Del 16 al 18 de mayo se llevó adelante en Buenos Aires la 41ª reunión Consultiva del Tratado Antártico. Entre los temas planteados unos de los más destacados fue la preocupación por el impacto de la actividad turística en el continente blanco.
Este año Argentina fue sede de la 41ª reunión Consultivo del Tratado Antártico, la cual se llevó adelante entre el 16 y el 18 de mayo en la ciudad de Buenos Aires. De esta reunión participaron los diferentes países signatarios del Tratado Antártico y se debatieron diversos aspectos referidos a las actividades llevadas adelante en el continente. Uno de los temas planteados fue la necesidad de la regulación de la actividad turística en el continente, que representa un grave riesgo para la conservación ambiental debido al potencial impacto negativo que puede ocasionar.
El tema fue expuesto por Segolène Royal, embajadora francesa para los polos Ártico y Antártico. La representante llamó la atención sobre este aspecto y planteó la necesidad de la urgente regulación de la actividad. Según la embajadora la ausencia de reglas que enmarquen esta actividad, permite a las agencias de viajes proponer actividades como estadías sobre barcos, a veces equipados con helicópteros o submarinos, cuyo impacto sobre el ambiente puede ser altamente perjudicial. “Esta actividad genera una perturbación considerable, pisoteos, polución. Asistimos a una carrera hacia un gigantismo de turismo, peligroso para los ecosistemas”, destacó Royal.
La realidad es que la actividad turística se ha intensificado considerablemente en los últimos años, lo que justifica sobradamente la preocupación planteada en la reunión. Preocupación en la Antártida por la masificación del turismo. El incremento se hace evidente cuando se tiene en cuenta que durante la pasada temporada, fueron unos 44.000 turistas los que visitaron el continente, frente a los 9.000 que la visitaron en 1995. “No se trata de prohibir el turismo, sino de dominar cualitativa y cuantitativamente la población turística para que respete el protocolo sobre la protección del medio ambiente”, ha explicado Royal, quien insiste en que la masificación de la actividad representa un grave peligro para el ecosistema antártico.
Si la actividad turística continúa aumentando de la forma en que viene haciéndolo, muy pronto puede transformarse en un gran problema para la conservación del continente, por lo cual resulta fundamental un enfoque turístico sostenible, el cual permita preservar el frágil equilibrio ecológico de la Antártida. Un concepto vital para el turismo sostenible, conocido como capacidad de carga, indica que la explotación turística de un ambiente determinado debe ir de la mano con el límite del impacto humano que puede soportar. Cuando los ambientes son más frágiles, como en el caso de la Antártida, superar ese límite puede llegar a ser demasiado peligroso para el entorno natural.
Abel Sberna