Franz Brian y Guillermo Campano impulsan Reino Fungi, un emprendimiento que produce gírgolas de distintos sabores y colores, con más proteínas que la carne y un modelo sustentable que aprovecha residuos industriales como sustrato.

En Comodoro Rivadavia, Franz Brian y Guillermo Campano decidieron cambiar sus vidas y emprender un camino poco habitual en la Patagonia; cultivar hongos gourmet sobre sustratos naturales. Lo que empezó hace cinco años como una huerta casera derivó en Reino Fungi, un proyecto que hoy ofrece gírgolas de distintos colores y sabores, producidas sin químicos y con un impacto ambiental mínimo.

“Queríamos tener un alimento nutritivo, sano, libre de tóxicos”, dice Brian, en diálogo con Radio Provincia. Primero probaron con tomates y brócoli en casa, hasta que comprendieron el rol esencial de los hongos en la naturaleza. “Las plantas necesitan de la convivencia con los hongos. Cuando descubrís ese mundo, te llama la atención por sus colores y sabores, y por la enorme variedad que no está en el mercado local”.

Hongos que saben a mar y a tierra

En su sala de cultivo producen seis variedades de gírgolas: rosadas, amarillas, marrones, azules y reinas, cada una con texturas y sabores distintos. “Algunas se asemejan a los mariscos, otras al pulpo o incluso al cordero. La versatilidad es impresionante, porque podés hacerlas a la plancha como un bife, en milanesas, risottos o empanadas”, cuentan.

Pero la novedad no es solo el sabor, sino también lo nutritivo, porque “100 gramos de hongo contienen más proteínas que 100 gramos de carne, además de minerales y nutrientes”, cuenta. Y el precio, asegura, resulta más accesible que el de champiñones o portobellos importados. “Es un producto regional, de más calidad y más barato. Queremos que no se vea como un reemplazo de la carne, sino como un alimento que se suma a la mesa cotidiana”.

Un ciclo sin residuos

El modelo de producción también responde a una mirada ambiental. Utilizan residuos de la industria como sustrato y, una vez agotados, los convierten en abono premium para huertas. “El hongo se alimenta de celulosa y lignina, transforma lo que procesa y lo deja listo para que las plantas lo aprovechen. Así entramos en un ciclo donde prácticamente no hay desperdicio”.

Por eso, destacan que el cultivo de hongos puede ser una alternativa sustentable para la Patagonia, en un contexto en que la diversificación productiva es un desafío constante. “Nuestra consigna es del cultivo a tu mesa. Queremos que la gente pueda comer un hongo fresco, cosechado ese mismo día”.


El cambio personal de los emprendedores es tan fuerte como su propuesta. Franz trabajaba en equipos de torre en la industria petrolera y decidió renunciar sin saber qué vendría después. Guillermo todavía se desempeña en inspecciones técnicas, pero dedica sus horas libres y fines de semana al proyecto.

Con Reino Fungi, ambos buscan abrir camino en un mercado que todavía necesita de chefs curiosos y consumidores dispuestos a probar. Mientras tanto, su producción ya llegó a restaurantes de Comodoro y Caleta, y hasta realizaron exportaciones puntuales. “Es un proceso educativo, porque muchos cocineros ni saben qué son las gírgolas si no las tienen disponibles”, explican.

El proyecto se puede seguir en Instagram, en la cuenta @reino_fungi_patagonia, donde comparten novedades y recetas“

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