En el Valle Inferior del Río Chubut, una primera experiencia de sidra artesanal une tradición frutícola, conocimiento técnico y espíritu de innovación.

En la sala de elaboración de vinos del INTA Chubut, en Trelew, el invierno trajo una novedad con aroma a manzana y burbuja fina. Allí, el equipo encabezado por la enóloga Belén Pugh presentó “La Pomme Pétillante”, la primera sidra artesanal elaborada con fruta de dos chacras del valle. Fue un trabajo de dos meses que combinó saberes, paciencia y la voluntad de darle un nuevo destino a variedades locales que no siempre encuentran espacio en el mercado.


“Usamos la variedad Granny Smith y la Golden, que en nuestra zona se conoce como ‘manzana amarilla’ y es típica del lugar. Por su poca capacidad de almacenamiento, no es comercialmente muy elegida. Por eso nos gustó aprovecharla en esta experiencia”, contó Pugh. La propuesta surgió junto a Cosslet Wines, un emprendimiento familiar que elabora sus vinos en las instalaciones del INTA, y que sumó a la Escuela Agroindustrial N° 781 de Dolavon.


Del valle a la botella

La sidra se elaboró con el método tradicional francés, Champenoise, el mismo que se usa para vinos espumantes.

“Nosotros teníamos las manzanas, y el INTA el conocimiento. Este año decidimos empezar a probar la elaboración de sidra. Aprendimos mucho y estamos pensando en hacer espumantes”, señaló Julieta Rodríguez Caruso, técnica en Industria de Procesos y parte de Cosslet Wines. Con experiencia en bodegas de Francia y formación en la Universidad de La Borgoña, Rodríguez Caruso busca unir ese bagaje con la historia productiva de la región.

El resultado —una sidra de burbuja fina, con carácter local— no solo entusiasma por su sabor, sino también porque abre la puerta a nuevas alternativas de producción en la Patagonia. Como sintetizó el técnico agropecuario Dante Millapel, también parte del proyecto: “Es una manera de darle valor a lo que tenemos cerca”.

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