Por Lic. Fernando Madera
Mientras el mundo atraviesa una emergencia sanitaria y el país una crisis económica de inédita magnitud, vale la pena destacar aquellas empresas que siguen sosteniendo la industria nacional, conservando puestos laborales e invirtiendo en el futuro.
Se acercan las fiestas de un año donde la palabra “festejar” parece haber desaparecido del diccionario. No obstante, decidimos juntarnos con el empresario fueguino Juan Manuel Trejo para charlar sobre la provincia, conocer proyectos y animarnos a compartir su entusiasmo por lo que viene.
“No es fácil, pero confiamos en la recuperación”, afirma Juan Manuel Trejo, el número uno de Trejo Logistic SA, empresa fueguina fundada por su abuelo Ramón Trejo Noel en 1957. Don Ramón fue gobernador del Territorio Nacional durante los primeros meses de la democracia alfonsinista, cuando la isla tenía tan solo 40.000 habitantes y la Ley de Promoción Industrial recién comenzaba a dar sus primeros frutos. Al momento de asumir la presidencia, Alfonsín no conocía gente relacionada al archipiélago austral, excepto a Don Ramón, quien delineó un proyecto centrado en desarrollar la conexión marítima, aérea, terrestre y en reforzar el vínculo entre Río Grande y Ushuaia, dos ciudades separadas por una cordillera, pero con gran potencial para crecer a la par, sentando las bases de la industria pesquera, energética, turística y electrónica. Desafortunadamente, dichos planes quedaron truncos con la tragedia aérea que se llevó su vida, la de su esposa y parte de su gabinete apenas seis meses después de asumir el cargo.
“Yo era chico cuando ocurrió el accidente, pero recuerdo que a través de mi abuelo pude conocer a Alfonsín. Tengo una foto de ese momento que atesoro entre mis cosas mas preciadas“, evoca Juan Manuel, quien a los 45 años ya cuenta con dos décadas el frente de la empresa, la cual rebautizó Trejo Logistic SA cuando decidió incluir el transporte de carga al servicio que ya ofrecía como despachante. “Fué una jugada riesgosa. Mi papá no estaba del todo de acuerdo y mi socio dudaba, pero yo había estudiado el tema y sabía que después del 2001 la industria iba a repuntar y se iban a necesitar camiones para llevar productos fueguinos al continente. Empezamos chiquitos, pero crecimos rápido”. Luego agrega convencido: “Creo que ahora pasa algo similar. Estamos en una crisis tremenda, pero si salimos, Trejo Logistic puede convertirse en la línea terrestre de bandera fueguina”. Se le nota el orgullo de haber forjado una empresa local de proyección nacional, lidiando con múltiples inconvenientes y una competencia piensa solo en el rédito inmediato y nunca en el largo plazo. “Todos quieren los beneficios de la ley, pero son pocos los que reinvierten. Hay una responsabilidad social para con la gente que trabaja dia a dia y vive en la provincia. Veo como algunos colegas ponen plata en el continente y no en la isla. Los fueguinos merecemos mas”.
Trejo Logistic ha sostenido su planta laboral sin despidos a lo largo de la pandemia, apostando a la continuidad de la ley. “Cuando mi abuelo falleció, estaba volviendo de reunirse en Buenos Aires con el presidente Alfonsín, quien le brindó su apoyo para ampliar la Ley de Promoción y así atraer inversiones en un abanico de industrias, no solo la electrónica”. Hace una pausa y formula una pregunta retórica: “¿Se imaginan lo que sería la provincia de haberse concretado dicho plan? Seguramente no estaríamos discutiendo la continuidad de la ley, sino como incorporar el factor ecológico a la ecuación, promoviendo la energía eólica y haciendo mas sustentables los procesos industriales. Nunca vamos a saber que hubiera pasado, pero podemos retomar el hilo y adaptarlo al presente”, reflexiona.
Con respecto a la conexión entre pasado y presente en materia industrial, Juan Manuel lo explica así: “Ya de grande, me dediqué a investigar los proyectos que mi abuelo tenía en mente. Él llegó acá en la década del ’50, cuando Río Grande era poco mas que una aldea. Creció como empleado y luego como despachante, pero lo que mas rescato es su visión a futuro, que era expansiva, global. Vió cómo Japón tomaba la delantera en tecnología y se dió cuenta que la isla podía beneficiarse a partir de un fenómeno que sucedía al otro lado del planeta. Lo mismo con China. Mi papá, Tachi, me llevó por primera vez a principio de los ’90. Después yo seguí yendo por mi cuenta, sabiendo que se iba a convertir en la potencia que hoy es. Aunque Trejo sea solo un eslabón de la cadena, me interesa entender el proceso completo, desde la politica económica que alienta la creación del chip, hasta el sitio web que vende el producto terminado”.
Juan Manuel también sabe que en el medio hay pujas de toda índole, entre las cuales se encuentra la sindical. “Negociando soy duro, pero intento ponerme del otro lado para llegar a un acuerdo. Exijo a los demás como me exijo a mi mismo. Estamos todos en el mismo barco, pero el capitán soy yo”. Cuando le pregunto como hace para “ponerse del otro lado”, responde sonriendo. “Yo crecí acá. Hice la primaria en la Escuela 2, empecé el secundario en la ENET, seguí en la de Comercio de Chacra II y lo terminé en el Don Bosco. Sigo conservando amistades de esa época, cada uno con su carrera y pensamiento particular. Me gusta juntarme con todos, ya sea en el Roca, en un taller, en el puerto o en la calle. Algunas de las mejores charlas las he tenido arriba de un avión, ¡ahí nadie te puede interrumpir!“
Al indagar sobre su filosofía en relación a los negocios, recurre a las anécdotas. “A mi me interesa la eficiencia, que el cliente esté satisfecho, nos elija y recomiende. La empresa lleva mi apellido, así que no tengo opción: pongo la cara siempre. Cuando necesité saber el costo real de la vuelta en camión -unos 6000 kilómetros-, me subí yo mismo y hasta lo manejé. Me gusta meter mano y escuchar a los que tienen la camiseta puesta. Hay gente que está en la empresa hace 20 años. Yo los vi crecer a ellos y ellos a mi. La lealtad es un bien intangible y por lo tanto hay quienes no la ven. Curiosamente, las personas con las que hace mas tiempo trabajo son con las que mas discuto, pero de cada charla saco algo positivo. Somos brutalmente honestos, no nos guardamos nada. Si alguien quiere hablarme, sabe que puede hacerlo. Si tiene una idea loca, la escucho. Yo también tengo ideas raras y son esas ideas las que me mantienen motivado. No me gusta la monotonía ni el conformismo. A veces se me ríen en la cara, pero eso me da fuerzas para demostrar que hay que intentarlo. Si falla, algo aprendés, y si resulta, es una satisfacción que te propulsa hacia adelante”.
Aunque JM, como lo llaman algunos, tiene la palabra final, en Trejo Logistic hay dos cabezas al mando. Una es la visible, mientras la otra maneja el día a día. “Mi socio, Roberto Scotto, merece un párrafo aparte. Nadie sabe mas de la ley que él. Ha vivido varios procesos económicos, tanto conmigo como con mi papá. Somos de generaciones diferentes, pero me gané su apoyo con resultados. Su opinión es indispensable, porque me obliga a ver las cosas desde otra perspectiva. En 2004 le propuse que sumemos a su hijo al equipo, un muchacho que recién se graduaba de la universidad. Yo sentía que debía asegurar la continuidad y tenía que encontrarla dentro de la empresa. Ahí es donde entra en juego la lealtad, la trayectoria, el mérito. Todo el arco político sabe que el conocimiento y experiencia de Scotto con respecto a la ley están a disposición. El sector privado puede ayudar y debe ser consultado. Los gobiernos pasan, las empresas quedan”.
Juan Manuel se desenvuelve con naturalidad en su profesión. Es un tipo que mamó “la rosca” política y empresarial de chiquito. Las oficinas de Ramón Trejo Noel e Hijos SRL fueron su lugar de entrenamiento. Ahí aprendió lo que implica ofrecer un servicio, el valor de la palabra, la necesidad de planear y adelantarse a los hechos. “Empecé sirviendo café, pero enseguida me di cuenta que los despachos podían agilizarse con fotocopiadoras mas modernas. Se lo transmití a mi papá, lo implementaron y eliminamos un obstáculo clave”. Hay personas que se acuerdan del pequeño Trejo, cuando el ambiente era familiar y su abuelo aún estaba al frente de las operaciones.
“En esa época éramos casi todas mujeres. Cuando Juan Manuel se hizo adolescente, empezó a interesarse en el funcionamiento de la empresa. Me preguntaba sobre asuntos contables, legales y financieros. Después decidió emprender su propio camino y yo lo apoyé”, rememora Liliana Franzoy, quien trabajó con tres generaciones de Trejo antes de retirarse. “Lily me enseñó a manejar los números y me llevó a inscribirme como despachante en 1999. Otro que me acompaña desde que arranqué es Moyo -Marcelo Cheuquel- el “músculo” de la empresa. Porque no solo necesitás tener cerebro, ojos y una mano derecha para funcionar, sino también alguien que aguante los trapos cuando las papas queman. Aunque no soy una persona muy demostrativa, ellos saben que tienen mi confianza”.
Trejo Logistic no está sola en la logística fueguina. Con la competencia tiene diálogo, aunque prima la cautela. “Cuando empecé con los camiones quisieron correrme, comprarme, impedirme crecer. Por eso respeto al que se manda solo, al emprendedor. La competencia es bienvenida, pero en igualdad de condiciones. Si le vamos a dar privilegios a unos y a otros no, ahí me planto. Tiene que haber jugadores chicos, medianos y grandes. Es lo saludable para el mercado. Ahora estamos distanciados de la Cámara de Transporte de TDF porque me parece que la balanza se inclina demasiado para el lado del mas fuerte. La Cámara existe para que todos tengamos voz, no para que el mas grande imponga la suya“, razona con la certeza de quien conoce bien las “grietas” dentro del rubro.
El futuro de la provincia lo desvela. Sabe que si hoy no se toman las decisiones adecuadas, vamos a perder el tren. “La pandemia terminó de convencerme que la regionalización es el paso mas importante. Tenemos que afianzar lazos con Chile. El simple hecho de compartir una frontera tan extensa nos obliga a pensar en conjunto. Es un hecho geográfico ineludible. Siempre me acuerdo de las palabras de Carlitos Pérez, ex piloto de la gobernación, quien decía que la isla siempre va a ser una isla, por lo que para el gobierno el hecho de tener un avión propio es indispensable. La idea detrás de Kaikén Líneas Aéreas, de Oscar Valls, era muy buena. Aunque dejó de volar hace veinte años, el hecho de conectar la isla con la Patagonia continental y Punta Arenas significó un paso adelante en la consolidación de las relaciones trasandinas. No hay que ser ingenuos, Chile tiene un espíritu expansivo, pero nosotros siempre vamos a ser sus vecinos, por lo que hay que buscar acuerdos que beneficien a ambos países y apunten a la integración austral. He visitado Chile toda mi vida y existe una historia en común con la Región Magallánica. Hay que ver mas allá de los conflictos del pasado y enfocarnos en el hoy. El mundo mira la región como una sola y eso es evidente en el turismo, que va a volver con fuerza una vez que la pandemia pase. Tenemos que facilitar la conexión y el intercambio de productos. La gastronomía magallánica basada en frutos de mar es exquisita. Los fiordos chilenos, una maravilla. El turista quiere conocer Ushuaia, pescar en las estancias, visitar Tolhuin, Calafate, comer cordero, pero también experimentar la magia del lado chileno. La Patagonia es una sola”.
Uno de los aspectos mas llamativos de Trejo Logistic es el arte que exhibe en sus camiones, un detalle que la diferencia. “Fue viajando que empecé a interesarme en arte, diseño y arquitectura. Cuando tenía un momento libre, lo aprovechaba para visitar galerías. Eso me abrió el panorama en cuanto a lo que es posible en el mundo real. Se puede encontrar inspiración en cualquier lado. Una pintura que me marcó era gigante, roja y tenía una frase en italiano: “Y yo también soy arquitecto”. Esa obra en particular me dio confianza para experimentar con la construcción, a encontrarle la funcionalidad a los espacios. Primero reformé las oficinas de Buenos Aires, luego mi departamento, después un galpón oscuro al que llené de luz natural, seguí con un container que transformé en vivienda, una unidad familiar, dos locales de ropa y finalmente mi casa en Ushuaia, que está inspirada en las típicas viviendas fueguinas, construida en chapa acanalada. En todas las obras que mencioné, el arquitecto a cargo me decía que estaba loco, pero yo siempre impuse mi idea porque sabía el propósito que quería darle a cada edificio. Mi próximo emprendimiento va a ser un hotel y mi objetivo es que se convierta en un ícono de la ciudad, no solo por su diseño, sino por lo que allí va a suceder a nivel cultural. Es también una forma de diversificarme, apostando por una industria con un potencial enorme”.
Mientras busca los planos del hotel, retoma el asunto de los camiones: “Pintar los camiones es una forma de homenajear a los habitantes originarios y a la vez darle una identidad a la empresa. Es un tema de orgullo fueguino. Los onas eran nómades y yo también, moviéndome en busca del sustento. Ellos tenían arraigo y respeto por la tierra que habitaban. Viendo fotos de onas, yámanas y alacalufes se me ocurrió reivindicar esa historia y darle una vuelta de tuerca, exaltarla. Hablé con una diseñadora y pusimos manos a la obra. Cuando alguien ve “un Trejo” en la ruta y me manda un mensaje, me llena de satisfacción. Me considero un embajador de la provincia y por eso quiero ser la línea terrestre de bandera fueguina. Con esas mismas imágenes decoré mi casa en Ushuaia. A varias fábricas les propuse pintar el exterior de sus galpones con retratos de aborígenes, pero todos se negaron, poniendo excusas inverosímiles. Falta audacia. Y eso también se refleja en los negocios”.
Volviendo al plano terrenal, le pregunto concretamente por qué cree que la Ley de Promoción Industrial debe continuar. “La ley nació con el propósito de poblar la isla y lo logró. Sin la ley podríamos haber terminado como Malvinas. Tener industria propia no es barato. Mucho se habla del “costo fiscal”, pero darle fin a la promoción tendría un costo social desastroso. A la industria hay que incentivarla, incubarla y hacerla crecer hasta que pueda caminar sola. Así hicieron en Japón, Singapur, Alemania y China. Uno no se vuelve competitivo de la noche a la mañana. Hasta cierto punto, el Estado debe estar presente. Tierra del Fuego en particular hoy tiene gran potencial en cuanto a desarrollo de software. Eso hay que alentarlo. En Argentina hay materia gris y riqueza natural, una combo imbatible. ¿Cómo puede ser que exportemos materia gris? Es la peor forma de dilapidar recursos humanos. Hay profesionales que merecen una oportunidad en su patria, talentos que quieren jugar de local, pero se ven obligados a representar otro equipo. Nuestro DT, sea quien sea, debe promover la eficiencia, desterrar el clientelismo y alentar la competencia. El mercado interno es grande, pero “la papa” está en exportar inteligentemente en la región, para luego saltar más lejos. Es un plan a mediano y largo plazo. El cortoplacismo nos condena a ser mediocres, por eso siento una tremenda responsabilidad al frente de Trejo, ya que es una empresa con décadas de historia. Mi visión, como la de mi abuelo y mi papá, está puesta en el horizonte, pero con los pies en la tierra… en Tierra del Fuego”.
Lic. Fernando Madera