Para algunos una moda, para otros una costumbre. La lectura abarca múltiples razones de ser en la vida diaria de las personas: por estudios, por placer, para desconectarse, para aprender ¿Cómo somos los fueguinos a la hora de hablar de lectura? ¿Existen espacios que promocionen la literatura? Hablamos con distintos profesionales e intentamos entender nuestra relación con los libros.

Francisco Lohigorry es Editor y tiene a cargo la Dirección Editorial de la Universidad Nacional de Tierra del Fuego. Contó en una suerte de relevamiento personal que realizó al llegar a ocupar su cargo en la casa de altos estudios que entre las cosas que le llamaron la atención de la provincia fueron la cantidad de librerías que había en las ciudades más importantes. “La oferta de textos académicos es acotada. No había un mercado y las librerías trabajan a demanda”. Como factor común entre ambas ciudades, proliferan libros escolares -que son el fuerte del negocio en las librerías comerciales- y mucha literatura.

Otro dato llamativo, al menos para Loihgorry, es que “la Feria del Libro no tiene comercialización”, la posibilidad de que “uno pueda llevarse el libro que le interese”. Dentro de la producción de libros existen dos líneas fuertemente marcadas: la producción de libros locales y libros para el turismo. “Mucha producción de contenido de autores locales” que circula tanto en Río Grande como en Ushuaia, y como segunda línea de material editado y publicado, “libros para el turismo. El atractivo local con mucha publicación en inglés, libros que incluso no se llegan a conseguir en español tienen una oferta grande”.

María Eugenia Ajamil es dueña de La Boutique del Libro, una de las librerías más importantes de la capital fueguina, tanto por oferta como por stock. Consultada por EL ROMPEHIELOS, Ajamil opina que “el fueguino es un lector multi temático y ávido que sabe lo que quiere. Todos los géneros tienen su público. Los adultos disfrutan especialmente de las novelas históricas y ficción, de libros de actualidad política y títulos de superación personal y divulgación científica”.

En línea con lo que menciona Loihgorry, Ajamil agrega que “los libros de autores locales que cuentan sobre historias fueguinas, sean reales o de ficción, siempre tienen muy buena recepción” y que en público joven existe una atención especial por las sagas de ciencia ficción.

En contraposición al planteo de la compra a demanda, la propietaria de “La Boutique” opina que “en general el lector llega con curiosidad de ‘qué hay de nuevo’ y sabe que la librería está muy actualizada”. El volumen de libros que maneja es acorde a la clientela por lo que “los clientes no precisan hacer pedidos” aunque hay, “sobre todo con libros muy específicos o técnicos”.

Solos o acompañados

El lugar de lectura también es todo un asunto que requiere atención. En las grandes urbes es común ver cómo las personas aprovechan las horas de viaje en trasporte público para leer, pero en Tierra del Fuego el cuadro no es del todo habitual.

Sobre esto, Loihgorry destaca además como centro de producción o acercamiento a la literatura el rol que cumplen las bibliotecas populares. “En Ushuaia hay dos, la Sarmiento que es la más grande donde se desarrolla mucha consulta de libros escolares” y donde además tienen “lectores más allá de los requerimientos educativos” convirtiéndose en un tímido espacio de lectura.

Y es que por mucho tiempo la literatura se convirtió en una suerte de gueto cultural donde podían acceder quienes tenían cierto nivel socioeconómico y educativo. De a poco la popularización del libro comienza a ser más evidente, pero no se trata únicamente de un fenómeno espontáneo. Es necesario trabajar en políticas que fomenten la lectura.

Para el hoy editor de la UNTDF, en Tierra del Fuegom por las características climáticas “momentos disponibles hay de sobra”, por lo que se ocupó, entre otras actividades, el desarrollo de Bibliotecas de intercambio.

Estaban disponibles en los pasillos de las dos sedes de la Universidad tanto en Río Grande como en Ushuaia donde –sin intermediarios-, la premisa era dejar un libro para llevarse otro. “Tuvo un éxito increíble, pero no se mantuvo”, lo que dejaba a las claras que “demanda hay, esos libros circularon un montón”. Espacios que promuevan la lectura como clubes literarios o de lectura también existen “pero son muy cerrados”, por lo que se requiere desarrollar políticas de fomento de lectura.

Existe actualmente en proyecto la posibilidad de abrir una librería en cada una de las sedes de la Universidad, pero existe una complicación básica en el abastecimiento de los libros, que se trata -como en tantos otros temas- de la logística. El circuito que las editoriales ofrecen para tener stock de libros en consignación ven limitado su accionar en el medio local por los costos de traslado.

El sistema, en cualquier librería cercana a los circuitos de consignación de las editoriales, permite que se abastezcan las mismas con el material disponible y en caso de no ser vendidos, vuelven a las editoriales. En Tierra del Fuego esto resulta impracticable, por el elevado costo que implican con los condicionantes de la ley de Defensa de la actividad Librera.

Nuevas y viejas costumbres

Por fuera de las políticas públicas que busquen fomentar la lectura, las tendencias 2.0 también generaron su propio espacio de promoción de lectura. Un lugar de encuentro virtual donde las personas pueden encontrar libros, referentes y saber por dónde empezar.

Patricio Zuninin es uno de los responsables de “Grandes Libros”, una red social para lectores, “un espacio donde cada uno de nosotros puede interactuar con otras personas con sus propios intereses. Descubrir libros, anotar la bitácora de lectura de cada uno. Un espacio básicamente para compartir experiencias de lectura”.

Si ya conoces el gusto de los otros, si ese otro comenta o recomienda podes saber si el libro te va a gustar o no” menciona como ventaja Zunini, sin olvidar que “los libros están caros además, está bueno tener a varios que te puedan decir qué piensan de los libros que están leyendo”.

Si bien es una práctica habitual en las redes -el recomendar o comentar libros- “en otras redes hay otro tipo de diálogo. Podes en Twitter o Facebook comentar el libro que estás leyendo, pero en un espacio especial te da otra mirada. Cada red social tiene un discurso, Grandes Libros es el lugar donde vas a hablar de los libros, vas a hablar de lo que te gusta”.

La aplicación tiene poco menos de un año. Está disponible para iOS y Android. Se registra con un correo electrónico o con tu usuario de Facebook. Actualmente hay unas 24 mil personas dentro de la red social. “Si bien es una aplicación con alcance en américa latina, el público argentino es un público con mucha presencia. Nos caracterizamos por esa búsqueda cultural”.

Sin intermediarios

Hay una situación clave que deja planteada Loihgorri al momento de destacar cómo se fomenta la lectura, cuando hace mención a los intermediarios. Y amplía: “hay gente que tiene ganas de leer un libro” pero que no sabe cómo hacerse de libros “por miedo a quedar expuestos”. El intermediario muchas veces resulta intimidante por esta mítica clasista que tuvo quizás en algún momento la literatura.

Lo ideal -opina el editor-, son instancias de promoción de lectura sin mediadores, que evite el pudor o el miedo” de dicha exposición. Ajamil, por su parte, cuenta que quienes sortean esa barrera del intermediario llegan a la librearía “con una idea bien definida en cuanto al género, buscando autores afines a sus gustos, y espera nuestra recomendación al respecto”.

No es una generalidad, pero la tecnología es un facilitador en este caso. Tanto “Grandes Libros” como las redes de la librería “vamos comentando las novedades y sugerimos lecturas”. Ambas son opciones válidas para los que cuentan con los medios de sumarse a las redes de lectores, pero la generalización de ‘cualquiera puede hacerlo’ es errónea, y sigue existiendo una responsabilidad del Estado en la promoción de la lectura.

Papel o digital

Mencionamos que en cuestión de costos, el libro en papel representa una complicación que el digital ha sabido suplir con éxito. Zunini considera que “siempre hay un recelo del mundo digital, pero cada vez menos. El papel existe, el ebook existe y se complementa. No es que uno va matar a otro, no es que se lee menos”.

Consultado sobre los abanderados del purismo de libros impresos, el creador de la red social de lectores cree que “es algo que se da solo con los libros. Con los discos y con videos, pasamos naturalmente del vinilo al casette, del casette al CD, del CD a Spotify. Con los libros pasa algo que es un poco más fetichista”.

Poco a poco vamos pasando al ebook con mucha naturalidad. Son más fáciles de conseguir los libros, no se agotan. Tienen tantas ventajas respecto a la distribución. En un país tan grande como el nuestro, la distribución editorial es un poco es complicada” dice Zuninin, tal como destaca Loihgorri.

Para la propietaria de ‘La Boutique’ “el lector asiduo es todavía, en un alto porcentaje, un lector de libro de papel. Y curiosamente, muchos jóvenes eligen el papel también”.

Quizás por esta cuestión de pertenencia a una suerte de clase cultural donde no se tolera el digital o se lo cuestiona. Ajamil coincide sin embargo en que “la tecnología afecta al libro en el sentido del acceso instantáneo a la información que provee internet, en cuestiones de investigación y estudio, pero en lo que se refiere a ficción o libro para el disfrute, el papel sigue teniendo un encanto especial”.

Zunini por último valora la posibilidad de Grandes Libros de rodear ese intermediario, o generar un intermediario indirecto, o múltiples intermediarios donde “un libro te lleve a otro, que un lector te lleve a otro” y a la vez desarrollar la práctica de la recomendación de lo leído.

Si leíste un libro que te gustó no ténes que ser un gran crítico para recomendar. No hace falta tener un backgrown teórico importante para decir qué libro es bueno. Grandes Libros viene a abrir un lugar para compartir la experiencia”, sintetiza finalmente.

Más datos más libros

En materia de lectura y libros existe una carencia de información que, por suerte, tiene ocupados a docentes investigadores de la UNTDF. Lohigorry adelantó a EL ROMPEHIELOS que actualmente se está “llevando adelante una investigación sobre prácticas de escritura en la que incluyeron un breve relevamiento sobre ciertos índices de lectura”.

En la misma “no está orientado a definir qué se lee, sino que es más preliminar y sólo pretende relevar aspectos más generales (cantidad de libros en las casas, libros leídos por año, etc.)”, de la que se conocerán los primeros resultados los próximos meses.

Estos resultados son esenciales para conocer el estado actual del desarrollo de la lectura y la práctica de la misma y la elaboración de políticas públicas de promoción, efectivas para generar un mayor desarrollo. La generación de espacios para lectura, los espacios libres de intermediarios o con intermediarios indirectos como la facilidad de acceso a los mismos son algunos aspectos que quedaron resaltados en un primer acercamiento a la relación de nosotros los fueguinos, y los libros.

 

Pablo Riffo

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