Si uno le pregunta a un turista, la respuesta seguramente sea Lapataia, el Tren, el Presidio, el canal Beagle o el Faro del Fin del Mundo que no es el Faro del Fin del Mundo.

Ahora, si la pregunta se la hicéramos a alguien del lugar, las respuestas serían más del tipo: el Barrio La Misión, el Saint Christopher, el barrio Vilaggio Vecchio, patinar en la bahía, una expedición fantástica con zapatillas de lona y campera rompeviento al glaciar Martial, las viejas aerosillas o la calesita de la plaza Piedrabuena.

Ushuaia lo tiene todo: costas, montañas, nieve, sol, el Monte Olivia, el agua mineral, la cerveza artesanal; tiene magia y tiene mística por donde se la recorra. Guarda el tesoro emblemático de ser el último bastión de lo que no hay más allá. Es la ansiedad de recorrer el mapa con los dedos para llegar a ese punto en el que luego no hay nada. Es el fin del mundo, pero que a la vez no se cansa de ser principio.

Siempre me gustó desfilar para el 12 de octubre, tiene esa cosa de reunión, de encuentro con el vecino y a la vez de saber que pertenecés a algo más grande. Cuando era chico iba con mi guardapolvo blanco, representando a la escuela Nº1, pero además llevaba un bolso con otros uniformes, el de rugby, el de basket, yo quería desfilar con todos”, cuenta Walter, de 34 años, que creció en Ushuaia.

La nuestra es una ciudad muy solidaria y esa cuestión de pueblo sigue estando muy viva. Mucha gente viene a vivir a Ushuaia y más allá de la oportunidad, de la mejora económica o de venir a hacer la diferencia, esta ciudad ya tiene una generación propia, esa generación que elige Ushuaia como estilo de vida”.

Walter recuerda sus días de infancia, patinando en la Bahía Encerrada “o en la laguna de mi casa que ahora es pleno centro”. Hoy, mate y termo bajo el brazo, observa la calle para ser parte, una vez más, del desfile del 12 de octubre, ese que lo hacía correr de una punta a la otra para pasar cuantas veces fueran posibles frente al palco, pero ahora ya no corre y el palco se ha convertido en su escenario natural. Walter dejó de ser el niño de orgulloso guardapolvo blanco para ser Intendente de su querida ciudad.

Las actividades misioneras de los Anglicanos abrieron paso hacia el inicio de la historia en el fin del mundo. El misionero Allen Gardiner daría comienzo a la evangelización de los indios Yámanas en 1850. Aquella labor sería luego continuada por varios religiosos, hasta que en 1907 la misión fuera finalizada por el pastor Juan Lawrence.

Sería en octubre de 1884 que el Comodoro Augusto Lasserre fundaría la Subprefectura de Ushuaia en cumplimiento de un decreto firmado por el Presidente Julio Argentino Roca, con el fin de sentar soberanía en los confines del país.

Fue hasta el 27 de junio de 1885 que el primer gobernador, Félix M. Paz, ratificaría oficialmente la existencia de Ushuaia como tal al emitir un documento recomendando a este asentamiento como capital territorial.

Es muy plural, tenés tantas Ushuaia como tantas Ushuaia quieras tener. Hay que saber comprenderla, es una ciudad muy cosmopolita pero también muy generosa”, dice el intendente Vuoto.

Y allí reside parte de aquella magia, nunca sabés con qué te vas a encontrar cuando salís a la calle. Un día es un mar de turistas de Brasil, al día siguiente la majestuosa Fragata Libertad amarrada en el puerto y al otro una nevada extraordinaria en pleno enero. Es impredecible. Tiene tanto comienzo que a veces parece insólito que sea conocida como Fin del mundo.

Martina (9) y Joaquín (6) completan las ramas del árbol Vuoto; se preparan, como su papá hace más de 20 años, para moverse frente al palco y mamar ese orgullo del que tanto habla Walter: “El desfile es importante porque al final del día todos queremos sentirnos parte de algo”.

El aroma recorre las calles y va llamando a los curiosos, los más grandes se acuerdan que “antes también se hacía”, los más chicos se sorprenden con el despliegue. Los cocineros se mueven como en una coreografía perfectamente practicada, hasta que el resultado aguarda a los cientos de vecinos que se reúnen para saborearla. La paella se ha vuelto tan clásica como la mismísima vuelta al perro por la calle San Martín.

El Hard Rock se mezcla sin demasiado sigilo con los pequeños locales tradicionales. No faltan los bodegones y lugares como Dublin traspasan generaciones enteras. Ushuaia es moderna, pujante y un punto deseado por los viajeros de todo el mundo, pero también es pintoresca, divertida y sutil para los lugareños que la disfrutan.

En 1871 se hace definitiva la instalación de la Misión Anglicana a cargo del reverendo Thomas Bridges, en las inmediaciones del actual aeropuerto de Ushuaia, en la península homónima.

El 18 de Junio de 1872, nace en Ushuaia Tomás Despard Bridges, el primer niño blanco fueguino.

A esta altura puedo decir que Ushuaia finalmente ha logrado tener la primera generación arraigada”, dice Vuoto con una mezcla de satisfacción, orgullo y algo de emoción que se le nota.

El interés del Gobierno Argentino en lograr la radicación definitiva de pobladores en este suelo vislumbra la posibilidad de instalar un presidio en el archipiélago fueguino. Varios fueron los intentos, hasta que se instaló una prisión militar en la Isla de los Estados, siendo posteriormente trasladada a Bahía Golondrina, en las inmediaciones de Ushuaia, en 1902. Paralelamente, se colocó la piedra fundamental del edificio que aún hoy se puede observar y que albergó presos comunes, militares, y en alguna ocasión, políticos.

Aquella institución que desde 1911 fue Presidio y Cárcel de Reincidentes de Tierra del Fuego significó, en la historia de la ciudad, un hito que marcó su perfil durante la primera mitad del siglo. Sus talleres de imprenta, fotografía, sastrería, zapatería, carpintería, panadería, servicio médico y farmacia, cubría las necesidades de una población separada de su centro de abastecimiento principal por una gran distancia y por los barcos que llegaban, con suerte, una vez al mes.

El presidio dejó rastros perfectamente reconocibles, la alfombra desolada de troncos caídos dibujan el día a día de los habitantes de los pabellones. El tren que hoy asoma como atractivo para los turistas, repasa un trabajo que más que castigo era un alivio para los fríos crueles de hace 100 años.

Ushuaia me dio todo, me dio los mejores momentos de mi vida, desde mi primer beso hasta a mis hijos, no me imagino en otro lugar”, reconoce Walter, de 34 años, que creció en una casa “de corcho” del populoso barrio INTEVU y que hoy es Intendente.

La noche larga le va dando de a poco paso al día eterno, el cielo enrojecido, la luna gigante, el Monte Susana haciendo contrapunto con las Cinco Hermanas, distintivos que reflejan la necesidad de ser parte del mismísimo paisaje, después de todo, todos somos péhél de la bahía que penetra hacia el poniente.

 

María Fernanda Rossi

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