La mayor población de pato vapor habita en las islas frente al pueblo de Camarones. “Es un animal muy vistoso y carismático, y solo se puede observar en la costa de la provincia”, destacó la investigadora del Conicet, María Laura Agüero.

El archipiélago, situado frente a las costas de Chubut, es un ecosistema de biodiversidad única con características particulares que atraen a una gran variedad de especies. Entre ellas se encuentra el peculiar pato vapor, que ha elegido este entorno como su hogar.


Este distintivo animal es la única especie de pato marino en Sudamérica, siendo la especie cabeza blanca, endémica de Chubut. María Laura Agüero. Es bióloga, ilustradora científica e investigadora del CONICET, y dedicó gran parte de su carrera a estudiar el pato vapor. Nació en Trelew, pero desde hace 20 años vive en Puerto Madryn. Su vínculo con esta especie va más allá de su trabajo y, gracias a sus investigaciones, logró sacarla de la categoría “casi amenazada” a “vulnerable”.

Agüero se crío en el Valle del Río Chubut, donde su conexión con la naturaleza la llevó a estudiar biología. “Conocí al pato vapor cuando fui asistente de campo en el norte del Golfo San Jorge. Allí lo vi por primera vez y me pareció espectacular”, recordó.

Gracias a sus investigaciones, se ha podido mapear la distribución y el comportamiento del pato vapor cabeza blanca, descubriendo que habita en una estrecha franja costera, de unos 700 kilómetros, que se extiende desde la desembocadura del Río Chubut hasta el límite con Santa Cruz y que, entre Bahía Bustamante y Bahía Santa Elena, reside el 50% de la población total de esta especie.


Características y curiosidades de un animal único

Lo primero que llama la atención es su nombre, y no es azaroso, proviene de su particular forma de desplazarse sobre el agua, generando un efecto visual similar al vapor de los antiguos barcos, según lo percibieron los primeros navegantes que los observaron. “Cuando agita sus alas y hace vuelos rasantes levanta como un spray de agua que parece vapor”, explicó la científica.

Otra particularidad de la especie es la forma que tiene de construir sus nidos. Tiene hábitos reproductivos muy peculiares. En las islas de la región, donde se identificó el 95% de los nidos, las hembras ponen un huevo cada dos días hasta llegar a una puesta de entre 7 y 10 huevos. “Cavan un pequeño hoyo, lo llenan con ramitas y una corona de plumas arrancadas de su propio pecho, todo bajo la protección de un arbusto”, detalló Agüero.

En cuanto a la forma de distinguirlos y a sus características física, la investigadora del CONICET precisó que “los machos se distinguen por sus cabezas blancas y picos anaranjados, con el resto del cuerpo de un gris claro y castaño en el pecho. Las hembras, en cambio, presentan tonalidades más amarronadas en la cabeza y el cuello, junto con una línea blanca característica que se extiende desde el ojo hasta el cuello”.


Importancia ecológica y turística

La conservación del pato vapor es crucial no solo por su singularidad, sino también porque forma parte de un entramado ecológico más amplio. La pérdida de esta especie, al igual que de otras, podrían desequilibrar drásticamente el ecosistema marino.

Al solo poder observarse en esta parte del mundo, el pato vapor es además un atractivo turístico importante. En la zona de Camarones hasta Bahía Bustamante, o en una navegación a las Islas del archipiélago, se puede ver a estas aves sin mucha dificultad.


Hoy, la población total de estos patos no supera los 6,000 individuos, lo que resalta la importancia de su conservación.

“Esta especie, al igual que todas las demás, es un eslabón fundamental de un entramado ecológico más amplio. Quitar uno de estos eslabones hace que el propio sistema tambalee”, explica Agüero. Su compromiso con estas aves nos asegura que van a seguir deslizándose por las aguas de Chubut, levantando ese vapor de agua como un recordatorio de la belleza y fragilidad de nuestro mundo natural.

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