A través de vuelos que parten desde nuestro país, la agencia espacial analiza la evolución de los glaciares. Una ingeniera argentina, clave en la investigación.

Por primera vez los vuelos de investigación del programa IceBridge de la NASA, que estudia los cambios de los hielos polares, parten desde nuestro país para recorrer los mares de Bellingshausen y Weddell, los glaciares de la Península Antártica y las costas English y Bryan. Se considera que esa región de la Antártida es la que ha mostrado con mayor rapidez transformaciones debido al calentamiento global.
En función de las condiciones climáticas, los integrantes de IceBridge de la agencia espacial de Estados Unidos estiman que durante este mes harán entre seis y once vuelos (cada uno dura nueve horas y media). Hasta ayer ya realizaron cuatro, donde pudieron observar el hielo marino presente en el Mar de Weddell, el iceberg que se desprendió de la barrera de hielo Larsen en julio, la isla Seymour –donde se encuentra la base argentina Marambio–, la Península Antártica y los glaciares y témpanos de la zona. “En Antártida el clima ha sido mejor de lo que esperábamos y en Ushuaia fue sorprendentemente bueno. El viento suele ser fuerte allí”, le contó a PERFIL Nathan Kurtz jefe científico de la misión.

Desde 2009, IceBridge sobrevuela Groenlandia entre marzo y mayo, y Antártida en octubre y noviembre, para conocer los cambios de los hielos y glaciares que se dan año a año, la relación de éstos con el cambio climático, y el aumento del nivel del mar. Este año, el avión que utilizarán es modelo P-3, con un alcance más corto que el recorrido que hacía el DC-8 de las temporadas anteriores, lo que motivó cambiar la base chilena por Tierra del Fuego.

Al volar desde Ushuaia, en vez de Punta Arenas, estamos ahorrando una hora de viaje hacia y desde la Antártida, porque estamos tratando de maximizar el tiempo de relevamiento de nuevos datos mientras sobrevolamos la Antártida, y esa hora es muy importante”, destacó Kurtz, investigador de hielo marino del Centro Goddard de Vuelos Espaciales de la NASA.
El hielo marino es el aire acondicionado del planeta, refleja la luz solar y lo mantiene más fresco. También es importante porque controla la circulación oceánica profunda”, sostuvo Kurtz. El científico aclaró que hay cambios regionales en el hielo marino alrededor de la Antártida pero que en su conjunto, al momento, son cambios neutrales: “en el Ártico es una historia diferente, el hielo marino ha sufrido pérdidas sustanciales”.

A bordo. Además de la tripulación nacional, IceBridge tiene una integrante argentina: Eugenia De Marco. Esta ingeniera mecánica vivió hasta los 10 años en la localidad bonaerense de Villa Ballester, se recibió en la Universidad Internacional de Florida, en Miami, y desde 2009 trabaja en el Centro Goddard de Vuelos Espaciales. De Marco es parte de un equipo que diseña instrumentos científicos para las misiones aéreas de la NASA que estudian la Tierra.

IceBridge fue desarrollado para monitorear temporariamente los polos. Teníamos un satélite que hacía esta tarea, pero su misión terminó en 2009. Entonces la NASA lanzó este proyecto, que vuela varias veces al año en Groenlandia y en la Antártida. El objetivo es el mismo que el de los satélites: monitorear cómo cambian los polos”, explicó De Marco en declaraciones a la agencia NA.
El avión lleva varios instrumentos para hacer relevamientos entre los que se destaca el altímetro láser topográfico que mide la elevación de la superficie de hielo. Además lleva tres radares que miden el espesor y las capas de nieve y de hielo;  una cámara de alta resolución para tomar registro y una cámara térmica o de infrarrojos para medir la temperatura de la superficie.  También lleva un gravímetro que toma las  pequeñas variaciones en la gravedad de la Tierra.

Ambiente en la COP 23

La semana que viene, la delegación argentina –encabezada por el ministro de Ambiente, Sergio Bergman– presentará en la 23ª Conferencia de las Partes de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP) tres planes sectoriales sobre energía, transporte y bosques. Según Ambiente, estos planes se suman a la Contribución Nacional Revisada por la cual el país se comprometió a reducir 18% las emisiones de gases de efecto invernadero para 2030. En la COP 23, que se desarrolla en Alemania, se espera que surja la reglamentación del Acuerdo de París. “Esto es muy importante porque es cómo va a operar el acuerdo en cada uno de los artículos. Por eso algunas de las conversaciones se vuelven muy técnicas y reviven algunos de los problemas del pasado, como las diferencias entre países desarrollados y en vías de desarrollo, la distribución de los fondos y el progreso o no de los compromisos”, describió Enrique Maurtua Konstantinidis, director de Cambio Climático de la FARN.
Fuente: Perfil.com

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