Llegó la misión del Fondo Monetario Internacional a Argentina para auditar las cuentas del Ejecutivo Nacional. Ese día se conocieron las nuevas medidas del Ministerio de Hacienda de la Nación, buscando contener la suba del dólar, que ya pasó la barrera de los 30 pesos. A todo esto, pasamos un nuevo supermartes en el que vencían 525.000 millones de pesos en LEBACS. Todo estos elementos constituyen una ensalada picante cuyo daño colateral más directo es la industrial nacional.
Muchos economistas venían advirtiendo que las LEBACS se convertían con mucha celeridad en una bola de nieve difícil de manejar. Estas letras fueron la herramienta favorita de Federico Sturzenegger (titular del Banco Central durante los primeros 2 años de la gestión de Mauricio Macri) para controlar el precio del dólar. Vale la pena recordar que estas letras no son otra cosa que deuda. Es un compromiso que adquiere el BCRA con las entidades y personas que adquieren el bono, en el que pagará por cada peso invertido en LEBAC un porcentaje más en el plazo de un año. Esto debería operar de dos formas: por un lado, los inversores se ven tentados a destinar su recursos a estos títulos (por las altas tasas de interés que fija la propia entidad monetaria), reduciendo la demanda sobre el dólar, lo que según las corrientes del libre mercado debería hacer que el precio de la moneda extranjera -por lo menos- se mantenga; por el otro, saca pesos de circulación del mercado interno.
Estos títulos públicos no contuvieron el dólar. Pero sí golpearon al sistema productivo en varias aristas. Por un lado, las tasas de referencia impactan en las tasas de interés del crédito, lo que deriva en que las compras en cuotas sean más caras y en que el crédito para las PyMEs también lo sean. Por otro lado, desincentiva las inversiones en el sector industrial, ya que la especulación financiera se vuelve más rentable. El abogado Pedro Biscay, ex integrante del Directorio del BCRA, recordó en declaraciones a FM Centro que cuando finalizó el gobierno de Cristina Fernández el stock de LEBACS alcanzaba los 315000 millones de pesos, pero en dos años de la gestión Macri rozó el billón.
Esto, según Biscay, se convirtió en “una masa inmanejable”, que combinada con un contexto internacional complejo en el que se reconfigura el escenario geopolítico genera mayor incertidumbre y volatilidad.
En medio de todo eso llegaron los representantes del FMI para auditar las cuentas de Argentina. El Gobierno Nacional pretende que le dejen usar reservas para intervenir en el mercado cambiario en medio de la corrida que afecta a emergentes, debido a las sanciones de Trump a Turquía, y el Ministerio de Hacienda anunció la suspensión de la subasta diaria de dólares. Para Biscay, esta medida en particular representa una pésima lectura del contexto, porque representa una señal hacia los mercados de liberación absoluta del dólar.
Luego del megavencimiento del último super martes y debido a las restricciones que impuso el Banco Central para desarmar de forma paulatina el stock de LEBACs, se renovaron 201 mil millones de pesos de las letras, es decir el 38,26% del total, lo que dejó un circulante de pesos del orden de 300 mil millones, que pueden presionar aún más el dólar.
Biscay sostiene que la política aplicada del Gobierno Nacional apunta directamente a fortalecer la especulación financiera en detrimento de la industria nacional: “No hay lugar en la Argentina para un modelo de especulación financiera, como tampoco hay más lugar en Argentina para dejar en libertad de acción al libre flujo de ingreso de capitales”.
Si no hay un cambio en el esquema que propone el Gobierno Nacional, no hay renovación del subrégimen industrial de la Ley 19.640, que garantice la productividad en Tierra del Fuego AIAS.
Luz Scarpati
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