“Tener otras presencias en el aula no implican una barrera sino una oportunidad: yo me propuse leer cómo piensa y procesa la información cada alumno, y esto no es sólo para los chicos con discapacidad sino para todos”, afirmó Silvana Corso, la docente argentina reconocida internacionalmente por dirigir una escuela pública inclusiva, en la apertura del II Congreso Argentino sobre Síndrome de Asperger.
Dispuesta a cuestionar la educación a la vez que dar pelea desde su trinchera -la dirección de la Escuela Media Nº2 “Rumania”, cercana al Barrio Ejército de los Andes, Corso afirmó: “Los docentes tenemos que enseñar en un contexto, y eso puede ser el barrio o la patología del alumno pero esto no lo define. No hay que preguntar qué tiene sino quién es, y a partir de allí tendrán muchas herramientas para trabajar”.
Entre los 530 alumnos que asisten a su escuela hay adolescentes con parálisis cerebral, síndrome de Down, trastornos del espectro autista, esquizofrenia y espina bífida; pero también hay algunas personas sin discapacidades que necesitan ir acompañadas, como las adolescentes madres que entran con sus bebés a las aulas porque no tienen con quién dejarlos en sus casas o dinero para pagar una guardería.