“Salí a cazar” de Julio Leite (1 de septiembre de 1957 – 21 de abril de 2019)

Cuando un cazador selknam, luego de seguir una manada de guanacos, lograba ir contra el viento, contra los olfatos filosos de los machos cuidadosos del después, que siempre miraban todo desde un otero en defensa de la piel, del carbón de sus ojos lluvioso, en defensa de su estirpe marrón clarito y vida, en defensa al fin de su territorio común, simple, inmemorial… Cuando un hombre selknam, cazaba, lo hacía sabiendo todo esto. Se despojaba del quillango y desnudo y marrón clarito y con ojos de carbón y lluvioso de respeto, descargaba su filo pétreo y doloroso sobre la presa que luego, con mañas de solidaridad y solo transportaba hasta su gente.

Agotado por dolor y cansancio, ofrecía primero a los suyos todo, todo el alimento. Mientras comían su esfuerzo, él miraba con corazón en reposo, contento de no haber hecho nada malo… Luego, su recolectora compañera, le ofrecía un trozo de carne y unos mimos bien untados, mientras los perros y la luna tenían no sé qué diálogo.

Amor. Hoy la cacería ha sido aceptable, me ocurre algo extraño, ya comí la presa que más me agrada y sentí que vos la ofrecías, hembra de mi siempre, que vos cortabas con filitos de esperanza la carne más tierna para tu cazador cansado…

Aguardo a que la luna, los perros y los niños se duerman para que me pases ungüentos olorosos a frutas y animales sobre esta epidermis trashumante y sola. Para contarte, cómo armé mi arco, cómo sufrí mientras después del flechazo destazaba a mi hermano guanaco y lo cargaba (más pesaban las costumbres y las lágrimas), más, mucho más pesaba tu ausencia presencia.

Aguardo a que la luna, los perros y los niños y la injusticia y la codicia y la mentira y la mediocridad, se duerman para siempre, lo espero, hace siglos que lo espero… El único alimento que me salva, es tu amor.

de Julio LEITE.

Foto de Santiago Jose Politano

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