Científicos del Instituto Antártico Argentino (IAA) junto a especialistas de organismos de ciencia e investigación internacionales lograron confirmar la presencia de “la variante patogénica” del virus que provoca gripe aviar en ejemplares de skúas muertos en la Antártida, confirmación que permitirá establecer protocolos de alertas tempranas, medidas de prevención en la trasmisión de la infección y tareas de cuidado y la preservación de la biodiversidad antártica.
El resultado positivo para la variante patógena del virus que provoca la influenza conocida como Gripe Aviar se obtuvo el fin de semana, pero las tareas de investigación comenzaron cerca de “mediados de diciembre, cuando científicos de la Base Orcadas (isla Laurie, islas Orcadas del Sur), descubrieron 13 skúas -una especie de ave voladora- muertos y un cormorán afectado”, precisó en diálogo con Télam Martín Ansaldo, coordinador del área Ciencias de la Vida del IAA.
El especialista remarcó que “desde mitad del año pasado empezamos a recibir alertas de que algo estaba pasando en el hemisferio norte con las aves silvestres y las aves de corral; que era un virus que estaba se estaba trasladando para el sur. Hubo casos de mortandad de aves marinas silvestres en Perú, en Ecuador y todo eso fue bajando hasta nuestra Patagonia, donde también hubo mortalidad de mamíferos marinos, de focas y de lobos marinos”.
En consecuencia, se llevaron a cabo encuentros con el Senasa (Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria) para “más o menos saber cuál era el protocolo a seguir o que debíamos considerar”, precisó Ansaldo y explicó que “nuestros grupos de trabajo se centran en el monitoreo de animales, ver las modificaciones en las respuestas y en el éxito reproductivo debido al cambio climático o algunas cuestiones de impacto antrópico, pero no teníamos la especialidad en este tipo de virus y queríamos estar preparados”.
La aparición de los ejemplares muertos en Orcadas fue el disparador del protocolo de prevención “suspendimos toda la ida de personal científico a ese lugar y solo se permitió la del personal que ya estaba designado de Parques Nacionales que colaboran con nosotros y nos presta su ayuda durante el invierno para que hicieran solo vigilancia de observación”, pero junto a especialistas de “España, Chile, Uruguay y Corea conformamos un equipo de trabajo para establecer alertas tempranas no sólo para protegernos nosotros, sino también analizar la evolución en las distintas colonias de aves y mamíferos”.
Los encuentros de los especialistas que se realizaban de manera virtual permitieron evaluar una situación que se estaba desarrollando en la Base Primavera: “teníamos unos una sospecha de algo que estaba pasando porque había unos animales con un comportamiento extraño y había aparecido también algún skúa muerto”.
“Fue cuando decidimos tomar muestras para analizar, pero nosotros no contábamos con el equipamiento que permite esos estudios, fue entonces cuando el doctor Antonio Quesada Del Corral, de España nos ofreció hacerlos en la Base que tienen los españoles en Isla Decepción en donde tenían el instrumental para la detección y la identificación de este tipo de virus”, precisó Ansaldo.
Previamente, el equipo de científicos españoles censó a una colonia de pingüinos barbijo que tienen cerca de su base y detectaron que, si bien tenían la presencia del virus, se trataba de una variante “no patogénica, es decir que ellos son portadores, pero no les genera síntomas porque su propio sistema inmune se encarga de él”, apuntó el especialista.
Con las muestras tomadas por los especialistas argentinos en la Base Primavera y “un importante operativo de logística llevado a cabo en colaboración los jefes de grupos de ambos países” se analizaron y pudo confirmarse la presencia de “la variante patógena del virus que, en realidad, se le sigue llamando Gripe Aviar, pero en realidad hubo mamíferos que se contagiaron así que en realidad es una influenza”, señaló Ansaldo.
El coordinador explicó, además, que dado “que la variante saltó a mamíferos hay que ser muy precavidos”, por lo que se mantiene vigente “los protocolos de seguridad y todas las medidas extremadas para poder seguir monitoreando”.
En el último mes aparecieron unos 20 ejemplares de skúas muertos en Base Esperanza y como estas “aves son migratorias hay que tener cuidado, por eso también mantenemos el trabajo con los especialistas, para poder emitir alertas tempranas para la gente que vive en las bases y también para que sean analizadas por el Comité Científico para la Investigación Antártica (en inglés: Scientific Committee on Antarctic Research o SCAR) y ellos evalúen la situación del turismo”.
Fuente: Agencia Télam