Durante la Campaña Antártica de Verano (CAV) 1967/68 debido a las condiciones del mar congelado, el Rompehielos ARA General San Martín (Q4) no pudo penetrar hasta las costas de la barrera de hielos Larsen para dejar la carga general y combustible que debía ser trasladado desde allí por sobre la barrera, ahora desintegrada, a la Base Aérea Teniente Matienzo.

Este inconveniente hizo que el rompehielos efectúe la descarga en la Base de Ejército Esperanza, trasladando posteriormente la misma, utilizando vehículos semi orugas SnoCat con trineos de carga, en travesías de más de 100 km por sobre el mar congelado y la barrera de hielos Larsen.

Se realizaron varios de estos traslados, con muchas dificultades, debido a los inconvenientes en el desplazamiento sobre el mar congelado, debiéndose evacuar parte del personal, quedando la Base Matienzo con abastecimiento y personal restringido.

Pese a ello se continuaron cumpliendo las distintas tareas en la base y con intensa actividad aérea con el único avión monomotor DHC-2 Beaver que tenían de dotación; el cual antes de accidentarse cumplió una misión de urgente atención sanitaria e intento de evacuación de un enfermo de una base británica.

Recordemos que el 9 de noviembre de 1914 el doctor Luís Agote logró realizar la primera transfusión de sangre, mediante la utilización de citrato de sodio como anticoagulante y poco mas de medio siglo después, la medicina argentina volvió a revolucionar al mundo entero, con una arriesgada operación aérea sanitaria en el Continente Blanco que salvó la vida a un oficial inglés mediante la primera transfusión de sangre directa (de brazo a brazo).

Este hecho histórico sucedió en la Antártida, en donde las posibilidades de rescate eran casi imposibles por las inclemencias del invierno, pero luego de toda una odisea, el inglés fue rescatado y trasladado a un hospital de Buenos Aires.

Gran Bretaña tenía instalada, en la isla Winter, situada en el oeste de la península antártica una base científica denominada “F”; en las islas Argentinas y el integrante del equipo de científicos Sur Kennet James Porwine se enfermó gravemente el día 24 de junio de 1968 y no contaban con asistencia médica en el lugar.

Las condiciones meteorológicas en la Antártida eran totalmente desfavorables para realizar su traslado; las tormentas de nieve y los vientos de hasta 150 km/h dificultaban hasta las comunicaciones entre las bases.

Ante la enfermedad del científico británico y sin vistas de mejoras, su grupo hizo un llamado general de auxilio y en la Base Aérea Teniente Matienzo de la Fuerza Aérea Argentina se captó el mensaje; se estudió la situación y se llegó a la conclusión de que “era necesario ayudar al enfermo como sea.”

Al no existir posibilidad de aterrizaje para aviones de largo alcance en islas Argentinas, se decidió realizar el lanzamiento aéreo de los medicamentos necesarios, así fue que el 17 de julio de 1968, el avión Douglas DC-4 matrícula 5-T-3 de la Armada Argentina voló desde Río Gallegos y arrojó en la Base “F”, once bultos: víveres frescos, diarios y revistas y lo prioritario, medicamentos para cinco meses de tratamiento.

Pero a pesar de que el paciente reaccionó favorablemente, su situación siguió siendo grave. Desde la base Matienzo alistaron entonces al pequeño avión DHC-2 Beaver, matrícula P-05, máquina de un solo motor, el mismo avión que en el año 1965 había realizado junto a otro avión similar y escoltado por el avión Douglas C-47, matrícula TA-05, los históricos vuelos polares y el transpolar, que sólo lo realizó este último.

Así se dispuso que pese a las pésimas condiciones del tiempo, se realice el difícil vuelo hasta la Base “F”, que se encuentra hacia el oeste, del otro lado de la Cordillera Antártica. El mismo fue comandado por el Jefe de la Base Aérea Teniente Matienzo (Dotación 1967/68), Capitán Julio Florentino Luján, copiloto el Teniente Oscar José Pose Ortíz de Rozas y el mecánico de a bordo Suboficial Ayudante José Benito Díaz llevando abordo al Primer Teniente médico Eliseo Iturrieta Guardiola.

El mismo se realizó 29 de julio de 1968 y el Dr. IIturrieta Guardiola atendió al paciente y efectuó diagnóstico, adoptando las medidas pertinentes y al mismo tiempo, estableció comunicación directa con el Hospital Central Aeronáutico de la Ciudad de Buenos Aires para hacer interconsulta con especialistas en Gastroenterología.

El científico británico padecía una colitis ulcerosa y su estado era grave debido a las intensas hemorragias, el médico indicó reposo absoluto, corticoides, vitaminas B y C y potasio más lo elemental, transfusiones de sangre.

El Teniente Pose Ortiz de Rozas y el Suboficial Ayudante Díaz tenían el mismo grupo sanguíneo que Porwine, lo que permitió que el Dr. Iturrieta Guardiola efectuara las primeras transfusiones de sangre directas (brazo a brazo) allí en la Antártida y como resultado se logró detener las hemorragias y mantener con vida al científico inglés.

El estado de salud del enfermo era estable, pero de todas maneras se requiere su inmediato traslado a un centro de salud, pero las condiciones climáticas no mejoraban y se estudió la posibilidad de trasladar al inglés en el avión Beaver hasta la Base Esperanza, allí había más dadores de sangre para Porwine y principalmente, la factibilidad de realizar el futuro traslado del enfermo a Buenos Aires, ya que el arribo del rompehielos ARA San Martín (Q4) a esta Base, debido al estado del mar congelado, resultaba más probable.

El traslado fue imposible, debido a que el avión Beaver despegó de la pista de nieve de 300 m y luego de un viraje, perdió velocidad y cayó al mar desde muy poca altura, fueron todos rescatados y felizmente no hubo víctimas, pero la aeronave quedó fuera de servicio, sin posibilidades de reparación.

El gobierno argentino estaba totalmente comprometido en la misión de salvarle la vida al científico británico, el entonces Presidente Provisional de la Nación, Teniente General Juan Carlos Onganía, dio la orden de que se hiciese todo lo posible para rescatarlo y trasladarlo a un hospital.

En cumplimiento a esta emergencia, zarpa de Puerto Belgrano el 7 de agosto de 1968 el rompehielos ARA San Martín (Q4), con el objetivo de concretar el salvataje, aunque esto implicara atravesar el mar congelado en la peor época del año; después de trece días, con muchas dificultades penetraron lo suficiente en el hielo para que los helicópteros H-19, matrículas 4-H-13 y 14 llegaran a la Base “F” y evacuen al enfermo y a los tripulantes del avión Beaver accidentado.

El 20 de agosto a las 10:55 hs, Kennet James Porwine ya estaba a bordo del ARA San Martín (Q4), donde recibió una nueva transfusión de sangre; esta vez de dos litros y medio.

Una vez que el rompehielos atracó en Ushuaia, el británico fue trasladado en avión hasta Buenos Aires donde fue hospitalizado.

Contrariamente a lo que se suponía, Porwine bajó por sus propios medios del avión, sonrió frente a los incansables flashes y las cámaras de televisión, declarando que estaba “very well“, pese a que había perdido más de 20 kilos y que necesitaba una urgente intervención quirúrgica, que fue realizada en el mes de septiembre, pero desgraciadamente, no surtió efecto, falleciendo el 10 de octubre de 1968.

Pero este desenlace fatal no restó mérito al esfuerzo argentino para tratar de salvarle la vida a un prójimo, así lo entendió el Gobierno británico; la reina Isabel II ordenó condecorar a los integrantes de la Fuerza Aérea y de la Armada Argentina que intervinieron en la operación de rescate del ciudadano Kennet James Porwine.

El embajador británico Michael Hadow el 5 de noviembre de 1968 entregó las distinciones y durante la ceremonia transmitió un mensaje de su Reina: “el gesto de los militares argentinos fue un magnífico ejemplo de cooperación internacional que refleja el mayor mérito para quienes intervinieron y enriquecieron la larga tradición de amistad entre la República Argentina y Gran Bretaña.

Fuente: Fundación Marambio

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