Científicos del CONICET y del Instituto Antártico Argentino llevaron adelante una investigación que permitió identificar especies que habitaron la Antártida hace más de 65 millones de años, durante la transición entre el período Cretácico y el Paleógeno.

La Antártida es un continente helado, donde las condiciones de vida son extremas y las especies animales y vegetales que lo habitan se encuentran altamente adaptadas para la supervivencia. Se trata de un continente cubierto casi en su totalidad por hielo, al igual que el océano que lo rodea. Al pensar en la Antártida, la imaginación nos presenta una especie de desierto blanco, donde prácticamente nada puede sobrevivir. Sin embargo, esto no siempre fue así. La dinamia geológica de la Tierra ha hecho que las condiciones cambien a través del tiempo y hace alrededor de 65 millones de años el continente blanco era una región de clima templado, con mares poco profundos rebosantes de vida. En estos mares existió una gran diversidad de peces que se extinguieron abruptamente por un evento que se cree fue el impacto de un meteorito que arraso con gran parte de la vida sobre la Tierra.

Un grupo de investigadores integrado por profesionales del CONICET, la Universidad Nacional de La Plata y del Instituto Antártico Argentino llevaron adelante un estudio para determinar el impacto de dicho evento en la biodiversidad de la Antártida. Los resultados les permitieron determinar las especies existentes antes y después de la gran extinción. Alberto Luis Cione, investigador principal retirado del CONICET en la Facultad de Ciencias Naturales y Museo de la Universidad Nacional de La Plata y primer autor del estudio explica que “las consecuencias de aquel suceso fueron muy bien estudiadas en sedimentos de todo el mundo. Sin embargo, en el continente antártico en particular el registro fósil y la información están condicionados por la cobertura de hielo y la dificultad de acceder a los afloramientos”. A pesar de esto, los científicos fueron capaces de recuperar fósiles de zonas al este de la península Antártica, donde durante el verano la cobertura de hielo desaparece, que les permitieron vislumbrar claramente el límite entre los dos grandes momentos geológicos.

Este trabajo permitió determinar la respuesta de la ictiofauna marina de la Antártida a la extinción masiva del fin del Cretácico”, explica Cione, y agrega que “hasta el límite entre el Cretácico y el Paleógeno había una fauna de peces óseos y cartilaginosos muy diversificada y perfectamente adaptada a sus ambientes. Sin embargo, luego del evento la mayoría desapareció y la variedad de la ictiofauna que podemos encontrar sobre ese horizonte es realmente pobre”.

El material recuperado durante la investigación describe la variedad de peces que existía previo a la gran extinción y permite entender la dinámica de la evolución de las especies que sobrevivieron a este acontecimiento. La investigadora adjunta del CONICET Soledad Gouiric Cavalli explica que dentro del material hallado “los peces óseos están representados por dientes de dos grupos y el fragmento de una aleta de otro que vivió únicamente en el Jurásico y el Cretácico y que, en algunos casos, podía alcanzar hasta 16 metros de largo. Este pez se alimentaba filtrando su comida del agua de una manera similar a la que lo hacen hoy algunos grandes tiburones y mamíferos marinos, como el tiburón ballena y la ballena azul. Se habla de ‘nichos ecológicos’ para referirse al rol o espacio que cada organismo desempeña en el ecosistema. Al desaparecer un grupo, otros evolucionan para ocupar ese espacio vacío. En el caso de los grandes peces óseos filtradores del Jurásico y el Cretácico, ese nicho fue conquistado por otros peces y mamíferos tras la extinción”.

Los resultados de esta extensa investigación permiten comprender un poco más la dinámica de la vida en nuestro planeta a través de millones de años y de cómo la desaparición de especies a partir de un evento catastrófico modifica las condiciones  en las que las sobrevivientes se desarrollarán hasta nuestros días.

 

Abel Sberna
Fotos: Alberto Cione
Fuente: conicet.gov.ar

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