Extracto de la charla sobre la comunidad yagán, dada por Victor Vargas Filgueira en la Misión Salesiana de Río Grande, el 19/10/2017.

En el 2014 comenzamos con la comunidad yagán de Ushuaia, con el fin de generar identidad e incorporar el amor por Tierra del Fuego a la gente que viene de afuera.

Nosotros siempre fuimos yaganes puertas adentro. Nos criamos escuchando a nuestra madre hablándonos en yagán. Pero cuando comencé el colegio, a fines de las 70’s, no podía levantar la mano y decir que era yagán, porque los prejuicios eran muy fuertes. Pese a que nuestra madre nunca nos prohibió decir que éramos yaganes, nuestro criterio nos hacía callar para no ser motivo de burlas, como le pasó a nuestra gente cuando vino el europeo. Vinieron en calidad de conquistadores y despreciaron la forma en que vivían nuestros antepasados, creyéndose superiores a los que habitaban estas tierras. Esas personas eran tan inteligentes como nosotros pero no los rodeaba la tecnología que tenían los blancos. Todo el tiempo adoptamos nuevas tecnologías, sin dejar de ser los mismos seres humanos. Mi bisabuelo vivió en estado natural casi toda su existencia, y recién en el ocaso de su vida tuvo contacto con gente de otras latitudes. Si él viviera hoy, se adaptaría a nuestra forma de vida. Y si a mí me tocara vivir la vida que a él le tocó, también me hubiese adaptado a estar en el archipiélago navegando con las canoas de corteza, que eran muy funcionales para la época. Había mucha inteligencia en los pueblos originarios y es bueno que la gente lo sepa.

Desde la comunidad yagán, nuestra función es trabajar por la identidad y mostrar que hay descendientes. Habiendo hijos, nietos y bisnietos… ¿Por qué decir que un pueblo se termina? ¿Porque alguien quiere hacer un libro con un título que impacte y venda? “Lola Kiepja, la última selk´nam” o “Rosa Yagán, la última yámana ha muerto”. Y no es verdad, porque Rosa Yagán tiene nietos y tataranietos. Habiendo sangre en la venas los pueblos no se terminan.

Nosotros queremos brindarles nuestro pasado, para que ustedes lo tomen para sí mismos. Cuando formamos la comunidad fue una de las premisas: una vez que lográramos que el pueblo nos reconozca, y gracias a Dios lo hemos logrado, queríamos compartir nuestra cultura y que sepan que es de todos. En Ushuaia somos más de 120 yaganes que descendemos de ese pueblo, y queremos que se enteren de nuestra pequeña comunidad yagán. Nosotros queremos abrirnos, no hacer reservas para separarnos de los blancos, porque creemos que todos somos iguales. Queremos que conozcan lo que hacemos. Hoy no podemos vivir desnudos con una canoa de corteza, porque los tiempos son otros. Hace 150 años nuestra gente vivía de esta manera, pero se puede ser yagán usando zapatillas o teniendo un celular. Se ha instalado mucho que para ser indio, o como quieran llamarlo, tenés que tener una característica, una vincha, algo que te diferencie… Nosotros no necesitamos usar nada que nos caracterice. Cuando nos preguntan cómo nos gustan que nos llamen: indios, aborígenes o alguna otra palabra suave que se usan ahora, les decimos que no nos importa cómo nos llaman. Nosotros somos yaganes y así nos pueden llamar. Estamos orgullosos de ser de este pueblo, y de saber de dónde venimos y a dónde vamos. Aunque cambie el apelativo que usen, no va a cambiar nuestro interior ni nuestra manera de pensar.

 

Victor Vargas Filgueira (Ushuaia, 1971), escritor, artesano de la cultura yagán y Primer Consejero de la Comunidad Yagán de Tierra del Fuego. Actualmente se desempeña como guía del Museo del Fin del Mundo y trabaja en un proyecto de extensión en las escuelas con la finalidad de dar a conocer a toda la comunidad educativa la existencia y la cultura del pueblo yagán.

 

Transcripción: Fede Rodríguez

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