El diseñador y fotógrafo Agustín Piluso recorrió la provincia y con su particular estilo contó a través de su cuenta de Instagram cómo vivió su experiencia. Imágenes, videos, relatos: sensaciones y sentimientos que cientos de miles de pantallas móviles lograron ver, experimentar y compartir.

Las redes sociales son, entre otras cosas, una nueva plataforma para contar historias. Historias de lugares para un público deseoso de experiencias personales. De lugares a los que siente que puede llegar, disfrutar y ver con sus propios ojos.

Instagram es por excelencia la plataforma de fotografía más utilizada en el mundo. Con más de 500 millones de usuarios en todo el mundo, se ha re inventado e incluso desbancado a sus competidores. Fotos, historias, videos. Todas las herramientas son válidas para que los seguidores se sumerjan en lo que se está contando en las interminables cuentas de esta red.

Agustín Piluso tiene actualmente 67.500 seguidores en esta red. Con un estilo particular para el relato en las historias, y fotos que surfean entre el urbanismo y el fotomontaje, hizo de Instagram la plataforma por excelencia para desarrollar su trabajo.

Con una impronta más urbana, Agustín llegó a Ushuaia semanas atrás para recorrer la provincia con ojos de turista. EL ROMPEHIELOS dialogó con el fotógrafo sobre esa experiencia.

No conocía nada del sur. Llegar a las puertas de Ushuaia, salir del aeropuerto y encontrarme con esa olla de montañas. Fue algo totalmente épico, sentía que era un abrazo, un abrazo bien austral”, cuenta Piluso intentando resumir sensaciones.

EL ROMPEHIELOS: Enfocas tu laburo más en lo urbano, pero en tu paso por Ushuaia no le dedicaste mucho tiempo a eso.

Agustín Piluso: La primera foto, la del reflejo, quizás es como lo más urbano que había hecho, pero quería hacer algo diferente. Muchos me decían ‘qué vas a hacer allá, si es todo naturaleza. Lo tuyo es urbano’, entonces es como que quise demostrar que, si uno es sensible y es fotógrafo, puede todo. Depende del ímpetu y las ganas que le ponga.

Ushuaia, el principio del Mundo.

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AP: Lo que conocía de Ushuaia era el faro, y alguna que otra vez había visto fotos del Desdémona, en San Pablo, y quería ir ahí, era como un objetivo. Y después, que me sorprenda la ciudad. Con más tiempo hubiese sacado más fotos urbanas, con lluvia me hubiese gustado hacer fotos urbanas, pero me dediqué a relajarme y que la naturaleza me diga qué hacer.

ER: Hiciste un recorrido típico turístico, estuviste en el Faro del Fin del Mundo, el Presidio, pero además hiciste el recorrido aéreo, etc ¿cuál fue la experiencia más fuerte?

AP: Volar en helicóptero era algo que soñaba desde chico, y la verdad que me tocó mucho el hilo del amor que le tengo hacia eso, pero que Ushuaia me lo haya regalado no me lo olvido nunca más. El Cabo (San Pablo), cada cosa tiene su magia, su misticismo. Pero si tengo que cerrar los ojos ya, te digo: lo que voy a recordar siempre de Ushuaia es haber salido del aeropuerto y ver el Monte Olivia. Bajando con el avión, ver el Monte Olivia sin saber cómo se llamaba aún, y asombrarme con esa morfología de roca.

Todavía no me adapto. Fuegos Aires 1/2

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Malvinero

Quizás para nosotros -los fueguinos- es más fácil hablar de Malvinas y sentirlas propias. Quizás porque crecimos junto a los ex combatientes, porque cientos de veces los vimos esperar juntos el 2 de abril en la costa. Porque sentimos ese frío aire malvinense llenar nuestros pulmones, al lado de ellos, que nos trasladaron a 1982, a Malvinas.

Agustín se define Malvinero. A pesar de tener lejos las sensaciones que nos desbordan, él lo cuenta de esta manera: “Yo nací en el 82, entonces es como que de muy chiquito me acuerdo que iba a la primaria, yo fui a un colegio casi militar que era estatal, que era Granadero San Martín, y hablábamos con la Antártida, y cantábamos el himno con un piano blanco, entonces fue con mucha impronta nacional. Y me acuerdo cuando viajaba en bondi, ver a ex combatientes vendiendo reglas o lápices o calendarios, y uno era muy fanático de las películas de guerra. Me acuerdo que una persona me dijo, ‘no tomes de héroes a los que pelearon en Vietnam. Tomá de héroes a los que pelearon en Malvinas, en lugar de ponerle Jonh, o William, ponele José o Fernando. Entonces, como que me pegó una cachetada. Claro, si son mis héroes, como San Martín”.

Me propuse ser malvinero”, dice con convicción en las palabras y emoción en la voz que atraviesa la distancia que nos separa mientras conversamos. Para Agustin, con Malvinas “no hay grietas, no tiene que haber grietas, tiene que ser Federal y que la gente no se tiene que olvidar de eso. Por más que Messi haga un gol, hay otras cosas que nos unen, y esa causa nos tiene que unir para toda la vida. Es una historia que no puede morir”.

Tiene claro que existe y es evidente la desmalvinización: “Creo que hay un vacío de sentimiento propio nuestro. Hoy el billete de 50 pesos de Malvinas se va a fletar por un animal que es autóctono, y está todo bien, pero el turista que agarra ese billete no va a tener la imagen fuerte”, relata alarmado.

Previendo el mar de sensaciones que inunda a los malvineros en la isla, Agustín confirmó que “sabía que cuando llegar a Tierra del Fuego iba a tener algunos sentimientos personales. Es una mano que nos falta, es un brazo que nos falta, y a esa provincia le falta ese brazo y es hora, en algún momento de la vida, que nos sentemos a dialogar de verdad”.

Viajeros adjuntos

ER: ¿Cómo fue la reacción del público? ¿Qué era lo que te decían?

AP: Mucha gente primero sintió que viajaba conmigo. Que es una experiencia única, yo empecé a hacer historias de lugares abandonados, sobre protestas como la de la reforma previsional, pero lo que fue Ushuaia es que haber trascendido los límites de Buenos Aires a uno le despertó el hilo pasional del viajero, y con esos ojos de turista que tenemos. Me escribieron diciendo cosas como ‘pensé que Ushuaia era aburrida, era chiquita, que no era colorida. Que la gente era nula’, que lo único que sabían era del faro perdido en el mar. Suele suceder con muchas provincias. He ido al Impenetrable, en el Chaco, a Jujuy; y pasa lo mismo. A veces uno se casa con la información que dan los medios y no con lo que uno puede brindar. Somos pequeños comunicadores emergentes, y eso está bueno.

Agustín es diseñador gráfico, trabajó 12 años desde una agencia de publicidad. Empezó a difundir la ciudad de Buenos Aires en su cuenta de Instagram. Allí  pueden ver no sólo sus fotos, sino las historias destacadas donde va relatado sus experiencias. Tierra del Fuego, es una de ellas.

 

Pablo Riffo
Fotos: Instagram Agustín Piluso

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