Hace un rato escuché el sonido atronador de un Mirage que, supongo, pasó cerca de casa. Son tres Mirage que combatieron en Malvinas y vienen a hacer su vuelo final en Río Gallegos, y no en otro lugar, este fin de semana.

Treinta segundos después de escucharlo me fueron cayendo las fichas en dominó.

Vino el recuerdo de toda una vida, desde que éramos muy chicos, mirando pasar los Mirage por la ventana del tercer piso. Pensar que eso ya no va a pasar me llenó de nostalgia y de tristeza. Me quedé parado. Quieto. En treinta segundos.

No es por autorreferencial, porque somos muchos (miles) los riogalleguenses que vivimos con el ruido de esos aviones como parte de nuestro paisaje cotidiano durante muchos años; pero mi vieja y mi tía Cota suelen recordarme que nací en una noche de “oscurecimiento” durante la guerra, bajo la amenaza de un ataque inglés. Fue el 29 de abril de 1982. Y mi casa de toda la vida, nuestra querida casa, esa que fue deshabitada hace tan poco, está justo debajo del corredor aéreo de la ciudad (barrio 100 departamentos, ex avenida Roca al 1600, frente al actual Museo de los Pioneros. Cuenta una plaqueta en la esquina de Roca y Córdoba que justo allí nació Gallegos).

Con mis hermanos y los chicos del barrio vimos pasar aviones durante toda nuestra infancia. Incluso una de mis pesadillas recurrentes –hace mucho que no la tengo– es ver un avión cayendo a tierra desde la ventana de mi dormitorio.

Aún hoy recuerdo la tarde calurosa en la que, siendo muy chico, por primera vez escuché: “rompen la barrera del sonido”. Acababa de pasar un Mirage por arriba de nuestras cabezas, sobre nuestro departamento, calle El Cano a media cuadra de Roca. Primero lo vimos y recién después cayó el trueno ensordecedor. Fue impresionante. “Rompen la barrera del sonido”, dijo uno de los chicos, no recuerdo quién. Éramos muchos y teníamos toda la tarde y toda la vida para jugar. Y celebrábamos asombrados, como descubriendo el mundo. Claro que no eran los tiempos de la guerra. En esos meses de 1982 los aviones significaron mucho y significaron otra cosa.

Apenas si pude amontonar algunas oraciones en algunos párrafos. Me nació compartir estas palabras, que hoy salen fragmentadas, duras y difíciles, y que suelo releer y corregir, pero que hoy mucho no puedo. Pensaba en mis hermanos y en los amigos del barrio, sabiendo que somos tantos los riogalleguenses que vivimos sensaciones parecidas, cada cual desde su propia esquina, su historia y su vivencia.

Pensar que fueron hechos para la guerra.

Pensar que hubo una guerra.

Y cuando mañana dejen de volar, nuestra memoria del sonido de esos truenos nos hablará de Río Gallegos.

*Este texto fue escrito el sábado 5 de septiembre de 2015. Aquel fin de semana, la Fuerza Aérea Argentina realizó en esta ciudad las Jornadas Abiertas para la despedida de los Mirage del servicio operativo.

 

Leandro Doolan

 

 

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