Una puma es criada en cautivero, con la intención de que vuelva a su hábitat luego del invierno. Nombrada Suyai por los seguidores de un portal calafateño, mantiene el mínimo contacto con personas. Apareció hace más de 2 meses en la zona urbana de El Calafate.
Suyai apareció en una zona de galpones de El Calafate comenzando el mes de mayo, cuando en esta localidad santacruceña el tema de conversación rondaba entre los contagios de Covid-19 y los turistas varados por la cuarentena.
La cría fue vista y capturada en el barrio industrial, en el suroeste de la ciudad, parte alta cercana de la la ruta provincial 15.
Por muchos días, el tema “coronavirus” estuvo acompañado de especulaciones sobre cómo llegó ese animal a la zona urbana y opiniones sobre cuál sería el destino de esa cachorra de 5 kilogramos de peso.
Hoy la hembra pesa casi 12 kilos, y permanece en resguardo en la delegación local del Consejo Agrario Provincial (CAP).
En los primeros días, en los que la pequeña puma aún se alimentaba con leche, estuvo alojada en una oficina de la institución, al no contar con un lugar acorde para la tenencia de animales silvestres.
Luego de varias averiguaciones sobre si algún centro podría recibir a la cachorra, desde la Dirección Provincial de Fauna de Santa Cruz se había comunicado la decisión de trasladarla hacia Río Gallegos, para ser alojada en un predio del Consejo Agrario, donde se intentaría una crianza sin contacto con el humano, con la idea final de poder ser devuelta a un ámbito natural.
Los días pasaron y entre trámites, y cuestiones de protocolos de la cuarentena santacruceña, Suyai se fue quedando en El Calafate.
Los empleados de la delegación del Consejo Agrario debieron acondicionar un galpón para crear en su interior una jaula en la que la puma pueda desarrollarse.
“La idea es que tenga el mínimo contacto con nosotros”, dice la veterinaria Alicia Helling, quien, junto a su esposo, también veterinario, Christian Pesin, se hicieron cargo de la puma.
Aunque sin quererlo ni planearlo, en El Calafate, se desarrolla una primera experiencia de resguardo de una cría salvaje, para luego devolverla al ámbito natural.
Los presupuestos no contemplaban este tipo de costos para la delegación del Consejo Agrario Provincial, por lo que el trabajo es doble, y demanda profesionalismo, pero también voluntad y solidaridad.
Al trabajo de los empleados del CAP Calafate se le suman las muestras de vecinos con sus donaciones de alimentos, algún material, y hasta una heladera para guardar la carne que la puma consume cada vez más.
Una jaula de unos 7 por 3 metros fue construida en el interior de uno de los galpones de la repartición. Los profesionales sólo ingresan para darle el alimento que es escondido en el interior de la jaula para que ella los busque.

Pollo y liebre muertos, y por supuesto agua, son el menú diario. Ya no toma leche.
En breve llegará el momento de ingresarle pequeños animales vivos, para que desarrolle su instinto de caza.
Fardos, troncos, sogas, algunas paladas de nieve, y una malla negra para que cuando ingresen los humanos no los pueda ver, son algunos de los elementos que componen lo que los profesionales llaman el “enriquecimiento ambiental”.
“Esperamos que después del invierno definamos el área en la que podamos intentar devolverla a la naturaleza silvestre. Mientras tanto sigue creciendo y ahora trabajamos en desarrollar su instinto de caza, que lo tiene”, comenta el veterinario Cristian Pasín.
Para los profesionales el desafío es no domesticar a Suyai, objetivo que se está cumpliendo. “Cuando entramos se esconde en un canil de madera que le hicimos, es como si fuese su cueva. No nos busca”, explican.
Una crianza en contacto con humanos haría que no desarrolle sus condiciones salvajes, por lo que no sobreviviría en un intento por volver a la estepa y cerros de esta parte de la patagonia.
Sergio Villegas
