Es habitual que durante los fines de semana largos del año, las personas se tomen descansos o “mini vacaciones”. Esas posibilidades que da el calendario son aprovechadas por lo general para alejarse del ruido de las grandes ciudades y las exigentes rutinas con las que se convive a diario.
Por este motivo, la ciencia indagó acerca de qué sucedería si estos “cortes” de tres o cuatro días pudieran ser permanentes. Desde esta pregunta, un estudio publicado en la revista Stress and Health explicó que tener un día menos de trabajo a la semana, aumentaría el bienestar de los trabajadores y reduciría el estrés producto de largas jornadas laborales.
Los investigadores confirmaron que, mientras más desconectados estén del trabajo en esos días, más predispuestos regresarán a cumplir sus tareas. En quiénes respondieron emails o mantuvieron algún tipo de contacto con las responsabilidades que tienen que ver con sus obligaciones diarias, en cambio, la situación fue diferente. Esos individuos mostraron síntomas negativos, preferentemente ligados a la aparición de distintos tipos de enfermedades.
Otra investigación reciente del Colegio Universitario de Londres, fue más específica y asoció una carga laboral desmedida con un aumento en el riesgo de fibrilación auricular, el tipo de arritmia cardíaca más común. Esta afección, a la vez, podría generar más probabilidades de accidentes cerebrovasculares (ACV), insuficiencias cardiacas y demencia.