El coronavirus COVID-19 pasó de los animales a los seres humanos. Se cree que esto sucedió en un mercado callejero en la ciudad china de Wuhan, donde se comercializan animales para ser consumidos como alimento. La falta de controles y medidas de sanidad y el tráfico ilegal de animales son el caldo de cultivo ideal para la proliferación de nuevas enfermedades como la que actualmente mantiene en alerta al mundo entero.

Se desconoce con exactitud de qué animal provino el coronavirus COVID-19, aunque es muy probable que haya sido de un murciélago sacrificado para su consumo humano en un mercado callejero de Wuhan, la ciudad china donde se detectaron los primeros casos del brote que actualmente está catalogado como pandemia. Los coronavirus son un tipo de virus con una gran capacidad de mutación, lo que hace muy probable que pasen de animales a seres humanos cuando las condiciones se prestan, como en el caso de los mercados callejeros donde se comercializan especies salvajes para su consumo humano sin las condiciones sanitarias mínimas, y donde muchos de los animales ofrecidos provienen del tráfico ilegal.

La comercialización de animales salvajes de forma irregular para su consumo configura el escenario ideal para la proliferación de nuevas enfermedades, por lo que el tráfico ilegal no es solo una problemática con consecuencias ambientales sino también sanitarias con el potencial de poner en riesgo a la población mundial. El contrabando de animales, sumado a la destrucción de los hábitats naturales y el cambio climático contribuyen a la diseminación de enfermedades zoonoticas. El tráfico de animales ha sido responsable de otras enfermedades famosas como el SARS, el ébola y la gripe aviar, entre otras.

En vista de eso, la Global Wildlife Conservation (GWC) y la Wildlife Conservation Society (WCS) han reforzado su campaña para detener el tráfico ilegal de animales salvajes, la caza furtiva y los mercados que comercializan especies silvestres de forma clandestina. En una entrevista publicada en el portal Mongabay.com, Chris Walzer, director ejecutivo de salud de WCS, dijo que “los animales son capturados en la naturaleza (o criados alternativamente en una llamada granja de vida silvestre) y transportados a un mercado, donde interactúan con otras especies de otros lugares” y explicó que “allí, los animales están confinados bajo condiciones estresantes, intercambiando excrementos y, por lo tanto, virus antes de ser sacrificados en el sitio. Esto permite que la sangre y los órganos estén expuestos y aumenta la interfaz con los humanos“. Para Walzer es todo una cuestión de números y aseguró que “si se juntan suficientes especies y se les permite compartir virus, y luego se pone a mucha gente en contacto con los animales y sus partes, entonces invariablemente se tendrá un virus que puede ingresar a una célula humana y replicarse y, en raras ocasiones, transmitirse de humano a humano“.

Los mercados de animales silvestres son comunes en oriente y son el foco principal de atención de las organizaciones que claman por la prohibición del tráfico y comercialización de animales salvajes. A raíz del surgimiento del coronavirus COVID-19 China y Vietnam han comenzado a implementar acciones, prohibiendo el mercado y el tráfico de fauna salvaje. Para Walzer esto puede representar un gran impulso para la lucha contra el tráfico ilegal de animales. “Tomando el liderazgo de China, creo que habrá un efecto dominó en la región, ya que todos estos países vecinos son altamente interdependientes y sus mercados están conectados“, dijo Walzer. “Estos países tienen legislación para el ganado. Ahora están preguntando sobre cómo regular mejor la vida silvestre. ¿Qué leyes, experiencia y monitoreo son necesarios para implementar realmente esta legislación de manera significativa?” concluyó.

La pandemia de COVID-19 es un nuevo llamado de atención sobre las consecuencias que pueden tener para el ambiente y para nuestra especie la relación que tenemos con la naturaleza. El tráfico ilegal de animales, junto a tantas otras acciones que atentan contra la vida natural, terminan inevitablemente impactando a nuestra propia existencia. De continuar entendiendo a nuestra especie como algo separado del ambiente natural y haciendo uso del mismo para satisfacer nuestras necesidades sin importar las consecuencias, estas situaciones continuarán surgiendo y cada vez serán peores.

Abel Sberna
Fuente: mongabay.com

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