Un 15 de septiembre de 1976, un avión de exploración se accidentó trágicamente en el continente blanco. Algunos restos de la aeronave fueron hallados este verano, 47 años después.

El accidente del avión Neptune 2-P-103 de la Armada Argentina, en 1976 durante un vuelo de reconocimiento glaciológico, es una de las mayores tragedias aeronavales en la Antártida. Sus 11 tripulantes murieron y el suceso vuelve a la memoria colectiva luego de que fueran hallados este verano, después de 47 años, restos de la aeronave.

El Lockheed Neptune 2-P-103 era un avión de la Escuadrilla Aeronaval de Exploración de la Armada con asiento en la Base Aeronaval Comandante Espora, y que en la mañana del 15 de septiembre de 1976 despegó de la Base Aeronaval Río Grande rumbo a la Antártida.

Su tarea era sobrevolar el pasaje de Drake y las islas Shetlands del Sur, para ver en qué condiciones estaba el hielo en esa parte del continente blanco, información que después contribuiría con la Campaña Antártica del rompehielos ARA «General San Martín».

El Neptune era comandado por el Capitán de Corbeta Arnaldo Mario Mutto. Completaban la tripulación los Tenientes de Navío Miguel Ángel Berraz y Romualdo Carlos Migliardo, el Teniente de Corbeta Claudio María Cabut, los Suboficiales Segundos Nelson Darío Villagra, Juan Noto y Remberto Eberto Brizuela, los Cabos Principales Carlos Omar Campastri y Jesús Oscar Arroyo y el Cabo Primero Benjamín Pablo Scesa. Además, viajaba el periodista Rodolfo Rivarola, que iba como camarógrafo civil para un canal de televisión fueguino.

En un momento de la misión, pasado el mediodía, los operadores de la Torre de Control de Río Gallegos dejaron de recibir comunicaciones del Neptune, por lo que se declaró el alerta y comenzó un amplio operativo de búsqueda y rescate.

Pasaron los días y finalmente el 18 de septiembre se pudo saber algo del destino del Neptune y su tripulación. Una aeronave de la Fuerza Aérea localizó el lugar del impacto en una de las laderas del monte Barnard, el punto más alto de la isla Livingston. Otro avión de la Base Marambio confirmó el accidente seis días después.


El rompehielos «General San Martín» arribó al sector el 4 de octubre, con la esperanza de que hubiera sobrevivientes del accidente. Volando con un helicóptero embarcado, lograron divisar algunos restos del avión entre la montaña y el glaciar, pero no había indicios de los 11 tripulantes.

Ante ese panorama trágico, se tomó la decisión de intentar rescatar los cuerpos durante el verano de 1977, cuando las condiciones meteorológicas fueran más favorables para llegar al sitio; pero la Antártida volvería a cobrarse nuevas vidas.

Como el área del accidente era de difícil acceso, a 1.500 metros de altura y con una pendiente de 70 grados, se coordinó una compleja misión con la participación de medios de la Armada y del Ejército.

Durante el apoyo a esta tarea, el helicóptero Bell 212 AE-451 del Ejército Argentino con un equipo de soldados andinistas enfrentó un repentino desmejoramiento de las condiciones meteorológicas y se precipitó. Fallecieron en el acto sus tres tripulantes: el Teniente Primero Mario García, el Teniente Alejandro Merani y el Sargento mecánico Ricardo Segura. Esta sumatoria de tragedias impulsó la decisión de dejar de intentar llegar al lugar del accidente.

El hallazgo

Luego de más de cuatro décadas, en enero de este año un equipo de cuatro geólogos búlgaros que realizaba una expedición antártica con el apoyo del buque polar “Santos Hermanos Cirilo y Metodio” encontró restos de un avión.

Podía ser de cualquier aeronave y aunque los restos no habían sido identificados oficialmente, todo parecía indicar que se trataba de nuestro Neptune, porque en una de las partes halladas se podía ver claramente el sol de la bandera de Argentina. El material fue embarcado en el buque búlgaro, donde se realizó una ceremonia en memoria de la tripulación del avión de la Armada y del helicóptero del Ejército siniestrados.


«Son eternos guardianes del territorio antártico y un claro ejemplo de camaradería y abnegación en el cumplimiento del deber hasta la ofrenda de lo más sagrado: la vida misma», dijo durante una alocución el Capitán de Corbeta Lucas Acosta Salcedo, quien iba embarcado como asesor náutico por parte de la Armada Argentina.


Los restos llegaron a nuestro país a fines de febrero y, durante un encuentro mantenido a bordo del buque búlgaro en Mar del Plata, se oficializó la entrega a las autoridades navales argentinas. Finalmente, en marzo pasado y luego de un exhaustivo peritaje en el Arsenal Aeronaval Comandante Espora, se corroboró que el material hallado en la Antártida corresponde a los restos del Neptune siniestrado en 1976, hace casi medio siglo.


El presente

Después de 47 años, la increíble noticia moviliza y sensibiliza a los familiares de los caídos, que transitaron todo este tiempo con la convicción de que sus seres queridos son héroes, que amaban volar y que dieron su vida en cumplimiento del deber.

El punto cúlmine de esa movilización interna es la ceremonia en homenaje que la Armada realiza de forma permanente en la Base Aeronaval Comandante Espora, donde en una vitrina del Museo de la Aviación Naval expone los restos del Neptune encontrados: la parte del timón de cola que todavía tiene pintado el sol de la bandera, y otra en la que se puede leer Área Compás Magnético.


Los familiares los contemplan y se acercan a tocarlos. Es lo más parecido a estar físicamente cerca de sus seres queridos.

Más tarde, bajo una persistente lluvia otoñal de abril, el grupo se congrega ante el cenotafio que recuerda a los tripulantes para descubrir una placa conmemorativa, colocar ofrendas florales y pronunciar sentidas palabras alusivas. Todos, familiares y autoridades, concuerdan en lo merecido del homenaje.

Día del Meteorólogo Naval

Este 15 de septiembre será la primera vez que la Armada conmemore el Día del Meteorólogo Naval. La fecha es alusiva al accidente del Neptunre y en homenaje a uno de sus tripulantes, el Teniente de Navío Romualdo Migliardo, quien viajaba como meteorólogo y glaciólogo de la misión encomendada al avión de la Escuadrilla Aeronaval de Exploración.

Fuente. Gaceta Marinera

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