El II Simposio Internacional de Salmónidos Invasores tuvo una de sus charlas más fuertes. Alex Muñoz contó en primera persona los efectos de la industria salmonera en Chile. Tal si fuera un profeta moderno, advirtió a propios y ajenos sobre las cosas que podrían devenir de una industria con promesas de desarrollo económico pero que deja efectos irreversibles en lo ambiental, lo sanitario y lo social.

USHUAIA. Hace unos días que el Centro Austral de Investigaciones Científicas (CADIC) muestra un movimiento poco habitual. Y es que desde principios de esta semana el II Simposio Internacional de Salmónidos Invasores se está llevando adelante en este lugar.
En este contexto, una de las charlas más esperadas vino de la mano del Foro para la Conservación del Mar Patagónico y Áreas de Influencia. Un conglomerado de 23 organizaciones ambientalistas con presencia en 4 países, entre las que se encuentran Fundación Vida Silvestre Argentina, Pristine Seas de National Goegraphic, Greenpace y Fundación Patagonia Natural, entre otras.

Quien estuvo a cargo de la misma fue Alex Muñoz, director para América Latina de Pristine Seas de National Geographic, y autor del documento presentado por la organización en Julio del año pasado sobre los riesgos y amenazas de que la actividad tendría en Argentina.
Como si viniera del futuro, pero con un pasado reciente lamentable debido a las malas decisiones que el gobierno de Chile tomó en los últimos 30 años; Alex ahondó en cada uno de los aspectos de afectación de la actividad salmonera.

Desenmascaró los supuestos beneficios que la actividad salmonera y contó como las promesas de desarrollo económico -que también habían recibido- con el paso del tiempo develaban su verdadera intención.

En detalle

“Seguramente lo habrán visto, porque fue motivo de desprestigio del salmón chileno en el mundo: los antibióticos. Los que se usan en Chile son cientos de veces más altos de los que se usan en Noruega -explica Alex en el comienzo de su exposición-. Noruega, que tiene mayor producción que Chile ha logrado reducir al mínimo el uso de antibióticos en la salmonicultura. Y eso es a través de la investigación y la generación de mejores condiciones para producir este producto. Chile, sin embargo, aumentó la producción, pero los antibióticos siguen siendo, en algunos casos hasta 600.000 kilos, cuando Noruega está usando 200, 500 kilos” describió.

Y es que las altas densidades de peces enjaulados favorecen la propagación de enfermedades parasitarias e infecciosas. Para su control, los productores usan antibióticos y antiparasitarios en dosis que pueden afectar la salud humana, sumado a que el costo económico, el uso de pesticidas tiene asociado un costo ambiental y sanitario que no es considerado por la industria ni por las autoridades.

Alex relató además como la presencia de las salmoneras convirtió a Chile en un cementerio de una industria que murió antes de lo planeado. Jaulas que jamás fueron retiradas, bolsas de plástico gigantes donde se introducían los antibióticos y el impacto del sedimento en el lecho marino. La preservación natural de Tierra del Fuego podría verse seriamente afectada trayendo además efectos sobre una de las industrias más prósperas de la provincia: el turismo.

Pero los conflictos no solo abarcan la calidad del producto y el impacto ambiental en el lugar donde decide instalarse la industria salmonera. También, las promesas de trabajo y prosperidad tienen otra cara.

En el 2008 la salmonicultura chilena se sumergió en una grave crisis sanitaria provocada por el virus ISA y otras enfermedades. Una crisis que implicó la pérdida de más de 15.000 empleos directos, de los 32.000 que la industria generaba en ese momento.

Un detalle no menor, pero que vale la pena mencionar, es que Salmones y truchas son especies introducidas en Chile y Argentina, y que el escape de peces desde las granjas al medio natural es un problema crónico desde el inicio de la actividad. Los salmónidos alteran los ecosistemas al depredar especies nativas y competir con ellas por el alimento. Y si no, que alguien recuerde el momento de la historia en que se creyó buena idea introducir castores en Tierra del Fuego.

Instructivo

Días atrás se conoció la noticia que los Reyes de Noruega van a estar -nuevamente- en la zona. Esta vez por invitación del presidente vecino, Sebastián Piñera, visitarán esta semana junto a 60 empresarios la ciudad de Puerto Williams, la capital de las comunas de Cabo de Hornos en la Región de Magallanes y de la Antártica Chilena.

Para los medios chilenos, la visita es considerada por las comunidades australes como la más abierta de las gestiones de lobby en favor de las empresas salmoneras transnacionales. Y recuerda que hace un año en Argentina recibieron a los mismos visitantes, tras lo cual se realizó un convenio para llevar la industria de salmónidos a la Patagonia de dicho país.

Los informes preliminares dieron negativo y desde el gobierno de la provincia se salió a decir que el tema no estaba en agenda. Sin embargo, del otro lado del Canal Beagle los planes aparentemente siguen en pie.

EL ROMPEHIELOS habló con Alex para conocer en profundidad cómo seguir, a quien pedir, cómo accionar; para que estas profecías de la salmonicultura no se cumplan.

EL ROMPEHIELOS: ¿Qué similitudes de lo que pasa en Argentina comparado con lo que pasó en Chile logras detectar?

Alex Muñoz: Chile y Argentina hoy viven realidades contrapuestas, porque Chile tiene 30 años de una industria como la Salmonicultrura que ha provocado graves impactos ambientales, sanitarios y sociales. Argentina afortunadamente no ha tenido la experiencia de la salmonicultura, pero está en un momento en que debe decidir si es que acepta todos estos costos a cambio de un beneficio momentáneo si sigue con su estrategia de desarrollo en base a la naturaleza. Me parece que es evidente que Argentina debe seguir el camino de la conservación de la Patagonia, y también el desarrollo a través del turismo que es la gran actividad económica que ha prestigiado a Tierra del Fuego en todo el mundo.

ER: ¿Cómo avanzan las empresas, teniendo la referencia de la situación vivida en Chiloé, en Puerto Williams? Teniendo en cuenta de que hablamos del mismo país.

AM: En Chile hemos visto cómo las salmoneras han hecho valer su gran poder económico para influir en las decisiones políticas y así obtener autorizaciones para producir con muy bajos estándares ambientales y sanitarios. Creemos que el mismo poder económico puede estar influyendo en Argentina para que se autoricen las primeras salmoneras. Ojalá fuera un debate de ideas y de información científica, pero lamentablemente las salmoneras son famosas por tratar de influir indebidamente en las decisiones para obtener regulaciones más favorables.

ER: ¿Ven que las autoridades argentinas se hagan eco de estos pedidos para frenar el avance de las salmoneras en nuestro país?

AM: Hemos visto cómo las salmoneras lograron con éxito plantar la idea de instalarse en Argentina, pero la reacción de la gente, del pueblo de Tierra del Fuego y de Puerto Williams en Chile han logrado afortunadamente frenar este ímpetu y se ha dilatado la decisión de autorizar estas empresas tan contaminantes. Yo confío mucho en la gente de Tierra del Fuego y estoy seguro que van a hacer valer su opinión para evitar un desastre y una decisión errada en la historia de esta región.

ER: ¿Qué más se puede hacer desde la faz política para poder frenar, con distintas reglamentaciones, el avance de las salmoneras en nuestra región?

AM: Creo que por definición una zona tan importante como Tierra del Fuego no puede aceptar el cultivo de especies exóticas e invasoras. Los salmones son exóticos e invasores por lo tanto creo que lo que corresponde es que la Legislatura apruebe una ley que prohíba el cultivo de especies exóticas. De esta manera, tanto los salmones como otras especies introducidas no deberían ser autorizadas para cultivo.

 

Pablo Riffo

 

 

Deja tu comentario