Con poco más de cinco meses en el cargo, la gestión de Bolsonaro en la presidencia de Brasil registra un incremento acelerado de la tasa de deforestación en el Amazonas. Ambientalistas asocian el aumento de la tala ilegal con la flexibilización de las regulaciones impuestas por el nuevo gobierno.
Los datos son oficiales. El Instituto Brasileño de Investigación Espacial constató mediante imágenes satelitales que la tasa de deforestación del Amazonas es la más elevada de los últimos diez años. La información suministrada por el organismo estatal fue obtenida a partir de un sistema satelital de alerta temprana, el cual registró una deforestación de 739 kilómetros cuadrados en mayo, lo que representa un importante incremento frente a los 550 de mayo de 2018.
Estos datos parecen ratificar las denuncias de los ambientalistas brasileros que sostienen que las políticas neoliberales aplicadas por el flamante presidente de Brasil son las responsables de poner en peligro la amazonia. Desde que asumió la presidencia, Bolsonaro redujo el presupuesto de fiscalización ambiental y se ha mostrado escéptico frente a la lucha contra el cambio climático. Los sectores críticos de la política ambiental de la actual administración responsabilizan al gobierno por el incremento de la actividad forestal ilegal debido al levantamiento parcial de las protecciones ambientales bajo la Presidencia de Bolsonaro.
La Amazonia es el bosque tropical más extenso del mundo. Representa uno de los sumideros de carbono más importantes, lo que la hace fundamental para contrarrestar los efectos de la crisis ambiental que transita nuestro planeta. La mitad de la biodiversidad del planeta habita la selva brasilera, la cual además alberga a comunidades milenarias de pueblos originarios que dependen exclusivamente del aprovechamiento directo de los recursos que el ambiente brinda, con el cual conviven en perfecta armonía.
A pesar de ello la Amazonia ha sido víctima de una importante y muchas veces descontrolada actividad maderera, tanto legal como ilegal, que pone en peligro la supervivencia de este santuario natural. Los intereses de poderosos grupos económicos, amparados por las políticas neoliberales implementadas por la actual administración, avanzan sobre los ambientes naturales de Brasil, expandiendo la frontera agropecuaria y el desarrollo de los monocultivos de soja. Al mismo tiempo la minería ilegal afecta directamente los cursos de agua y fomenta el crecimiento de las mafias que controlan territorios y poblados.
El rechazo a las políticas implementadas por Bolsonaro, claramente tendientes a favorecer la explotación maderera y sojera, no solo encuentran resistencia en el sector ambientalista. El mes pasado, un grupo de ex ministros de ambiente de diferentes sectores políticos publicó un manifiesto que deja en claro su postura en contra del rumbo de la administración actual de Brasil. Los ex funcionarios criticaron la decisión del gobierno de despojar la autoridad del Ministerio de Medio Ambiente sobre los servicios de la silvicultura y la agencia de agua, y también dijeron que la falta de directivas claras para combatir el cambio climático está amenazando la capacidad de Brasil para cumplir con sus compromisos de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Entre las preocupaciones de los ex ministros figura el compromiso de Brasil con el Acuerdo de París sobre el Clima, la pérdida de la Agencia Nacional del Agua, la transferencia del Servicio Forestal Brasileño al Ministerio de Agricultura o la extinción de la secretaría del cambio climático, entre otros asuntos.
Por su parte Marcio Astrini, coordinador de políticas públicas de Greenpeace Brasil, el gobierno de Bolsonaro es “anti ecologista” y ha presionado para reducir la protección de los bosques sin presentar un plan para combatir la deforestación. “Con la llegada de Bolsonaro al poder, las personas que destruyen bosques se sienten seguras y quienes protegen los bosques se sienten amenazados”, concluyó.
Abel Sberna