Llegó la hora. Junto a familiares de 89 soldados caídos en la Guerra de Malvinas viajaremos para visitar las tumbas donde descansan nuestros héroes.

Allí, donde yacían, bajo la leyenda: “Soldado argentino solo conocido por Dios”, quedarán inscritos sus nombres para la eternidad.

Muchas sensaciones nos acompañarán en el vuelo hacia las islas.

Por un lado, la certeza de ser testigos de un momento histórico, de un esperado acto de justicia que les garantiza a los familiares, tras largos años de reclamos, sufrimiento e incertidumbre, el derecho humano fundamental de tener un sitio donde llorar a sus seres queridos.

Y a pesar del inmenso dolor por esas pérdidas irreparables, por las vidas jóvenes que se sacrificaron en esa guerra absurda, nos anima el orgullo de ser protagonistas de esta misión humanitaria que representa para la Argentina una parte de su historia.

Será un viaje que nos dejará grabadas en el alma, para siempre, imágenes de una profunda emoción.

Será también el epílogo de una historia trágica que quedó suspendida en el tiempo por más de 35 años. Fue un largo camino el que nos condujo a este día.

Dejando atrás años de aislamiento, el Estado argentino supo estar a la altura de las circunstancias y, a través de un diálogo abierto y sincero con el Reino Unido, logró dar un impulso definitivo al procedimiento de identificación de las tumbas.

Gracias al invalorable aporte y profesionalismo de la Cruz Roja Internacional y del Equipo Argentino de Antropología Forense, las tareas se desarrollaron con todo el respeto y el cuidado que ameritaban, dada la extrema sensibilidad de esta misión.

Por nuestra parte, desde la Secretaría de Derechos Humanos y Pluralismo Cultural tuvimos la enorme responsabilidad de acompañar, abrazar y contener a los familiares en el momento de conocer los resultados del procedimiento.

Por Claudio Avruj
Secretario de Derechos Humanos y Pluralismo Cultural de la Nación

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