Cuando presentaron por séptima vez el proyecto de legalización de la interrupción voluntaria del embarazo en la Cámara de Diputados, tres meses atrás, eran pocos los que se atrevían a prever el final de la sesión del 14 de Junio: dramático, intenso y con un desenlace que devendrá en la ampliación de derechos para las mujeres. Aunque todavía falta que la iniciativa sea abordada en la Cámara de Senadores, el panorama en ese ámbito aparece más despejado y más verde.
El proyecto de la Campaña por el “Aborto legal, seguro y gratuito” -que tiene 13 años- fue acompañado con la firma de más de 100 diputados y diputadas de diferentes bloques políticos; sucede que la agenda feminista es transversal a todos los espacios partidarios. Espacios políticos que, seguramente, intentarán apropiarse de este avance histórico. Sin embargo, no será de ninguno. En primer lugar porque salvo el Frente de Izquierda (que llevó en su plataforma electoral durante años la medida pero nunca logró los consensos para lograr su aprobación), ninguno de los bloques votó de forma unánime: de los 107 diputados del interbloque Cambiemos, 65 votaron en contra; del FPV acompañaron la media sanción 54 de los 65 parlamentarios que forman parte el espacio; en Argentina Federal prevaleció el rechazo con 21 votos negativos de los 32 integrantes, al igual que en el Frente Renovador que también rechazó el proyecto en su mayoría. Lo que queda claro es que no hay unidad de criterio sobre este tema.
En segundo lugar, porque es un logro de las mujeres feministas. Agrego el segundo término, ya que de la discriminación por género de la votación, se observa que el 50% de las diputadas rechazaron el proyecto, lo que evidencia que el feminismo no es una condición biológica, sino una construcción ideológica que arranca con la sororidad. Entonces, la media sanción es un logro de las mujeres feministas organizadas, que pusieron en la agenda pública -sin fisuras- una demanda de un sector de la sociedad que estuvo por décadas soslayada. Y lograron configurar un discurso que pudo sortear los argumentos metafísicos -en los que caemos con facilidad cuando abordamos el tema de la legalización del aborto- para discutir política pública.
Cuando se presentó el proyecto, el Presidente Mauricio Macri dijo que “habilitaba el debate” y que cada uno de los que forman parte de su espacio tenían libertad de acción. Horas después de la media sanción, muchos medios cercanos al oficialismo reforzaron eso concepto de “habilitación”, básicamente para recordarle al feminismo que la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner (MC) no lo hizo, a pesar de ser mujer y a pesar de que su gobierno se caracterizó por la ampliación de derechos. Es que el feminismo también vota, y es un electorado de proporciones interesantes, por lo que pudimos ver en las calles. También escuchamos a Miguel Ángel Pichetto -uno de los mejores radiólogos de la sociedad- decir dos cosas: que Macri habilitaba la discusión sobre el aborto legal “como telón de fondo de algunas cuestiones trascendentes que están pasando con la economía” y que “abrió un debate que no podrá controlar”. Obvio. Las dos afirmaciones son atinadas. Y dos hechos posteriores al 14J lo corroboran: la depreciación del peso para la compra de dólares que trepó hasta los 29 pesos en los últimos dos días -que quedó absolutamente solapada por la media sanción- y la rápida respuesta de los bloques mayoritarios de la cámara alta, que adelantaron que el proyecto del aborto legal, seguro y gratuito será aprobado en Senadores antes del receso invernal, a pesar de que se esperaba una discusión mucho más álgida en ese ámbito.
De todas maneras, nada está dicho y la campaña en contra de la legalización de la interrupción voluntaria del embarazo se proyecta más feroz y mucho más virulenta. En estos días se conocieron a través de las redes sociales algunas afirmaciones de médicos “amantes de las dos vidas” de La Rioja que, haciendo una clara apología a la tortura, adelantaban que no usarían anestesia para realizar un aborto. Horas después, el Ministerio de Salud de esa provincia anunciaba el apartamiento del médico en cuestión de su cargo. Otro profesional de la salud, directamente, pidió formar un grupo para tomar a una mujer de cada grupo de “feminazis” para “matarla, descuartizarla y exhibirla en las calles”. Le faltó pedir “quemarla en la hoguera”. Todavía me pregunto si no será un viajero del tiempo que viene del año 1700. La respuesta a los reaccionarios será más militancia y más organización. Porque el feminismo es así, insistente.
Este gol contra el patriarcado no solo amplía derechos, además contagia. En México, las mujeres se están organizando para hacer una campaña con el objetivo de exigir la interrupción voluntaria del embarazo legal en los 31 estados. El 14J también le da impulso a otras discusiones que forman parte de la agenda feminista, como los techos de cristal, la paridad en las esferas de poder, etc.
A pensar de que en el 14J tuvimos que escuchar cómo algunas diputadas nos comparaban con perras preñadas y otros diputados afirmaban sin pudor que el proyecto del aborto legal significaba algo peor que las atrocidades cometidas durante la última dictadura, y a pesar que tuvimos que ver a una Elisa Carrió enfurecida -la democracia también es Lilita- fue un gran día para las mujeres argentinas. Falta la Cámara de Senadores.
Si el proyecto era frenado en la cámara baja, las explicaciones las tenía que dar el oficialismo. Si no supera la cámara alta, las explicaciones se las demandarán al Justicialismo. Si el aborto se convierte en ley, el logro será del feminismo.
Luz Scarpati
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