos estudiados y más prístinos del planeta, Península Mitre, en el extremo suroriental de la Isla Grande Tierra del Fuego. Hasta entonces los estudios sobre esta región eran muy escasos, especialmente en relación a los bosques de macroalgas y su contribución a la regulación climática global.
Los bosques de macroalgas son las selvas del mar. Estas algas gigantes son responsables de capturar carbono y liberar oxígeno proporcionando gran parte del oxígeno que respiramos. A nivel global son uno de los ecosistemas más productivos y se estima que almacenan 173 millones de toneladas de carbono anualmente, el doble de lo almacenado en todo el Amazonas.
Maria Bagur, doctora en biología e investigadora del CADIC-CONICET, que participó de la expedición nos cuenta: “Los bosques de macroalgas generan muchos servicios ecosistémicos: protección costera, frenan las olas y protegen a las costas de la erosión, absorben el dióxido de carbono, mitigan el calentamiento global, generan protección, refugio y alimento a muchas especies” y resalta que “existen pocos lugares como este, con un nivel de diversidad tan alta y tan poco impactado. Esto es impagable. Tenemos que conservar Península Mitre para poder mantener un lugar único en el planeta Tierra”.
Los resultados de la expedición a Península Mitre posicionan este remoto lugar como uno de los últimos refugios globales de kelp. Se conoció que casi el 50% de todos los bosques de Macrocystis Pyrifera de Argentina se encuentran en Península Mitre e Isla de los Estados. También se comprobó que la abundancia de algas gigantes, erizos de mar y estrellas de mar alrededor de Tierra del Fuego no han cambiado en más de 45 años, posicionando a los bosques de algas de la punta extrema de América del Sur entre los más prístinos de la Tierra.
Según Julieta Kaminsky, licenciada en ciencias ambientales (Becaria doctoral CADIC-CONICET) e integrante de la expedición, “Actualmente los ecosistemas costeros del planeta están sufriendo un proceso de degradación irreversible. Quedan pocos ambientes costeros que no estén expuestos a la mano del hombre. Península Mitre es uno de los pocos lugares prístinos que hay en el planeta. Perderlo sería perder un lugar que tiene el privilegio de albergar uno de los ecosistemas marinos más productivos, que aporta numerosos servicios ecosistémicos fundamentales para hacerle frente a la crisis climática global y que está lejos del impacto crónico del ser humano.”
El área de Península Mitre abarca una superficie aproximada de 300.000 hectáreas de tierra y 200.000 de mar. Hace más de 30 años que se busca declararla área natural protegida provincial, pero hasta la fecha el proyecto de ley no ha sido aprobado. A finales del 2020 el Gobierno Provincial de Tierra del Fuego emitió un Decreto para declararla de Interés Ambiental, Natural y Cultural y así otorgarle una categoría de conservación provisoria hasta tanto sea protegida de manera definitiva por ley.
Cristian Lagger, biólogo (investigador IDEA-CONICET), explorador de National Geographic e integrante de la expedición nos explica que “lo que ocurre a nivel terrestre influye a la parte marina, y viceversa. Son ciclos muy conectados donde la dinámica es muy intensa. Cualquier impacto que generemos a nivel local, puede afectar a nivel global. Es por esto que es tan importante proteger los bosques de macroalgas de esta región.”
Para dar a conocer los resultados de la investigación e involucrar a la sociedad, la agencia de publicidad Digitas Buenos Aires desarrolló un juego que invita a la gente a conocer sobre las amenazas de la Península y pedir por su protección a través de una petición que ya lleva más de 190,000 firmas juntadas.
Hoy sabemos que si no logramos globalmente desacelerar el aumento de las temperaturas del océano dentro de los próximos 100 años, el Mar Patagónico será uno de los últimos refugios de agua fría en el planeta. Proteger lugares como Península Mitre, no tiene relevancia solo a nivel provincial o nacional, sino que tiene un impacto global.