Un estudio efectuado por el grupo de ciudades C40 indica que de no reducir en un 50% las emisiones de gases de efecto invernadero en los próximos 20 años, la crisis climática alcanzará dimensiones catastróficas.
La crisis climática que atraviesa nuestro planeta es el gran desafío que enfrenta la civilización humana en el siglo XXI. Se trata de una crisis que es consecuencia principalmente de las acciones humanas y solo puede ser evitada con acciones concretas y urgentes, como la reducción drástica de emisiones de gases de efecto invernadero. La causa principal del calentamiento global es la excesiva concentración de estos gases en la atmósfera terrestre, los cuales cambian las condiciones que permiten la regulación climática de la Tierra. Según la comunidad científica global, de no mantener el calentamiento global en un techo de 1,5 grados para 2050, los efectos de esta crisis resultarán catastróficos y cambiaran radicalmente las condiciones de vida a nivel global.
Un estudio reciente elaborado por el grupo de ciudades C40 indica que las emisiones de gases de efecto invernadero derivadas del consumo urbano deben reducirse un 50 % de aquí a 2030 y un 80 % para 2050 para evitar una crisis climática “catastrófica”. La organización agrupa a 94 de las mayores urbes del planeta, que aglutinan a más de 700 millones de habitantes y una cuarta parte de la economía mundial. Se trata de un análisis a escala global elaborada por la consultora Arup y la universidad británica de Leeds el cual advierte que esa reducción es imprescindible para mantener la posibilidad de que el aumento de la temperatura a finales de siglo no supere los 1,5 grados. Esta exigencia recae principalmente en los países de Europa, el este asiático y los Estados Unidos, los cuales son los mayores emisores de gases de efecto invernadero, aunque el esfuerzo debe ser global, por lo que los países de América Latina, África y el resto de Asia también deberán encarar el desafío de adoptar modelos sostenibles de desarrollo y producción.
La serie de medidas a adoptar es de carácter integral, pues las emisiones de gases están vinculadas a todo tipo de actividades productivas como también a la generación energética y el transporte. Es por ello que los cambios deben enfocarse en el tipo de alimentación, los métodos de construcción, la industria textil, el transporte y la electrónica. El estudio calcula que las emisiones ligadas al consumo de comida deberían caer un tercio para 2030 con una dieta basada en vegetales, cantidades saludables y que evite el despilfarro. Asimismo se pretende que las ciudades miembro del C40 tomen acciones conjuntas para que las emisiones resultantes de la construcción caigan un 26 % para 2030, con incentivos para reducir el uso de acero y cemento o aprovechar al máximo la capacidad de los edificios. Por su parte es necesario reducir en un 28% las emisiones ligadas al transporte privado y un 26% en la aviación.
Entre las ciudades que pertenecen a esta red figuran Madrid, Barcelona, Pekín, Hong Kong, Shanghái, Tokio, Seúl, Berlín, Londres, Estambul, Roma, Ciudad de México, Buenos Aires, Bogotá, Río de Janeiro, Lima, Santiago de Chile, Nueva York, Los Ángeles o Washington.
Abel Sberna