El humo emanado de los incendios forestales de la Amazonia podría afectar los patrones de precipitaciones, la formación de nubes y el balance de la radiación terrestre. El impacto podría ser global, viéndose afectado el clima mundial.

La catástrofe del Amazonas no tiene precedentes. La cantidad de incendios batió récords. El impacto sobre el ecosistema y la biodiversidad de medio continente americano se vio gravemente afectado, con diversas consecuencias ambientales y sociales. La Amazonia alberga millones de especies animales y vegetales y su cobertura arbórea es un importante sumidero de carbono, contribuyendo a absorber dióxido de carbono de la atmósfera, uno de los principales causantes del calentamiento global. La pérdida de una incalculable cantidad de árboles a causa de los incendios podría tener serias consecuencias para el clima global debido a las enormes cantidades de dióxido de carbono liberadas a la atmósfera durante los últimos meses.
El aumento repentino de estos gases en la atmósfera podría tener un drástico impacto en la formación de nubes y en los patrones de lluvias, lo que podría significar que las precipitaciones se reduzcan a la mitad en ciertas regiones de Brasil. Pero el problema podría ser más grave. Las columnas de humo emanadas de los incendios podrían funcionar como un escudo que retenga la radiación solar, provocando una alteración en el equilibrio energético de la Tierra. Las partículas de humo retienen la radiación solar lo que afecta directamente a los procesos de fotosíntesis y, en consecuencia, alterar el desarrollo de los bosques, lo que significa una perturbación en los ciclos de agua y carbono. Debido a la dinámica atmosférica, estas partículas de humo pueden cruzar el Atlántico y llegar a lugares remotos como el sur de África.
El humo también conlleva riesgos para la salud humana. Las partículas pueden penetrar en los pulmones y causar enfermedades graves. Su presencia representa un grave riesgo en particular para las personas con problemas respiratorios. Las nubes de humo también llegaron a los países del sur del continente. En Uruguay, el Instituto de Meteorología confirmó a fin de agosto que la niebla que afecta al país persistirá durante varios días.
En la Amazonía se registraron más de 90.000 incendios desde enero. La cantidad de incendios forestales en esa región aumentó más de 60 por ciento en comparación con 2018, según informó el centro de investigación espacial de Brasil. También es la mayor cantidad de incendios desde que el centro de investigación espacial comenzó a realizar un seguimiento en 2013. La situación es especialmente preocupante en los Estados de Mato Grosso y Pará, donde INPE identificó 17.201 y 12.873 focos de incendio, respectivamente, desde enero. En tercer lugar está el Estado de Amazonas, con 7.843 deportes de fuego registrados en 2019. La sabana occidental de Brasil también se vio afectada: se detectaron 28.468 incendios desde el primero de enero.

No son pocas las voces que se alzan contra la gestión del presidente Bolsonaro, a quien responsabilizan de esta catástrofe, en parte por el fomento al desarrollo desproporcionado de la agricultura en Brasil y por el desfinanciamiento del Instituto Brasilero de Medio Ambiente (IBAMA), el cual sufrió una reducción del 25% en su presupuesto desde que Bolsonaro asumiera el mando del país. Al presidente brasilero se lo cuestiona por sus políticas ambientales y de desarrollo. Durante los primeros cien días de mandato, Bolsonaro desmanteló sistemáticamente la red de leyes y regulaciones que reducen los excesos de la minería, la agroindustria y los grandes proyectos de infraestructura. Se considera que sus acciones benefician principalmente a los hacendados y giran en torno de los intereses mineros y agroindustriales de la clase alta adinerada.
Abel Sberna
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