Un emprendimiento turístico con el Canal Beagle como escenografía, su amor por mantenerlo prístino y el respeto por los clientes que los eligen. Frente a la posibilidad que un proyecto de ley prohíba la salmonicultura, manifiestan la preocupación de que esta industria afecte este paisaje único.
“Canal de Orcas” para los yaganes, fue posteriormente bautizado Beagle en honor a un barco que realizó varios viajes para estudiar su geografía entre 1826 y 1833. Las maravillas naturales de este paso marítimo entre el Atlántico y el Pacífico continúan dejando con la boca abierta a quienes se deciden a conocer lo que brindan sus casi 240 kilómetros frente a Tierra del Fuego. Lo mismo que sintiera Charles Darwin.
Sin embargo, toda esa biodiversidad, se ve amenazada por una actividad que – de manera intensiva – siembra y cosecha salmónidos con fines comerciales. La salmonicultura nació en Noruega a finales de 1960 y hoy amenaza con instalarse en el Canal Beagle. Sus impactos ambientales resultarían irreversibles, y atentan contra las personas y emprendimientos que hacen un uso sostenible de ella.
“El potencial del turismo de naturaleza en Tierra del Fuego es grandísimo. Y con el Canal Beagle lo mismo; siempre y cuando se manejen estandares de sustentabilidad, la posibilidad de desarrollo que tiene es enorme, explica un baquiano de esta zona, Hernán Ferrari, que junto a Esteban Abregú y desde 1997 son socios en CANAL, una empresa turística pionera en Ushuaia.
Según datos del Instituto Fueguino de Turismo (In.Fue.Tur), de los cientos de miles de turistas que visitan el Fin del Mundo, casi la totalidad hace alguna actividad o visita al Canal Beagle.
La propuesta de CANAL incluye caminatas en las islas y en sectores costeros del Parque Nacional Tierra del Fuego, visitas a la Estancia Harberton y su Isla Gable, el remo en canoas o kayaks, expediciones de mar en distintos sectores del Beagle cercanos a Ushuaia, entre otras.
Como gran parte de los fueguinos, Hernán expresa su preocupación ante la posibilidad de que se desarrolle la salmonicultura en este paraíso. “Sobran ejemplos en todo el mundo de que los riesgos y la problemática que generan son muy grandes. Entonces, el desarrollo de esta industria vendría a competir con el desarrollo turístico de Tierra del Fuego que es uno de los pilares de la provincia”.
En sintonía con este reclamo mayoritario, en agosto de 2019 el bloque del Movimiento Popular Fueguino, presentó un Proyecto que busca prohibir la salmonicultura en toda la jurisdicción fueguina. Pero, aunque el proyecto fue actualizado y reingresado este año, Tierra del Fuego aún no cuenta con una ley que proteja el Canal Beagle de esta industria.
Proyectos como la instalación de salmoneras en el canal Beagle, cuyos resultados devienen en general en catástrofes ambientales, atentan contra los recursos naturales, provocando el colapso de la flora y la fauna marina en ese espacio de agua, un ejemplo es lo que está sucediendo en el sur de Chile. En un reciente comunicado, difundido por Sin Azul No Hay Verde, la comunidad científica, ONG y agrupaciones civiles reclamaron al Gobierno chileno “no más entregas de nuevas concesiones, no más ampliación de concesiones acuícolas actuales ni aumento de biomasa en concesiones existentes, así como también la urgente salida de todos los ecosistemas marinos frágiles”.
Para Ferrari, “la salmonicultura es una actividad amenazante; tenemos la suerte de que todavia no esten instaladas las salmoneras. Siempre el hombre busca objetivos económicos, pero no es lo mismo crecimiento, que desarrollo. Algunos pueden justificar que el crecimiento económico que generaría sería importante, pero esto tiene que ser acompañado de un desarrollo sustentable.
Hay que tomar en cuenta el nivel de amenaza que significa la salmonicultura, porque es una actividad altamente riesgosa.”
“El potencial del turismo en Tierra del Fuego es grandísimo, justamente por el alto nivel de preservación y el bajo impacto humano que hay”.
El emprendedor concluye, “la gente -por lo general- viene una vez en su vida”, por eso, “hay que tener mucho respeto por esas decisiones”. El amor y el respeto por el ambiente y por quienes deciden visitarlo se traslada a la “intención de mantenerlo prístino, que está directamente relacionada con nuestro proyecto de vida”.
Daniella Mancilla Provoste