El final de Los Redondos no sería menos enigmático que toda su trayectoria.

“Un gran remedio para un gran mal”.

Al borde de un estallido social a raíz de la crisis económica que azotaba al país en el año 2001 y, luego de una gira por Uruguay en la cual dieron a conocer su más reciente creación discográfica bautizada con el nombre de “Momo Sampler”, Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota se presentaba en la capital cordobesa ante 45.000 ingenuos espectadores que aún no tenían conocimiento de que aquella, sería la última velada ricotera de la historia. Lo cierto es, que los integrantes de “Los Redondos” tampoco lo sabían.

Como era habitual en la previa de los últimos shows, llevados a cabo por la banda liderada por Carlos el “Indio” Solari y Eduardo “Skay” Beilinson, la organización del evento tuvo sus complicaciones y restricciones.

En primer lugar, el entonces intendente de la Ciudad de Córdoba, Germán Kammerath, no veía con buenos ojos la llegada del revolucionario grupo a las tierras cordobesas, a raíz de los antecedentes conflictivos que cargaban en sus espaldas.

Es por ello, que Carmen “La Negra” Poli, mánager de la banda, se vio obligada a sumergirse en arduas negociaciones, con el mencionado gobernador y distintos funcionarios, en las que logró convencerlos de que el espíritu del grupo de rock y de su público nada tenía que ver con los hechos de violencia ocurridos en presentaciones pasadas.

Por otra parte, la gran mayoría los eventos masivos, llevados a cabo en la provincia en cuestión, tenían la característica de ser organizados por las mismas dos personas, José Palazzo y Héctor Emaides. Sin embargo, el grupo de rock, fiel a su estilo, optó por ir contra la corriente y contrató a un productor santafesino llamado Arturo Iturraspe, quien se encargó de diagramar el evento con una fastuosa escenografía, lo que provocó cierto recelo en las autoridades provinciales.

Foto: Mariano Larralde

“Banderas en tu corazón, yo quiero verlas”.

Sin perjuicio de ello, llegado el día del show, arribaron a la provincia de Córdoba un sinfín de micros provenientes de distintos puntos del país, colmados de jóvenes y adultos ilusionados, que agotaron las localidades puestas a disposición en el estadio llamado por ese entonces “Cható Carreras” (actual Estadio Mario Alberto Kempes).

El recital comenzó a las 19 horas, mientras el sol se despedía detrás de las sierras cordobesas, dando fin a un día agitado por las constantes rispideces vividas entre los fanáticos que se preparaban de forma festiva para el recital y la policía provincial, que no se vio muy interesada en generar un clima de camaradería para los ocasionales visitantes.

El tema que dio inicio a la “misa” fue “Unos pocos peligros sensatos”, proveniente del primer disco de estudio de la banda de nombre “Gulp” (1985), lanzado en épocas en que la popularidad de “Los Redonditos” tenía una dimensión teatral e íntima.

Lo siguió en contraposición “El pibe de los astilleros”. Un clásico proveniente del famoso disco “La mosca y la sopa” (1991) en el que se encuentra plasmada a la perfección la excéntrica combinación de la voz filosa del Indio con el característico sonido de la guitarra de Skay.

Siguiendo por este camino de saltar de época en época, hicieron un repaso no solo de su último disco, si no que fueron agasajando al público con todos sus grandes éxitos y hasta sacaron a la luz temas que no acostumbraban a tocar en vivo como “Nadie es perfecto” y “Ñam fri fruli fali fru”.

Promediando el cuarto tema, ocurrió uno de los cruces del Indio con un integrante del público que aún es recordado, en el cual el líder ricotero le refirió “Que te crees boludo? Que somos Los Violadores? Vení después al camarín a tirarme cosas”.

También se hace presente en los recuerdos de aquella velada un agradecimiento peculiar del cantante a su médico, que presagiaba algún problema de salud futuro “¨Quisiera agradecer al doctor Guillermo, quien, Decadrón mediante, permitió que estuviera aquí¨

A pesar de ello, el histórico concierto tuvo una gran carga de emotividad y, pasadas las dos horas de performance, sonaron los últimos acordes del famoso tema “JI-JI-JI” con el que cerraban una gran noche de rock.

Sin embargo, el público requirió fervientemente por un tema más al grito de “una mas y no jodemos más”. Y, atendiendo al unánime pedido, los músicos salieron a escena nuevamente para regalar el que sería el último tema cantado en vivo por Los Redondos: “Un Ángel Para tu Soledad”. Así que “presos de su ilusión” los ricoteros bailaron y bailaron por última vez, con Skay y el Indio en un mismo escenario.

“Las despedidas son esos dolores dulces”

Luego de varios meses, más precisamente el 2 de noviembre del 2001, y habiendo cancelado el show previsto a realizarse en la ciudad de Santa Fe, el 8 de diciembre del mismo año, anunciaron mediante un comunicado que el emblemático grupo se tomaba un descanso que, al día de la fecha, lleva 18 años.

Así sin más, se despedía, al parecer para siempre, la banda nacida en los años 70´ con un espíritu libertino, criado dentro de la cultura hippie asentada en la ciudad de La Plata, que llevó una apuesta revolucionaria en su decisión de producir su música de forma puramente autónoma, enfrentándose a las despiadadas productoras de radiodifusión.

Grupo que supo criarse y forjar una identidad dentro del ambiente under del rock, para luego pasar a ser una de las bandas más convocantes de la historia de la música de nuestro país, transformándose en la bandera de millones de personas que encontraron en ellos una identidad que los representaba, en especial dentro de las clases trabajadoras.

A pesar de que luego del 4 de agosto del 2001, Los Redondos no se subieron nunca más a un escenario con su formación completa, el mito de “Patricio Rey” quedo impregnado para siempre en lo más profundo de los corazones de generaciones y generaciones que alguna vez se vieron acogidos y representados por las letras misteriosas del Indio o por los punzantes acordes de la guitarra de Skay.

Es por ello que, desafiando el inevitable paso del tiempo, el público ricotero, caracterizado por su inmensa fidelidad, sigue reclamando por la reconciliación de los que fueran sus máximos exponentes y “guías espirituales” al grito de “solo les pido que se vuelvan a juntar”.

Martin Augusto Randazzo

Deja tu comentario