Un estudio reciente reveló la presencia en el suelo, aguas y fauna de Sudamérica, de pesticidas que se encuentran prohibidos desde 1990. En algunos casos las concentraciones son muy importantes. El estudio revela que estas sustancias podrían permanecer por décadas en concentraciones ambientalmente perjudiciales.
Sudamérica es una región de alta explotación agrícola, la cual, como se encuentra planteada actualmente, demanda la utilización de grandes cantidades de agroquímicos para el control de malezas, insectos y enfermedades que afectan a las plantaciones. A través de los años la comprobada peligrosidad de muchos de estos químicos ha hecho que los mismos sean prohibidos. Ese es el caso de los pesticidas organoclorados (POC), cuya utilización se encuentra prohibida en nuestra región desde 1990. Estos pesticidas son considerados contaminantes orgánicos persistentes debido a su alta toxicidad, solubilidad en grasas y resistencia a la degradación. Algunos de ellos tienen la propiedad de ser semi volátiles, es decir que pueden elevarse a la atmósfera y ser transportados a largas distancias. Estos químicos contaminan el suelo y son arrastrados al océano con los sedimentos a los que se fija, afectando principalmente a la fauna marina.

Un nuevo estudio basado en el análisis de 63 artículos científicos publicados durante los últimos 20 años revela que a pesar de estar prohibidos hace 30 años, aún persisten restos de estos químicos en el ambiente, incluso en grandes concentraciones. Los autores del trabajo, publicado en el Current Environmental Health Reports, evaluaron la distribución espacial de los niveles residuales de POC registrados en estudios efectuados en costas, mares, bivalvos, peces y mamíferos sudamericanos, para analizar el riesgo ecotoxicológico asociado a esas concentraciones en cada sitio evaluado. Según Andrés Arias, del Instituto Argento de Oceanografía (IADO) “la Bahía de Guanabara y el estuario de Santos, al sudeste de Brasil, y las costas argentinas de la región pampeana, como la laguna de Mar Chiquita, el estuario de Bahía Blanca, la Bahía de Samborombón y el estuario del Río Quequén”. Según el estudio los niveles más altos de acumulación de pesticida fueron hallados cerca de grandes ciudades, en estuarios, bahías y lagunas. Lautaro Girones, coautor del trabajo e integrante del IADO, explicó que “las costas, y en especial los ambientes semi cerrados, pueden resultar más afectadas por la contaminación por pesticidas ya que reciben los aportes de grandes ciudades y campos agrícolas a través de los ríos, sistemas cloacales y deposición atmosférica y porque suelen tener gran potencial para acumular POC debido a los mayores tiempos de residencia del agua y mayores niveles de materia orgánica”.
Durante muchos años el DDT fue uno de los pesticidas más utilizados en la región. Se trata de un compuesto organoclorado que se comenzó a utilizar para la fabricación de insecticidas en la década del 40 del siglo XX. En 1972 fue prohibido en EEUU debido a la evidencia de su acumulación en el ambiente y de los riesgos para la salud que representaba. Sin embargo en nuestro país su utilización fue prohibida recién en 1990. El estudio actual reveló que los niveles de DDT son notablemente más elevados que el de otros pesticidas en todas las matrices ambientales estudiadas, con excepción del aire, en donde se encuentran las mayores concentraciones de endulsofán, un pesticida prohibido en nuestro país desde el año 2013.
El estudio también encontró evidencias de que el DDT podría estar siendo utilizado actualmente de forma ilegal. Los investigadores advierten que se ha observado que en algunos lugares el aporte al ambiente fue reciente, por lo que recomiendan a las autoridades que se preste atención al posible uso ilegal de pesticidas.
Abel Sberna
Fuente: Claudio Mazzeo para scidev.net
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