Las Naciones Unidas declaró el 26 de marzo como el Día Mundial del Clima, para reflexionar sobre los compromisos del presente y el futuro y se pretende que las autoridades tomen conciencia y ofrezcan soluciones para el fenómeno llamado cambio climático. Al respecto opinó para Télam la jefa de Gabinete del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación, Carolina Vera, investigadora del Centro de Investigaciones del Mar y la Atmósfera del CONICET, Profesora-Investigadora del Centro de Investigaciones del Mar y la Atmósfera (CIMA) del CONICET y UBA/Exactas.
El Cambio Climático producido por las actividades humanas es una realidad con la que ya convivimos: el calentamiento medio global es de más de un grado por encima de los valores preindustriales.
Más allá de los resultados de la investigación científica, las personas adultas percibimos cambios en el clima de nuestro lugar a través del tiempo, como el aumento de las temperaturas mínimas o el incremento de los eventos extremos de olas de calor, lluvias extremas o sequías. Pero los impactos de estos cambios no afectan a nuestra sociedad de la misma manera. El cambio climático vino a exacerbar problemas globales como el hambre, la pobreza, la desigualdad social, y la destrucción del ambiente, problemas que tienen sus raíces en el modelo de producción, desarrollo y consumo que actualmente domina en el mundo.
El conocimiento científico sobre el cambio climático, sintetizado globalmente en los reportes del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC), nos dice que, si se reducen las emisiones de gases de efecto invernadero asociados principalmente con el uso de combustibles fósiles y el cambio de uso de la tierra, el calentamiento global se reduce, es decir el problema no es físico. Existen tecnologías para reducir tales emisiones y el potencial para desarrollar nuevas en un relativo corto plazo; es decir, el problema no es tecnológico. En cambio, el problema es social, cultural, político y económico. Su solución se encuentra en el cambio hacia modelos de producción y consumo socialmente justos y ambientalmente sustentables.
La comunidad científica fue la que alertó a mediados de los ’80 que las actividades humanas podían producir un cambio climático, y desde ese momento viene informando sobre los cambios e impactos observados y sus proyecciones a futuro. Pero las y los investigadores no solo queremos ser mensajeros del problema sino también contribuir con nuestro trabajo a la búsqueda de las soluciones.
Actualmente, tengo la oportunidad de formar parte del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación que, bajo el liderazgo de Roberto Salvarezza, promueve fuertemente la orientación de las capacidades científicas al servicio de nuestro país. Es por eso que estamos trabajando en iniciativas que contribuyan a la adaptación y mitigación del cambio climático. Entre ellas, cuentan la transición energética y del transporte; proyectos relacionados con el hidrógeno y el recambio de propulsión del transporte; agricultura sostenible a través de iniciativas sobre agroecología y en el manejo sustentable de bosques y pastizales; estrategias que fortalezcan la gestión del riesgo de desastres por inundaciones, sequías o incendios; y en seguridad alimentaria con proyectos que permitan combatir el hambre y la pobreza y, a la vez, avanzar en acciones climáticas.
La actual pandemia nos mostró que acciones y políticas basadas en la ciencia fueron fundamentales para atender la urgencia en un corto plazo y en un contexto de gran incertidumbre. Las lecciones aprendidas nos tienen que servir para fortalecer, profundizar y acelerar las acciones que nos permitan resolver el problema del Cambio Climático.
Por Carolina Vera, profesora-Investigadora del Centro de Investigaciones del Mar y la Atmósfera (CIMA) del Conicet y UBA/Exactas. Jefa de Gabinete del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación, para Agencia Télam