Terminó la semana con una exigua ampliación del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), la salida de Luis “Toto” Caputo del Banco Central de la República Argentina (BCRA) y una nueva política monetaria. Las tres variables son nodos de una compleja telaraña que teje el rumbo de la economía argentina.
Luis Caputo presentó su renuncia al Banco Central en medio de las negociaciones con el FMI, y por más que formalmente Toto esgrima “razones personales”, los términos del nuevo acuerdo con el Fondo precipitaron su salida luego de haber ocupado el cargo durante tres meses. Sucede que Christine Lagarde (titular del FMI) no estaba dispuesta a bancar la timba financiera de los amigos de Caputo, entonces puso un límite a la cantidad de dólares que usaba el BCRA para evitar la depreciación de la moneda nacional.
El tema va por acá:
El FMI dijo: Mirá Toto, como mucho podés usar 150 millones de dólares del Central por día para intervenir en el mercado cambiario.
Toto contestó: No me alcanza.
El FMI dijo: Sorry, man.
Toto gritó: Entonces renuncio.
Dujovne respondió: Renuncie, pirata, renuncie.
Entonces, Luis Caputo presentó su renuncia al Banco Central de la República Argentina. Y el Gobierno Nacional consiguió 7 mil 100 millones de dólares más y los adelantos de desembolsos del Fondo Monetario Internacional para evitar el default en un año electoral.
El crédito “stand-by”, originalmente, era por 50 mil millones de dólares y ahora se amplió en 7 mil 100 más. El objetivo del acuerdo con el FMI es “calmar los mercados” y, cuando dicen eso, lo que están manifestando es que son para asegurar que Argentina no caiga en default, es decir, para que pueda pagar todos los vencimientos de deuda hasta -y sólo hasta- 2019. La ampliación del crédito tiene una carga meramente simbólica, explicó Juan Valerdi, economista conocido como “El Econo-chaman”, en diálogo con FM Centro: “Todos los fondos de acá hacia fines de 2019 van a usarse para asegurar pagar todos los vencimientos de deuda. Van a usar 36 mil millones que quedan y 6 mil millones los dejan para el próximo gobierno, pero no alcanza para pagar nada”.
De todas maneras, toda la pasta del FMI no cubre todos los vencimientos de deuda, por lo que el Gobierno Nacional cuenta con que habrá renovación de LETES y otros bonos a corto plazo que tienen tenedores locales con los que pueden sentarse a tomar un café y negociar. Los “tenedores locales” de esos bonos son los bancos, que “están ganando mucha plata con toda esta locura”, indicó Valerdi y explicó que las entidades “están tomando plata que pone la gente al 20%, 15% o 5% de tasa de interés anual y lo están colocando en bonos como las LETEs, LEBACs, LELIQs que pagan tasas al 45%, 60% o 50% en pesos”.
Lo que tampoco está contemplado dentro del acuerdo con el FMI es la fuga de divisas, es decir los dólares que salen del circuito comercial argentino y que en los últimos años varía entre los 20 mil y 25 mil millones de dólares anuales y -dato al pie- los grandes fugadores representan el 1% de la población argentina y están a dos clicks de poder hacerlo debido a la desregulación absoluta de capitales.
El otro nodo de esta telaraña es la nueva política monetaria de Guido Sandleris, titular del Banco Central, que se dispone a vencer a la inflación aplicando un típica receta monetarista en la que incrementa las tasas de interés y emite cero pesos hasta junio de 2019, apuntando al control de “agregados monetarios”. Básicamente, van a controlar cuántos billetes y monedas hay circulando en la economía argentina y cuánto dinero tienen los bancos en el Central. Sobre estas medidas, el Econo-chaman sentenció: “Va a destruir lo que queda de actividad económica para, supuestamente, bajar la inflación. Como si la inflación fuera un problema sólo de que la gente tiene demasiada plata”. Además, el BCRA intervendrá en el mercado cambiario si el precio del dólar baja por la línea de los 34 pesos o sube por arriba de los 44 pesos, fijando un política de bandas que busca dar algún grado de previsibilidad.
Estas medidas fueron acordadas -o digitadas- con el FMI, que entiende la fuga de divisas como libre mercado; sin embargo, esa libertad tiene un costo y es el poder adquisitivo de los trabajadores. El FMI sostiene que Argentina tiene que tener un tipo de cambio desregulado y que tiene que bajar su déficit comercial para equilibrar el dólar. No hay que olvidar la recalificación de Argentina como “mercado emergente” por parte MSCI -recategorización que se hará efectiva en 2019- ya que la letra chica del ascenso implica cero restricciones al mercado cambiario, por lo que la fuga de divisas tiene pocas chances de ser controlada.
Valerdi evaluó la interna que se llevó puesto a Toto con la siguiente analogía: “Caputo y sus amigos, los buitres, son piratas que vienen saquean y violan, pero después se van; el FMI es como si te conquistara otro país y estableciera ‘prima nocte’, te fija tributos y, además, se queda”. Y el Fondo se queda porque es muy difícil que las próximas gestiones de gobierno puedan desembolsar 57 mil millones de dólares para decirle “Goodbye”, por lo que esta historia termina con Christine Lagarde maniobrando el timón.
Luz Scarpati