Hace algunas semanas que las críticas hacia el área de cultura de la provincia se multiplican: críticas principalmente basadas en las decisiones que se han tomado desde los responsables de ese segmento de gobierno.
Entre Rombai (banda de cumbia pop de origen uruguayo) y el espectáculo teatral y musical infantil de Panam los medios tradicionales –y no tanto– se han visto inundados de comentarios y posteos que reflejan una misma idea: ese tipo de espectáculos no son cultura.
Ahora, la pregunta es, ¿quién decide qué es y qué no es cultura?
Para Arturo Jauretche* defender los intereses del Pueblo incluyó involucrarse activamente en sus luchas concretas. En el plano cultural, reivindicar lo popular implicó el respeto de sus valores, prácticas y tradiciones, frente a la denigración y el desconocimiento ejercido por las instituciones educativas. Su punto de vista interpeló las bases del Pensamiento Liberal Neocolonial que fue impuesto al país por las clases dirigentes aliadas al extranjero. Para el Liberalismo, el Pueblo era bárbaro por ser mestizo, pobre y heredero de una cultura que asimiló la tradición hispánica con los valores autóctonos. En nombre de la Civilización, se divulgó la supuesta supremacía cultural y política del inmigrante blanco, de clase alta, anglosajón y europeísta en sus costumbres. Contrariando la tesis de la Civilización y de la Barbarie, Jauretche afirmó la existencia de una Cultura Nacional propia, conformada por la identidad y por la práctica histórica del Pueblo argentino.
En otras palabras, podríamos decir que la civilización se traduce en todo aquello que es culturalmente aceptado por las clases más acomodadas y todo lo que se desprende del gusto “popular” es indigno y bárbaro.
La cultura popular y la cultura de élite son considerados factores opuestos dentro de las manifestaciones culturales de un pueblo. En este sentido, la cultura de élite está constituida por las expresiones artísticas más academicistas y eruditas, alineadas al gusto de las clases sociales más dominantes, pudientes e instruidas. Algunas manifestaciones artísticas de élite son la ópera, la música clásica, el ballet. Al contrario, la cultura popular es una respuesta frente a la cultura erudita, que proviene del pueblo llano y se alimenta de su sistema de valores, creencias y tradiciones.
Gonzalo Zamora, Subsecretario de Gestión Cultural de la provincia de Tierra del Fuego, se hizo eco de las críticas aparecidas en los últimos días en las redes sociales: “es curioso porque no son los únicos espectáculos que se generan a través de la subsecretaría, pero los que despiertan críticas son aquellos que, a cierto sector de la sociedad, les parece que no pueden denominarse como culturales. Hay una crítica despiadada hacia la capacidad de análisis de los seguidores de ese tipo de música, por ejemplo”.
“No decimos nosotros qué es cultura, dentro del universo cultural hay tantos gustos como personas que viven en la provincia. Algunos son fenómenos sociales”, sostiene.
Para Coral Herrera Gómez (Doctora en Humanidades y Comunicación Audiovisual), “la diferencia, en lugar de valorarla porque nos enriquece, nos sirve para definirnos, para etiquetarnos, para discriminarnos entre nosotros. El diferente no es normal: los diferentes están locos, son maricas, excéntricos, lesbianas, enfermas mentales, discapacitados“.
Cada comunidad tiene sus costumbres, cosmovisiones, tradiciones, creencias y supersticiones; cada religión tiene sus mandamientos, cada pueblo establece sus propias normas. Y además, cada uno de nosotros tiene también una idea particular de cosas que son “normales” y cosas que no lo son. Y no siempre coincide con el concepto de “normalidad” de nuestra comunidad.
Zamora sostiene que “la elite intelectual interpreta que los gustos que ellos tienen es cultura y que todo lo que queda fuera de ese mundo propio, no lo es. En realidad hay tantos gustos como personas”.
“La decisión de hacer tal o cual espectáculo no pasa por cuánta gente entra en un gimnasio, a veces se hacen eventos para 30 o 40 personas y otras para 2000. La gobernadora (Rosana Bertone) es clara en ese aspecto, tenemos que representar a la mayor cantidad de gente posible y ello implica hacer espectáculos de tango, de rock, de rap, una sinfónica o un grupo de cumbia”.
Al hablar de la cultura hacemos referencia a una serie de creencias, formas de organización, costumbres y formas de producción, que incorporan los sujetos en sus prácticas sociales, ya sean éstas de carácter individual o colectivo. Muchas veces los elementos incorporados en esa práctica social, son reflejados en las diversas expresiones de la misma, lo que ha llevado al camino confuso de la interpretación conceptual de cultura, de acuerdo a su reflejo expresivo o a la utilización de éste. Así es que “el término cultura se ocupa ambiguamente, para denotar el conocimiento de las personas o cómo se expresa a través de los campos de las artes o de la estética”, afirma Francisco Ramírez Varela, docente Universidad Arturo Prat, Iquique, Chile.
Lo cierto es que no puede ponerse al concepto de “cultura” dentro de una burbuja en la que sólo caben nuestros gustos, elecciones y costumbres; el universo cultural es vasto y llega a lugares que nosotros quizás nunca lleguemos a conocer. Los movimientos artísticos han marcado los hitos históricos más importantes a nivel mundial.
Esos movimientos han estado ligados, históricamente, a circunstancias políticas y económicas: cada rama aparece en momentos específicos y suelen estar íntimamente relacionadas al desarrollo de la sociedad, en esa actualidad.
¿Dónde está la vara para medir qué es más o menos consumo cultural? ¿quién la tiene? ¿quién la calibra? Definitivamente la respuesta siempre será sesgada. Y acá no hablamos de inversión o gastos, esa sería discusión para otra nota. Por ahora intentamos determinar qué porción de la sociedad se “merece” que la Subsecretaría de cultura invierta su presupuesto.
Haciendo un rápido repaso por los intereses o consumos de la sociedad de Tierra del Fuego la respuesta es evidente: todas.
* [N de R] Arturo Jauretche (1901-1974) fue un intelectual criollo, uno de los más destacados panegiristas de la cultura nacional, que renegó del europeísmo de las elites y clases medias y se volcó a la causa de los paisanos, de los hombres de a pie, del pueblo trabajador.
María Fernanda Rossi