Un innovador proyecto, que incluye un observatorio astronómico y centro interpretativo y que en breve será realidad, se sumará a las acciones de promoción ambiental que se vienen impulsando para conservar el ambiente del noroeste santacruceño.
La Argentina tiene una tradición de más de 150 años en la observación astronómica. Los planetarios modernos combinan la tradicional sala en forma de cúpula, donde se proyectan espectáculos educativos sobre astronomía, con centros de interpretación que permiten reflexionar sobre nosotros y nuestra relación con el mundo natural.
En el Portal Cañadón Pinturas, dentro de Parque Patagonia, en el noroeste santacruceño, se avanza con la obra de un observatorio astronómico y centro interpretativo que se espera se encuentre en etapa de finalización “para fines de 2022”, explica el arquitecto y proyectista Oscar Romero, que desde hace 20 años, ha desarrollado su actividad profesional, diseñando y dirigiendo proyectos centrados en las áreas turística, cultural y ambiental.
Esta obra tiene como objetivo crear un lugar educativo “que informe e inculque la concienciación en los visitantes sobre la interrelación de la flora, la fauna, la geología, la etnografía del sitio, así como las exponga al universo del cielo del sur”, afirma Romero.
El arquitecto explica que el edificio, está implantado en el paisaje delineado por la estepa patagónica. Está incrustado en la ladera sureste del modelado geológico volcánico, “fue concebido como una estructura que acompañe el paisaje con un techo verde, minimizando el impacto visual”
Hasta en los mínimos detalles esta obra está pensada para resignificar. Prueba de ello son los materiales que se utilizarán en la fachada de acceso y el espacio público interior, que será ejecutado con un entramado de maderas recicladas. Estas maderas son las varillas de los alambrados del Portal Cañadón pinturas que fueron retiradas para garantizar la libre circulación de la fauna autóctona dentro de la misma reserva.
Un equipo interdisciplinario de diseñadores, arquitectos, ingenieros, escenógrafos y paisajistas que junto con un director creativo, biólogos, antropólogos, astrónomos, paleontólogos, están a cargo del diseño de la experiencia. “Es un equipo realmente grande, donde hay que tener en cuenta también todos los aspectos logísticos que implican estar haciendo una obra en un sitio tan alejado de cualquier centro urbano”.
El proyecto forma parte de las acciones de Fundación Rewilding Argentina para la conservación de los ambientes naturales argentinos, sus especies de flora y fauna nativas, especialmente especies en peligro de extinción y la promoción de la conciencia ambiental. “Nos hemos planteado este centro para dar a conocer este trabajo y su filosofía”, remarca Romero.
Otro de los puntos importantes para la ejecución de esta gran obra y que con una cuota emotiva completa de sentido humano y de conciencia socioambiental, es que los fondos para la obra, son aportados por Elsa Rosenvasser Feher, una filántropa científica argentina de 89 años que desarrolló su carrera en USA y fue una de las creadoras del movimiento mundial de museos interactivos y, fundadora, y fue directora, del Museo de Ciencias de San Diego en California.
Mientras, se trabaja en el diseño de la experiencia que incluirá la proyección de espectáculos de entretenimiento de astronomía e historia para la visitación al planetario. Oscar describe que la propuesta es “un viaje de proporciones cósmicas y a la vez muy íntimo para descubrir que la historia que nos habita va mucho más atrás de lo que creíamos, y que estamos mucho más relacionados con nuestros ancestros, al resto de los seres vivos, y mucho más ligados al universo mismo, de lo que creíamos”
Los recursos y las novedosas tecnológicas sumergirán a quienes lo visiten a vivir una experiencia inolvidable en la que se invita a “movernos del centro de la ecuación”, explica. Dejar por un momento de mirar el mundo que nos rodea “desde nosotros” y ampliar nuestra mirada de nosotros “en relación con la comunidad”. “Reflexionar sobre lo que somos desde que ocurrió el Big-Bang, una mínima, pero especial partícula que llegó a estar consiente de sí misma y de su entorno”
El equipo que le da forma al planetario de Parque Patagonia lo piensa como un aporte para “observar con atención, descubrir esa larga historia que aún vive en nosotros, y que cada uno de sus momentos nos dejó algo impreso, algo que nos convirtió en quienes somos”.
El desafío está planteado. Y qué mejor que los cielos patagónicos para rememorar algunos de esos momentos, descubrir que estamos mucho más ligados a nuestros ancestros, y al resto de los seres vivos, y mucho más ligados al universo mismo de lo que creíamos.
Daniella Mancilla Provoste